La historia de Cuba a través de 30 años de carteles
El Muvim de Valencia recorre la revolución de la isla de 1959 a 1989 con su propaganda política y cultural
Situada a 150 kilómetros de Estados Unidos y caracterizada como una sociedad de consumo, la revolución puso Cuba patas arriba. Uno de los muchos cambios que experimentó alcanzó a los artistas gráficos: pasaron de elaborar carteles para vender productos a crearlos con fines de propaganda bélica, política y cultural. El objetivo se modificó, pero la calidad estética del diseño de la isla siguió teniendo relevancia global.
El Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (Muvim) expone desde este miércoles una selección de 57 carteles que recorren la historia de Cuba desde 1959, el año en que Fidel Castro tomó el poder en Cuba, a 1989, fecha de inicio del desmoronamiento del bloque soviético con la caída del muro de Berlín.
Las obras proceden del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana y de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí.
1989 fue también el año en que empezó el hundimiento del género del cartel en la isla. Sin metáforas. A partir de entonces y durante cerca de dos décadas, ha explicado la comisaria, Moraima Clavijo, que fue vicepresidenta del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, la pérdida de los históricos socios comerciales provocó que las imprentas de la isla permanecieran "prácticamente cerradas por falta de materiales".
La exposición, que ha cubierto las paredes de la sala Parpalló del museo con una "eclosión de colores y de negros", en palabras del director del Muvim, Rafael Company, podrá verse hasta el 15 de octubre. Se complementará con otra muestra, que se inaugurará el 29 de junio, titulada Las imágenes del poder.
Ambas componen un proyecto único, llamado Poder y propaganda, que ha sido dividido por motivos técnicos y que explora, ha indicado el responsable de exposiciones del Muvim, Amador Griñó, la potencia comunicativa de la imagen artística como herramienta al servicio del poder. El cartel en Cuba lo fue, y algunos de ellos, ha admitido la comisaria, fueron censurados por el Gobierno socialista y no llegaron a ver la luz.
La famosa imagen de Fidel Castro en su campamento de Sierra Maestra tomada por el periodista del New York Times Herbert Matthews en el año 1957, en la versión del cartel de Eladio Rivadulla, abre la exposición. El régimen de Fulgencio Batista había anunciado la muerte del jefe de los barbudos, y la fotografía en la que el revolucionario aparecería sentado al lado del redactor fue una fe de vida que insufló ánimos a los insurgentes.
La muestra incluye otras imágenes icónicas de la revolución cubana, como el retrato del Che Guevara de Korda plasmado en el cartel Hasta la victoria siempre de Ñiko (Antonio Pérez). Láminas sobre la guerra de Angola —en la que se involucró Cuba— o Vietnam. Y una serie de carteles lanzados por el Gobierno para concienciar a la población de la necesidad de ahorrar energía, que incluye auténticos hallazgos, como la palabra CLIK escrita sobre un fondo negro, obra de Félix Beltrán (1968).
Más de la mitad de la exposición está dedicada a carteles culturales. Literarios —como el que Roger Aguilar creó en 1973 para anunciar el Museo Hemingway en Finca Vigía, La Habana—, teatrales —como el de la representación de La casa de Bernarda Alba en el Teatro Estudio—, musicales —como el encuentro de canción protesta que acogió la Casa de las Américas en 1967—, y sobre todo cinematográficas —desde un homenajea Marilyn al cartel de Harakiri, el filme que el japonés Masaki Kobayashi estrenó en 1962—.
Un 30% más de público en el museo
Xavier Rius, diputado de Cultura de la Diputación de Valencia, la institución de la que depende el Muvim, ha destacado el aumento de 250.000 visitantes (un 30% más) que el museo registró en 2016. Rius ha dicho que el proyecto de la Corporación provincial para el Muvim pasa, en primer lugar, por fomentar "el pensamiento crítico" de los ciudadanos, pero que el crecimiento de visitantes siempre es bienvenido.
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