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Nada escapa a la transformación digital

Profesionales, instituciones y empresas asumen el reto de conectar la tecnología con la educación

Alumnos durante una clase de tecnología.
Alumnos durante una clase de tecnología. Mònica Torres (EL PAÍS)

Uno de los termómetros que miden el avance de una sociedad es la calidad de la educación. Pero en esta era no hay nada que escape a las apuestas tecnológicas dentro de lo que ha pasado a denominarse la transformación digital. Una de las maneras de detectar el grado de progreso en este sentido es el número de proyectos y actividades emprendedoras e innovadoras que surgen de los profesionales, las instituciones o las empresas. La compenetración entre lo digital y la educación representa una apuesta de presente y futuro.

En este reportaje se recoge un catálogo de ejemplos que dan una idea de cómo evoluciona este proceso en la Comunidad Valenciana, con sus dudas y certidumbres. La revolución tecnológica supone la desaparición en algunos casos de profesiones y recursos. Así se explica la incertidumbre sobre la continuidad del papel en beneficio de los formatos digitales. La Universidad de Valencia (UV) está involucrada en una investigación que financia el Programa Europeo de Cooperación en Ciencia y Tecnología. Se trata de un metaanálisis realizado con datos procedentes de 150.000 alumnos de 10 países que van desde los seis años a jóvenes universitarios. La conclusión clara, según Pablo Delgado, investigador implicado en este proyecto, es que: “las nuevas generaciones comprenden peor en digital (en relación con el papel) que las generaciones anteriores”. El motivo, según interpreta, es “la distracción que tiende a ser mayor en el soporte digital”.

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Un contraste de esa opinión se puede localizar en L'Eliana (Valencia) donde se ubica el Iale International School, un centro privado que cumplió el curso pasado 50 años de existencia. “Aquí podríamos decir que el papel ha desaparecido en un 90%”, asegura Miguel Martínez IT Manager del Grupo Iale-Elians. Unos 600 alumnos utilizan el iPad como instrumento básico para su formación, desde infantil hasta bachillerato. En su día, según afirman sus promotores, fue el primer colegio en España que implantó este sistema. Iale utiliza un programa que analiza el tráfico de Internet, dentro y fuera de las aulas del centro, con el fin de “prevenir acceso a sitios inapropiados”.

El Centro de Educación Infantil y Primaria Censal de Castellón es un ejemplo de la enseñanza pública. Sus casi 250 alumnos cuentan con un aula de informática gestionada por un coordinador, donde los de segundo y tercer ciclo de Primaria realizan sus trabajos de investigación y divulgación. Cada aula tiene un ordenador y una pizarra digital. El colegio cuenta con 15 iPads. Empar Franc, directora del centro, opina que sus instalaciones “están razonablemente bien dotadas desde el punto de vista tecnológico”. Marc Candela, portavoz del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza del País Valenciano (STPV), opina por su lado que “las aulas informáticas están muy demandadas” en los centros públicos de la Comunidad Valenciana “y no hay para todo el mundo”. También señala que “los ordenadores han quedado obsoletos”, aunque el principal problema que detecta esta central sindical es que “la velocidad de conexión es muy lenta”.

Blockchain (cuya traducción literal del inglés sería cadena de bloques) es una de las últimas fascinaciones del mundo tecnológico. Es el sistema a través del que se crean las criptomonedas como el bitcoin, pero tiene otras utilidades como la que le ha dado la empresa alicantina Tutellus.io. Miguel Caballero es su responsable. La principal novedad que aporta es que “el alumno cobra por aprender”, señala este directivo. Una de las bases de este concepto disruptivo está en la criptomoneda que genera Tutellus.io, el tut.Los alumnos, de entrada, pagan por cada curso que inicien en moneda convencional o en tuts (saliendo en este caso el curso un 10% más barato). Una vez finalizado, el estudiante recibe tuts hasta alcanzar como tope el precio que pagó inicialmente. Los tuts se pueden convertir en moneda convencional. Cada uno tiene un valor inicial de 0,05 dólares. Pero la aplicación de blockchain no solamente tiene la vertiente monetaria, Tuttelus.io la usa para llevar a cabo una gestión descentralizada “más transparente”.

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La Consejería de Educación gestiona un presupuesto para este año de 4.720 millones de euros. En lo tocante al ámbito tecnológico, fuentes de este departamento destacan los 4,1 millones destinados a atracción y retención del talento investigador y, de otro lado, el más de un millón de euros para la promoción de proyectos innovadores en los centros educativos. La Administración autonómica opta por garantizar la presencia de recursos (al menos un ordenador por aula y pizarra digital) así como por la formación de los profesores en el uso de las TIC para la enseñanza. El consejero de Educación, Vicent Marzà, en declaraciones a EL PAÍS, reconoce que en desarrollo tecnológico y transformación digital “estamos avanzando pero todavía queda mucho por hacer. No estamos donde quisiéramos”.

Mònica Torres (EL PAÍS)

Clases de Tecnologías Creativas

La Obra Social La Caixa, con el apoyo de la consejería, celebró en Valencia el pasado día 18 de abril la primera edición del programa Clases de Tecnologías Creativas. En el certamen se presentaron unos 200 proyectos de 50 institutos de la Comunidad Valenciana, basados en el fomento de Arduino, tecnología hardware de código abierto. En el desarrollo de estas actividades participaron 1.500 alumnos y 100 profesores. Los profesionales aprovechan el tirón de los canales que ofrece internet para fomentar su conocimiento y ganar proyección. Es el caso del psicólogo valenciano Alberto Soler, que cuelga vídeos en You Tube con los que intenta ayudar a las personas. Su producción está presente también en la Escuela de Bitácoras, una empresa que empezó a destacar en España con el fenómeno de los blog. Soler igualmente atiende por videoconferencia a “pacientes de todos los lugares del mundo, en aquellos casos que son susceptibles de ser atendidos por esta modalidad”.

Las posibilidades que ofrece internet son infinitas. Y los usos educativos también. Lo demuestra, por ejemplo, la plataforma que lanza la empresa juguetera valenciana Cordesco que ha conseguido la marca Funny Kitchen (de EEUU) para su explotación en España. Se trata de una escuela online de cocina y nutrición destinada a la familia al completo. El objetivo es aprender no solo a cocinar platos, sino a que, sobre todo los pequeños, adquieran buenos hábitos alimenticios. En el ámbito universitario, tanto la Universidad de Valencia como la Politécnica de esta ciudad, concitan actividades educativas de base tecnológica. La app Liad@s, lanzada hace un año, fue diseñada por un equipo de investigadores de la UV para “desmontar falsos mitos del amor romántico y prevenir comportamientos sexistas”. Está destinada a jóvenes de entre 12 a 18 años. Según los resultados obtenidos hasta ahora, los promotores han detectado un descenso de entre el 12% y el 25% en los comportamientos sexistas de adolescentes, gracias a la app.Por su parte, el Departamento de Psicología de la UV trabaja con el Instituto de Robótica de esta misma universidad para el estudio del autismo.

Las estadísticas indican que en Europa hay un niño con este trastorno por cada 120. Una de las herramientas más llamativas de las diseñadas por este instituto es la simulación de un supermercado con realidad aumentada, que sirve para que los pacientes (niños de hasta seis años) ganen confianza antes de ir a tiendas de verdad. El catedrático de Psicología Evolutiva Francisco Alcantud, uno de los promotores de esta actividad, apunta no obstante que las herramientas TIC “son siempre complementarias a la intervención cara a cara o en grupo”.

Flipped Classroom es el proyecto estrella de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) en cuanto a tecnología y educación. Así lo aseguran desde esta institución. Se trata de un método pedagógico, traducible al español como clase inversa. Consiste en que los alumnos siguen las clases vía online en casa y luego su presencia en las aulas se destina “a realizar prácticas, trabajos en equipo y otras dinámicas más colaborativas”, informa un portavoz de la UPV. En la actualidad hay 421 docentes que apuestan por este método para dar clase a 9.000 alumnos en 357 asignaturas.Otra iniciativa de la UPV es MOOC, cursos en Internet en abierto destinados a gente del mundo entero. Los alumnos siguen en este caso vídeos grabados por profesores dentro de un programa que finaliza con exámenes tipo test. Los alumnos que los superan obtienen una acreditación digital sin validez académica. Estos cursos se alojan en una plataforma del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) y la Universidad de Harvard.

¿Fuga de cerebros a todo tren?

En la UPV un grupo de estudiantes de distintas carreras desarrolla un modelo de hyperloop, un tren super rápido que puede alcanzar los 1.000 kilómetros hora sin apenas impacto en el medioambiente. Ha sido ya premiado varias veces en los EE. UU. Aquí en nuestro país, sin embargo, el proyecto sigue adelante a duras penas. De entrada, sus promotores, un colectivo formado por 34 jóvenes con una media de edad de unos 23 años, tienen que trabajar en el prototipo en su tiempo libre, entre clase y clase. Apenas pueden convalidar algunos créditos por esta tarea y tampoco la pueden presentar como proyecto fin de carrera. Una dificultad añadida (y no menor) es la falta de patrocinio, dado que las ayudas públicas son limitadas a pesar del intento de apoyo de su universidad en este sentido. El proyecto demuestra muy a las claras la heroicidad que muchas veces supone investigar y sacar adelante proyectos tecnológicos en España. Por eso, ¿a quién le extraña que haya fuga de cerebros a todo tren?

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