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Las muchas vidas de Joan Francesc Mira alcanzan la cumbre académica

El autor valenciano recibe la medalla de oro de la Universitat de València

Ignacio Zafra
Joan Francesc Mira, a la izquierda, junto al rector de la Universitat de València, Esteban Morcillo.
Joan Francesc Mira, a la izquierda, junto al rector de la Universitat de València, Esteban Morcillo.
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Joan Francesc Mira ha ofrecido este jueves un elogio de los dos oficios a los que más tiempo ha dedicado en su vida, los de antropólogo y escritor, así como de las conexiones entre ambos al recibir la medalla de oro de la Universitat de València.

Como ha quedado de manifiesto en el acto celebrado en el claustro del edificio de La Nau, Mira, nacido en Valencia en 1939, se ha dedicado a muchas más cosas. Como a ser un "helenista marginal, o más exactamente profesor de griego". Es fácil entender por ello que Ulises sea su héroe favorito y que al recibir la condecoración, claramente emocionado, haya asegurado que la medalla significa para él "una satisfacción íntima y profunda, un sentimiento de bienestar y de paz después de un camino larguísimo, un camino de más de 50 años desde que paseaba por el claustro clásico de esta casa".

El rector, Esteban Morcillo, ha recordado que el papa Alejandro VI, Roderic de Borja, autorizó mediante una bula pontificia los estudios de la Universitat de València en 1501. Y ha destacado que Mira, además, de escritor, antropólogo y profesor de griego es historiador y experto en la familia valenciana más conocida —y, según el autor, más injustamente difamada—del mundo.

Su amiga, discípula y catedrática de Antropología Social, Josepa Picó, ha repasado en la laudatio un puñado de otras ocupaciones del homenajeado. Profesor universitario, vertebrador del espacio cultural de los territorios de lengua catalana, articulista, presidente de Acció Cultural del País Valencià, candidato a las Cortes Valencianas, director de museo, investigador principal, restaurados de muebles, comprador de trastos viejos... Picó ha recordado cómo, entre 1980 y 1982, buscaron infatigablemente juntos en furgonetas alquiladas el material que daría cuerpo al Museo Valenciano de Etnología.

Con un presupuesto de ocho millones de pesetas (48.000 euros) reunieron por compra o donación 3.000 piezas entre mesas, sillas, camas, herramientas del campo, carros, ajuares, cazuelas, herramientas de artesanos y otros trastos que llevaron al edificio de la Beneficencia de Valencia, donde todavía quedaban "algunas monjas y unos cuantos viejos asilados".

La literatura, ha dicho Mira en el discurso de aceptación de la medalla, es el arte que mejor interpreta "la vida o las vidas de la gente". Y ha puesto como ejemplo de ello al autor clásico Hesíodo: "Fuente inagotable para conocer ahora mismo los sentimientos más profundos de un agricultor griego de hace cerca de 30 siglos".

A diferencia de otros científicos sociales, el antropólogo "vive o al menos intenta vivir entre y en los personajes del drama: algo así como si un crítico teatral no estuviera sentado entre los espectadores sino moviéndose con los actores en el escenario", ha mencionado Mira como uno de los rasgos que aproximan este trabajo al de escritor.

A cambio, el antropólogo debe hacer un esfuerzo por "neutralizar ese subjetivismo de forma que no contamine el resultado de su trabajo", ha dicho. Y nunca podrá, como hacen los escritores, "proyectarse en sus personajes hasta afirmar, como Flaubert, que 'madame Bovary c'est moi".

Mira, que ha recibido una larga lista de reconocimientos —Premio 9 d'Octubre de las Letras Valencianas, Premio de Honor de las Letras Catalanas, Premio Nacional de la Crítica en dos ocasiones, Premio Sant Jordi de Narrativa y Premio Nacional de Traducción entre ellos— ha unido a Julien Sorel, protagonista de Rojo y negro de Stendhal, y a un grupo de mineros asturianos estudiados por el norteamericano James W. Fernandez para revelar la conexión profunda entre la labor del escritor y la del antropólogo.

El libro de Stendhal y el estudio de Fernández tratan, según el autor de La nació dels valencians, "en el fondo del fondo, de la posibilidad y la dificultad de conciliar mundos, tiempos y espacios diferentes, con el individuo atrapado en medio". Y los dos, el escritor y el antropólogo, ha concluido, permiten asomarse a "aquello que se insinúa, aquello que empieza y no acaba, aquello que no se expresa de forma frontal y directa y unívoca: una mirada a la oscuridad al final de la escalera que está en el centro de la experiencia humana".

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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