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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La conexión del Túria con el Mare Nostrum

Una propuesta de infraestructura verde para la ciudad de Valencia

Simulación de la propuesta presentada en este artículo.
Simulación de la propuesta presentada en este artículo. Fandos Martinez ( Landstudios)

Los retos, no sólo económicos sino ambientales que se ciernen sobre nuestras ciudades del siglo XXI requieren de apuestas a largo plazo: una visión estratégica que conviertan nuestras urbes actuales en ciudades habitables a escala humana. En este sentido, el proyecto que a continuación se describe plantea un compendio de actuaciones que pasan de las palabras a los hechos en conceptos tan en boga como la implantación de la denominada Infraestructura Verde, para la ciudad de Valencia. Esta visión de futuro ya ha sido implantada en ciudades como Vitoria en su anillo verde y la repercusión en la mejora de la calidad de vida de sus habitantes es admirada a nivel internacional.

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Con el horizonte del cambio climático sobrevolando escenarios más o menos catastrofistas del futuro no sirve repetir los errores de planificación urbanística del pasado: la ciudad del futuro deberá ser necesariamente muy diferente y apuntar alto en la búsqueda de soluciones para los grandes desafíos que se avecinan. Pero, ¿qué es la infraestructura verde, se preguntarán?

La Infraestructura Verde podría ser definida como el sistema natural de apoyo a la vida, formado por una red de tierras y cuerpos de agua que sostienen a las diversas especies de flora y fauna, aseguran el funcionamiento de los procesos ecológicos, mantienen los recursos de agua, aire y suelos, contribuyen a la salud y a la calidad de vida de los individuos, así como de sus comunidades.

Esta red, compuesta de espacios naturales, es la médula y, al mismo tiempo, el armazón del que depende la sostenibilidad económica, social y ambiental de las comunidades humanas. La Infraestructura Verde constituye una red que incluye ecosistemas naturales y restaurados.

Los espacios abiertos poseen un valor particular dado que generan beneficios directos a la sociedad a través de procesos tales como el almacenamiento de agua, la moderación del clima, el control de las inundaciones, la prevención de daños en el caso de tormentas y la reducción de los niveles de contaminación del agua y del aire, entre otros.

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Cuando se conectan estratégicamente áreas ribereñas, humedales y otras áreas verdes dentro de la ciudad, el valor ecológico puede exceder por mucho el valor de cualquier parque aislado. Así, es bien sabido que la conexión de los parques y áreas verdes puede hacer prosperar los hábitats para favorecer la vida silvestre y ayudar en la restauración y mantenimiento vital de sus servicios y funciones ecológicas.

Los servicios medioambientales suministrados por la Infraestructura Verde pueden proporcionar ambientes sanos y beneficios para la salud de las personas que residen en ellos. A su vez, los ambientes saludables pueden contribuir a mejorar el contexto socio-económico de las comunidades que viven en ellos.

En este contexto es donde surge un ambicioso, aunque realista proyecto: restaurar la conectividad del río Turia, y su parque natural, con el Mediterráneo a través del actual cauce nuevo del río (el llamado Plan Sur): una barrera infranqueable y monumental a la que nos hemos habituado pero que distorsiona no solo el paisaje urbano sino también la movilidad activa dentro y fuera de la ciudad.

Además, la conexión entre el Parque Natural del Turia y la cercana Albufera y el mar, podría regenerar una conectividad actualmente perdida, al haber sido ocupado el antiguo cauce del Turia para otros usos más lúdicos y sociales. Pero ¿cómo conectamos ambos espacios entre sí?

 En efecto, el hilo conductor para dicha conexión no es otro que el agua previamente depurada que, procedente de diversas fuentes, podría dar vida en forma de canal naturalizado, aguas remansadas más o menos lagunares antes de su vertido al mar, a lo largo de toda la extensión del denominado Plan Sur, recuperando de esta manera la conectividad perdida en la actualidad del propio río Turia con su destino final, el mar. Las biocenosis del río podrían continuar sus ciclos biológicos y acabar en el mar, enriqueciendo la diversidad funcional de este río maltratado.

 Un dato significativo del poco interés en mantener este río que muestra la administración encargada de velar por el dominio público, se encuentra en la nula planificación en el actual Plan Hidrológico de la Cuenca del Júcar de un contingente de agua (caudal ecológico) para este maltratado río mediterráneo. ¡No existe dotación de agua para el Turia! Olvido o falta de previsión, creemos que ambas cuestiones.

 La ejecución de una infraestructura blanda de conexión para proporcionar esta conectividad desde el llamado Azud del Repartiment, en Quart de Poblet -donde desparece el poco caudal del río- , y la utilización del cauce como tratamiento terciario de bajo coste para aguas residuales previamente depuradas es la pieza fundamental del proceso y la fuente y origen del agua que, en la actualidad se vierte una vez depurada en la red de acequias.

 Una de las múltiples opciones técnicas disponibles son los filtros verdes ya ensayados con resultados esperanzadores en el Tancat de la Pipa o Milia y que permiten una mejora sustancial de la calidad del agua depurada. Las posibilidades de abastecimiento de agua depurada con que actualmente no se reutiliza de forma conveniente son muy variadas: depuradora de Paterna, Quart Benàger, la propia planta depuradora de Pinedo, ya en el tramo final del mismo. Otras opciones podrían pasar por la utilización del recorrido del agua a modo de largo canal para la fitodepuración, oxigenación y tratamiento de bajo coste. 

La actual configuración del cauce del nuevo del Turia como barrera casi infranqueable para la movilidad peatonal elimina la posibilidad de que miles de desplazamientos se realicen por otros medios que no sean el transporte privado motorizado.

Por ello, el proyecto debería ir asociado a la mejora las conexiones a ambos lados del cauce además de la propia accesibilidad a algunas áreas en las que se podría dar un uso público compatible y regulado de tipo recreativo.

Los antiestéticos y yermos taludes del actual cauce podrían utilizarse asimismo como filtros verdes, convertidos en un caso práctico de jardinería innovadora en el que las plantas filtran y depuran en un flujo continuo desde la cabeza del talud hacia el fondo del actual cauce. La depuradora de Quart de Benàger, aledaña al cauce, sería idónea a este respecto.

Este sistema, además de los indudables valores estéticos, se plantea como estrategia de greening urbano pero en particular por su aptitud para mejora la calidad del aire y capacidad de reducir el efecto “isla de calor”. Estas estructuras vegetadas pueden capturar considerables cantidades de partículas contaminantes (CO2, PM, NO2, ozono, entre otros) reduciendo la temperatura sobre el hormigón y su entorno inmediato. Dicho efecto de reducción de la temperatura (y también de reducción de la contaminación acústica) ya ha sido probado en Valencia en relación con el actual Jardín del Turia y áreas aledañas.

Las zonas acuáticas y terrestres se convierten en un hábitat idóneo para numerosas especies de flora y fauna que podrán ser introducidas pero que más probablemente volverán a colonizar un ambiente algo hostil. De esta forma se acabará con la homogeneización que actualmente tiene la vegetación urbana y la pobreza de la fauna asociada: el resultado es más biodiversidad a escala humana para la ciudad de Valencia y una mejor calidad de vida de sus habitantes.

Además las aguas, convenientemente depuradas, pueden ser el escenario de nuevos usos recreativos urbanos como la pesca deportiva (que ya se practica en la desembocadura actual) y otras actividades como el kayak o piragüismo aprovechando los puntos donde el agua se represa, recreando ambientes lagunares en los que la vegetación palustre y acuática ofrece nuevas posibilidades ambientales, estéticas y recreativas. El simple paseo peatonal y la movilidad no motorizada, que ya ha experimentado una eclosión en la ciudad de Valencia, se verían enormemente beneficiados. 

¿Nos atreveremos a soñar a lo grande para el futuro de la ciudad o seguiremos mirando cabizbajos esos muros carcelarios grises y sin futuro? El tiempo lo dirá.

Antonio Ballester, biólogo. Gerardo Urios, doctor en Biología. Consultor medioambiental.

Fandos Martínez

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