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Renace el Museo de Historia

El edificio de Fuencarral abre 2.000 metros cuadrados a espacios expositivos

El interior del Museo de Historia de Madrid, rehabilitado tras 13 años de obras.
El interior del Museo de Historia de Madrid, rehabilitado tras 13 años de obras.julián rojas

Madrid cuenta desde ayer con un innovado Museo de Historia, tras doce años de actuación arquitectónica y un año de ideación museográfica. Muestra los principales tesoros que sobre la trayectoria vital de la ciudad y de sus personajes, fueron acopiados por el Consistorio, en ocasiones cedidos por particulares, plasmados en su día, desde el siglo XVI, en grabados, maquetas, estampas, objetos suntuarios y lienzos de Goya y Velázquez. Todo ello ha sido aunado en un relato descriptivo, acentuadamente áulico, para ser exhibido al público que, por tratarse de un museo municipal, dispondrá de acceso gratuito.

Instalado en la siempre concurrida calle de Fuencarral, dentro del Antiguo Hospicio de San Fernando, edificio que data de 1721 y muestra una de las fachadas barrocas más singulares de la ciudad obra de Pedro de Ribera, el museo fue inaugurado en la mañana de ayer miércoles 10 de diciembre por la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, que lo definió como “signo del indiscutible liderazgo cultural madrileño” y como “principal centro documental” capitalino. La reciente adaptación ha costado 1,1 millones de euros, dijo, si bien la actuación completa, durante las dos largas décadas de reacomodo del edificio, asciende a 12 millones de euros, aproximadamente.

La arquitectura ha corrido a cargo de Juan Pablo Rodríguez Frade, autor asimismo de la reciente innovación del Museo Arqueológico Nacional. Ha constado de cuatro fases, que incluyeron; el vaciado del patio —“respetando los cipreses”, precisa el arquitecto—; la creación de un amplio edificio para oficinas y documentación; más el tratamiento y adaptación del edificio hospiciano para su función museística. La fase postrera, mucho más reducida en el tiempo, fue dedicada a la museografía.

En el nuevo museo abunda la madera como elemento más relevante. “Ello obedece al deseo de dotar al Museo de Historia de una atmósfera de intimidad cálida, casi doméstica, donde el visitante pueda escuchar sus propios pasos, un valor que deseamos que sea duradero”, explica. La museografía, supervisada por Eduardo Salas, director in pectore del museo, “ha tratado de cohonestar la dimensión plástico-decorativa y objetual con el relato propiamente histórico”, según explica. En el museo se observa una acentuación de la primera dimensión respecto del discurso. “En su origen, el carácter de las donaciones particulares, en su mayor parte de cuño artístico-decorativo, determinó ese sesgo”, explica un alto funcionario municipal que prefiere mantener el anonimato. Otra fuente discreta destaca que “el discurso ideológico siempre es más controvertido que el meramente plástico”.

La dimensión plástica es más importante que el discurso

Una copiosa asistencia, en la que figuraban personas vinculadas originariamente al proyecto, como Carmen Priego, ex directora del museo, Juan José Echeverría, ex delegado municipal de Infraestructuras, así como representantes de las principales instituciones estatales y locales madrileñas, como Patrimonio Nacional, el Instituto de Estudios Madrileños o de la Fundación Villa y Corte, pudo recorrer las cuatro plantas del museo durante la inauguración, mientras mostraban animadamente gran interés por lo expuesto. Bajo cota del edificio se encuentra la sala dedicada a una de las principales joyas del maquetismo mundial, el llamado Modelo de Madrid, que data de 1830, obra del coronel León Gil de Palacio. Se trata de una pieza excepcional por su altísimo valor documental y descriptivo de la ciudad, entonces aún ceñida por la muralla de 1625. A su vera y en la misma planta, otra gran maqueta, en madera de arce, obra contemporánea de Juan de Dios Hernández, documentada por Javier Ortega, Francisco José Marín Perellón y Julio Viudaurre, traduce en su traza el Plano de Pedro Teixeira de 1656, canon de la topografía de la ciudad, asimismo de excepcional valor documental.

La planta inicial se destina a los siglos XVI y XVII, origen de la capitalidad filipina, con profusión de efigies y retratos regios, como un busto de Felipe II en bronce, obra de Jacques Jonghelink y una deliciosa maqueta del Estanque Grande del Retiro durante una representación calderoniana; la primera planta del edificio acoge el siglo XVIII en su clave más madrileña y la planta superior, el siglo XIX, con el famoso cuadro de Goya Alegoría de Madrid, célebre por sus consecutivos repintes acordes con los cambios políticos. En esta planta cabe apreciar desde un faetón ómnibus para el traslado de personas, vigente hasta que el servicio de taxis fuera creado en Madrid en 1909, hasta porcelana, artículos de cosmética o abanicos. Pieza destacada y muy desconocida, que se muestra también al público en este ático del antiguo hospicio es la maqueta del proyecto del arquitecto Silvestre Pérez (1767-1825), de lealtades josefinas, para unir el Palacio Real con la iglesia de San Francisco el Grande, a la sazón, 1810, sede de las Cortes, en un grandioso plan, irrealizado, para conectar simbólica y realmente los poderes ejecutivo y legislativo.

Todo el museo ofrece interés al visitante por la variedad de sus colecciones para hacerse una idea de las cuales baste decir que solo en litografías los fondos del Museo de Historia atesoran más de 6.500, otro tanto de fotografías —hay más de 500 álbumes de Laurent, Clifford y otros— y un número muy superior de grabados, algunos de los cuales, como el mapa de Madrid atribuido a Mancelli, de 1625, los visitantes pueden admirar. La antigua capilla irá destinada, en una ulterior actuación, a albergar la pintura religiosa.

Museo de Historia. Fuencarral, 78.

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