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Ramón y Cajal expone en el Macba

El Nobel de Medicina comparte con 30 artistas de arte contemporáneo una muestra para reflexionar sobre el futuro

José Ángel Montañés
'Herida transversal de cerebro de un gato', de Ramón y Cajal (1914).
'Herida transversal de cerebro de un gato', de Ramón y Cajal (1914). Instituto Cajal (CSIC)

Con la ayuda de su pequeño microscopio Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) desveló, a comienzos del siglo XX, los secretos del cerebro. El padre de la neurociencia moderna, movido por su gran interés por las artes visuales y la fotografía —inventó incluso un método para hacer fotos en color— y con la idea de saber cómo viajaba un impulso neuronal a través del cerebro, realizó una serie de dibujos en los que reprodujo de forma magistral (en un momento en el que la microfotografía todavía no se había desarrollado), las heridas cerebrales o los cortes transversales de la médula de un gato y de un perro, la regeneración medular de un cuerpo humano o el entrecerebro de una rana, entre otros muchos. Con ellos proporcionó una extraordinaria información científica al mostrar a todo el mundo los mapas con las conexiones de las neuronas y las rutas que siguen los impulsos nerviosos a través de las mismas. Sus investigaciones fueron reconocidas en 1906 con el Premio Nobel de Medicina “en reconocimiento de su trabajo sobre la estructura del sistema nervioso”.

Borde distal de una herida cerebral de perro, de Ramón y Cajal.
Borde distal de una herida cerebral de perro, de Ramón y Cajal.Instituto Cajal (CSIC)

Los dibujos que realizó, que se custodian en el Instituto Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), se han exhibido en algunas ocasiones (Cosmocaixa y Massachusetts Institute of Tecnology), pero es raro verlos en un museo de arte contemporáneo como es el Macba de Barcelona, rodeados de obras de arte creadas por una treintenta de artistas actuales.

Ramón Cajal y el resto de estos creadores participan en la exposición Al descubierto o a escondidas (hasta el 17 de marzo) comisariada por el colectivo Raqs Media Creativa (formado en 1992 por Jeebesh Bagchi, Monica Narula y Shuddhabrata Sengupta), en la que se reflexiona sobre el presente y la línea fina lo separa del futuro y del pasado y cómo lo recordamos. Y de ahí los dibujos neuronales de Ramón y Cajal que enmarcados y situados al final de una de las salas se ven como auténticas obras de arte, con un valor excepcional. “El tiempo es una materia prima de un museo. Esta exposición nos propone imaginar un futuro en presente continuo y futuro imperfecto”, según el director del Macba, Ferran Barenblit.

La exposición, según los tres miembros del colectivo, tiene la intención de llevar al público “a escuchar los tiempos presentes, sin olvidar que siempre nadamos entre presente, pasado y futuro”. Y se valen para ilustrarlo de los trabajos de artistas como Rosa Barba, Jeamin Cha, Mark Chung, Rohini Devasher, Mariza Farhana, Liao Fei, Ivana Franke, John Gerrard, Cristina Lucas, Kabelo Malatsie, Dillon Marsh, entre otros; la mayoría de origen asiático o africano, muchos de los cuales han realizado sus obras para la muestra. “El futuro, sabemos que vendrá, independientemente de si estaremos o no para presenciarlo”, aseguran los miembros del colectivo

La rana sin gravedad del video de John Gerrard.
La rana sin gravedad del video de John Gerrard.Miquel Coll (Macba)

La disección del entrecerebro de la rana de Ramón y Cajal tiene mucho que ver con las obras que se muestran en la primera sala: un video a partir de la obra Carro de Heno realizada en el taller del Bosco en 1516 y el video de John Gerrard en el que una enorme rana gravita y mueve lentamente sus patas (a veces con espasmos) en el espacio, como lo hizo una primera rana astronauta que viajó en 1992 en el Endeavour para poder determinar si era capaz de reproducirse en gravedad cero. Pese a que el tiempo parece haberse detenido su creador tardó un año en filmarlo.

La exposición permite meterse en un enorme vientre, creado por Rupali Gupte y Prasad Shetty, en el es posible leer libros infantiles y de viajes, contemplar la acción de dos huracanes en el Mar de China o en la cosa este de Australia (Liao Fei), contemplar la devastación que supone en el paisaje la extracción del cobre en Johannesburgo (Dillon Marsh) o cómo los antiguos trabajadores de Liverpool lanzan, a cámara lenta también, piedras para destrozar las ventanas de las fábricas donde trabajaban (Cristina Lucas). Esas piedras aparecen en otra obra volando en órbita (Muhannad Shono), o bajo los océanos, donde las cámaras, como la de Charles Lim, se desplazan lentamente rastreando el fondo. El tiempo parece congelado también en la reluciente barandilla de oro de banco de Hassan Khan, que también parece levitar.

La reluciente escalera de banco de Hassan Khan.
La reluciente escalera de banco de Hassan Khan.Miquel Coll (Macba)

La muestra concluye con la presencia del ruido, de un intenso ruido emitido de forma desincronizada por seis altavoces que ha utilizado Lantien Xie para hablar de colisiones y de reparaciones, donde el metal de llaves y herramientas golpeado habla del caos de un taller de reparación de automóviles. Y tras el caos del ruido sin control, la ausencia de luz que propone Ivana Franke en su cuarto absolutamente oscuro (Lovers seening darkness) que traslada a un fondo abisal, en el que no hay noción de espacio ni de tiempo y en el que unas extrañas criaturas “pulpos y arañas”, según la artista; en realidad una ligera estructura de aluminio y redes de hilo de pescar, acaban acariciando y atrapando al osado visitante y provocando algún que otro susto. Pura sensación de vértigo.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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