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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Aznar 1934

Este inicio de campaña Aznar ha regresado al ruedo para apoyar a Cayetana Álvarez de Toledo y ha utilizado la penosa situación que vivió la candidata en la Universidad Autónoma para viajar a 1934

Joan Esculies
Álvarez de Toledo y Aznar, el pasado día 12 en Barcelona.
Álvarez de Toledo y Aznar, el pasado día 12 en Barcelona. Albert Garcia

El 30 de abril de 1976 se reunieron en casa de Miguel Boyer, Felipe González, el historiador y filósofo socialista Luis Gómez Llorente y Manuel Fraga. Tomando un whisky, el ministro del Interior pidió a Felipe que retirara un párrafo de un librito del 30º congreso de la UGT, el primero legal tras la Guerra Civil, en que Nicolás Redondo reivindicaba la revolución de Asturias de 1934. Fraga expresó que no era bueno iniciar un proceso democrático exaltando un golpe contra la democracia.

Felipe declinó y Gómez Llorente, fumando en su proverbial pipa, le respaldó. Enojado, Fraga respondió que no retirarlo era tan impropio como si él le rompiera la pipa a Luis, lo que no tardó en ser comidilla de los mentideros madrileños. Sobrevoló la censura, pero el folleto se publicó íntegro. Lo cuenta en sus memorias el entonces fontanero del gallego, José Manuel Otero Novas.

Los sucesos de 1934 fueron lugar común de preocupación durante la Transición. Después se olvidaron. En enero de 2005 reapareció su sombra cuando el plan Ibarretxe se presentó al Congreso. El propio Fraga, presidiendo la Xunta, propuso suspender la autonomía vasca y expresó que en 1934 lo mismo se había hecho con la catalana “y no pasó nada”. José Luís Rodríguez Zapatero lo descartó. Las Cortes rechazaron la propuesta del lehendakari sin romper ninguna pipa y sic transit gloria mundi.

José María Aznar, que es de los políticos que lee, recogió el guante de su mentor. “Conviene recordar que esta crisis nacionalista ya la vivimos en 1934” soltó el 26 de noviembre de 2012 en la presentación de sus memorias. El día anterior el independentismo catalán había conseguido más de 1,6 millones de votos, un 44,4% del electorado, en el Parlament. En setiembre Barcelona había vivido la primera gran manifestación soberanista, con el lema, "Cataluña, nuevo Estado de Europa".

Aznar se remonta a la Guerra Civil para explicar la situación catalana tituló por error una primera versión digital de este diario, corregida después por “se remonta a 1934”. Al día siguiente Aznar habló en Onda Cero del titular de EL PAÍS. “Es curioso que se refiera ese diario a aquel acontecimiento como Guerra Civil, porque eso significa y, es cosa de agradecer a los que han escrito esa información, que hace suya la tesis del historiador Pío Moa, que entiende que la Guerra Civil empieza justamente en el año 34”.

En efecto, la proclamación del Estat Català de Companys y la insurrección de parte del socialismo los presenta Moa —y otros— como el detonante de la contienda en libros como 1934: comienza la Guerra Civil: el PSOE y la Esquerra emprenden la contienda (2004). La interpretación que hizo suya Aznar no es una revisión histórica sino, como han expresado numerosos historiadores, una actualización de la historiografía franquista que plantea el Alzamiento como una actuación en “legítima defensa” y que exonera de culpa a los rebeldes. Defiende que julio de 1936 fue inevitable porque separatistas, comunistas y socialistas pretendían acabar con la República, cuando no es cierto.

El 1 de octubre en la presentación de la biografía de Miguel Maura, publicada por FAES, Aznar equiparó el referéndum ilegal de 2017 con “el golpe de Estado de 1934 que fue llevado a cabo por partidos de izquierdas y nacionalistas catalanes que se sublevaron”. Apuntaba contra el pacto de PSOE, Podemos, partidos nacionalistas e independentistas.

El pasado 19 de marzo en la presentación de la biografía de Alejandro Lerroux, publicada también por FAES —que continúa apropiándose de un amplio elenco de figuras del pasado con lecturas interesadas de sus trayectorias—, Aznar ahondó: “No podemos confiar nuestro futuro en la conjunción de la izquierda y los nacionalistas”, apreciando de Lerroux que combatió como presidente del Gobierno en 1934 “una revuelta dentro de una insurrección más general”.

Este inicio de campaña Aznar ha regresado al ruedo para apoyar a Cayetana Álvarez de Toledo y ha utilizado la penosa situación que vivió esta en la Universidad Autónoma de Barcelona para viajar a 1934. “El fascismo en Cataluña —dijo— lo representaban unos señores, los escamots, que eran camisas verdes que no eran negras porque se parecían demasiado a los de Mussolini. Esos señores del Estat Català, de las Juventudes de la Esquerra Republicana, que eran las partidas de la porra de los años treinta del siglo pasado inventaron el fascismo en Cataluña”.

No le falta razón en que los escamots eran una panda de coaccionadores. Que los líderes independentistas, en especial los dencasistas, además se pongan de perfil ante episodios como el de la UAB le viene perfecto. Refuerza así su esquema que persigue proyectar que Partido Popular y adláteres son los únicos garantes del Estado y la nación, apropiárselos y sellar una forma unívoca de entenderlos.

La segunda legislatura de Aznar fue un mazazo a los cimientos del Estado de las Autonomías imbricado con mucha dificultad en la Transición. La temperatura subió, pero España iba bien y Europa no se tambaleaba. Hoy, tras una crisis económica de la que no hemos salido, dar argumentos a su esquema, por falso que sea, no parece la opción más inteligente.

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