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Los ataques al turismo abren otra brecha entre la CUP y Puigdemont

La Generalitat condena "sin matices" las acciones de Arran y los anticapitalistas las consideran simbólicas

La diputada de la CUP Mireia Boya.Foto: atlas
Àngels Piñol

Los ataques vandálicos contra servicios turísticos protagonizados por Arran, un grupo de la izquierda independentista afín a la CUP, han abierto una nueva brecha entre el Govern de Junts pel Sí y sus socios anticapitalistas. El consejero de Presidencia, Jordi Turull, condenó “sin matices” la agresión al bus turístico y pidió replantear esas acciones. La diputada de la CUP Mireia Boya, las tildó, sin embargo, de “simbólicas” y acusó al Govern de generar violencia con sus políticas. Este teme que los ataques contaminen el procés, del que reivindica su pacifismo. Las dos partes aseguran que las fricciones no afectan al referéndum.

 La cuenta atrás hacia el referéndum del 1 de octubre había abierto las dos últimas semanas una especie de tregua entre los dos aliados independentistas que conforman la mayoría parlamentaria en Cataluña. Sin embargo, los dos socios siguen estando en las antípodas ideológicas aunque esas divergencias hayan quedado solapadas por el procés.La propia Anna Gabriel, portavoz de la CUP, recalcó durante la sesión en la Cámara en la que Carles Puigdemont explicó el alcance de la crisis de Gobierno que lo único que les une es el referéndum y la independencia. La renovación del Ejecutivo colmó, de hecho, las aspiraciones de la CUP al ser relevado el consejero de Interior, Jordi Jané, de quien dudaban del papel que podía asumir durante el 1 de octubre.

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Las diferencias entre Junts pel Sí y la CUP siempre han estado latentes y ayer emergieron de forma abrupta, justo después de que el lunes se registrara la ley del referéndum y el Govern iniciara sus vacaciones. Mireia Boya, presidenta del grupo parlamentario de la CUP, abominó del modelo turístico de Barcelona, que considera “depredador”. “Es violencia pura y dura y obliga a malvivir a muchas personas”, dijo. En declaraciones a Rac1, Boya advirtió de que Arran no es la CUP y que tiene sus propios portavoces y órganos de decisión, pero defendió su campaña al sostener que se trata de acciones simbólicas que no hay que dramatizar.

Boya recriminó a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, haber renunciado a cualquier tipo de debate y a explorar alternativas al modelo turístico actual y acusó al Ejecutivo catalán de “avalar” esa política. “Siempre nos pedís a nosotros que renunciemos a la violencia, cuando la violencia también la provoca el Govern”, afirmó, por ejemplo, para cargar contra la “política neoliberal” del consejero de Empresa y Conocimiento, Santi Vila, que apenas lleva dos semanas en el cargo. “Estoy dispuesta a apostar por la transversalidad pacífica del movimiento independentista pero él debe comprometerse a poner fin, hasta después del referéndum, a la política neoliberal que impulsa”.

Simpre nos pedís que  renunciemos a la violencia, cuando la violencia también la provoca el Govern”, dice Mieria Boya, de la CUP

La crítica de la diputada sorprendió al Ejecutivo catalán que, hasta ese momento, tampoco se había distinguido, salvo en el caso precisamente de Santi Vila, por criticar el asalto el domingo a un autobús turístico lleno de pasajeros por parte de un grupo de jóvenes encapuchados que pincharon las ruedas e hicieron pintadas en la luna del vehículo.

Tras el Consejo de Gobierno, Turull fue categórico. “Quiero hacer una condena sin matices”, afirmó el portavoz, que solicitó que cesen de inmediato este tipo de acciones y anunciando además que se personara en la denuncia Transportes Metropolitans de Barcelona (TMB) por los daños causados, que se elevan a unos 1.800 euros. En respuesta a la CUP, Turull negó que las políticas del Govern generen violencia y agregó que, en ese supuesto, tampoco sería justificable: “Si considera que hay violencia, algo que no compartimos, la violencia con más violencia no se arregla. Pongamos política”.

Todos los cargos del Govern y el PDeCAT y Esquerra (lo partidos que forman Junts pel Sí) y los colectivos independentistas han reivindicado desde que estalló el procéssoberanista en 2012 que el movimiento separatista se ha distinguido siempre por no generar ningún tipo de altercados. Por ello, consideran ese carácter pacífico como un tesoro que aporta argumentos de cara a su reivindicación ante la comunidad internacional. “Quien intente relacionarlo con el proceso es malintencionado. No tiene nada que ver con el proceso. Si el proceso ha destacado por algo es por ser absolutamente pacífico. Son dos cosas que nada tienen que ver”, dijo el consejero.

Quien intente relacionarlo con el procés es malintencionado. No tiene nada que ver. Si por algo ha destacado es por ser absolutamente pacífico", dice Turull

No parece, sin embargo, que el conflicto vaya a cesar porque Arran no tiene intención de frenar su campaña contra lo que considera una invasión que encarece los precios y merma la calidad de vida de los barceloneses. De entrada, ya ha colgado un vídeo en el que se ve a unas personas pinchando las ruedas de bicicletas de alquiler de empresas privadas (no las de Bicing, las del servicio público de la ciudad). Arran replicó a Turull a través de las redes sociales: “Gracias por decir lo que decimos desde hace tantos años: violencia son vuestras políticas liberales. Autodefensa es la palabra correcta”.

Jaume Collboni, alcalde en funciones de Barcelona por las vacaciones de Colau, calificó de “gravísimo” que la CUP no haya condenado los ataques de Arran y afirmó que “hay una línea roja que nunca se tiene que cruzar”. El socialista declaró que quería ser “muy claro y muy crítico”. “Hay que ser implacables con los actos violentos y no hay que ser ni ambiguos ni darles apoyo”, afirmó señalando que los autores se toparán con el Ayuntamiento, el Govern y la justicia, informa Carlos Garfella.

Las críticas se sucedieron ayer y la patronal Pimec condenó cualquier acción que se asocie a la “turismofobia o la xenofobia económica”. La decana del Colegio de la Abogacía de Barcelona (ICAB), Eugènia Gay, alertó que los ataques al turismo ponen “en peligro” la convivencia en la ciudad.

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