Un Madrid sin siglo XX
La colección del Museo de Historia municipal, que acaba en 1914, incluirá hitos como la Guerra Civil o la Movida
En Madrid no hubo ni Guerra Civil ni Franquismo; la Movida no sacudió la capital, ni los atentados del 11-M dejaron en Atocha a 192 muertos. Eso sugiere el Museo de Historia de Madrid, que hasta ahora no incluía en sus salas los hitos de la historia reciente de la capital. Aunque el museo estuvo doce años en reformas —durante los gobiernos de Alberto Ruiz-Gallardón (PP) y Ana Botella (PP)— su colección permanente solo llega hasta 1914. Pero el año que viene sumará la historia del siglo XX y XXI, según ha anunciado el Área de Cultura de la ciudad.
El museo, que es gratuito, recibe unos 100.000 visitantes al año, según datos de la concejalía. El edificio tiene tres plantas organizadas según un criterio cronológico, desde el siglo XVI hasta el siglo XIX. Un baúl de nogal inaugura el recorrido; también hay cartografías del 1500 y abanicos de nácar y marfil; cuelgan de las paredes retratos de reyes y se expone una maqueta del Teatro Real; una vitrina exhibe herramientas del siglo XIX, vajilla moderna y elementos de cosmética. Pero ya han pasado 40 años desde que se dictó la Constitución de 1978 y más de 30 desde que se fundó la revista Madrid me mata y ninguno de esos hechos se documenta en las salas.
“Era una carencia que teníamos”, reconoce Belén Llera, directora general de Museos, Archivo y Bibliotecas de la capital. “Ya empezamos a tener una perspectiva histórica y se puede ofrecer un discurso mucho más coherente”, añade. Destaca, además, que en los últimos dos años la concejalía ha puesto en valor la red de museos municipales, como el de San Isidro, renovado en 2017, o el Planetario.
El primer paso ha sido encargar al historiador Ángel Bahamonde, catedrático de Historia Contemporánea de la Carlos III, el estudio y análisis de lo que la sala del siglo XX debería incluir. El catedrático ha propuesto un relato con cuatro etapas: los primeros años del siglo hasta 1936, la Guerra Civil, el franquismo y la ciudad democrática. En cada una de esas etapas, ha analizado los elementos de la morfología de la ciudad, los sociales, los económicos y los de la vida cotidiana de los ciudadanos.
“Es el discurso de una modernización continuada que se frena en la Guerra Civil”, explica Bahamonde. “La guerra plantea menos problemas de los que pensamos”, señala el historiador, que asegura que no ha presentado un relato “con buenos y malos”. Para realizar el informe ha visitado museos de otras ciudades, como París o Barcelona, que le han dado “elementos de información”: “No es imitación, Madrid tiene su propia dinámica”.
Tras el informe, empieza la adaptación al relato museográfico, es decir, de qué forma con qué contenido y en qué espacios se va a contar la historia. Esa etapa está en desarrollo y el Área de Cultura prevé que esté finalizada en otoño. Llera explica que aún están adaptando el discurso a las posibles piezas y que esperan incluir contenido audiovisual.
Al llegar a la tercera planta —tras pasar las primeras fotografías de la exposición, dos máquinas de coser Singer en miniatura y una colección de estampillas— el recorrido se acaba de repente. Un carruaje de finales de 1800 es lo último que los visitantes ven. Detrás, una puerta gris indica el fin, que llega cuando la población de Madrid aún era de 600.000 personas —hoy es de más de tres millones—, cuando por la Gran Vía todavía no circulaban buses y cuando Franco seguía vivo. Con la nueva colección, el relato “llegará hasta estos momentos”, asegura Llera. “Si queremos entender dónde estamos, tenemos que entender nuestro pasado. Todavía no lo hemos cerrado”.
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