La fracasada aventura panameña de Oleguer Pujol
El benjamín perdió los 60.000 euros que invirtió en dos grandes edificios fallidos
La mezcla de amigos y dinero puede ser nefasta; en especial, si las cosas van mal dadas. Es lo que ocurrió con un proyecto fallido, liderado por el empresario Daniel Costa, para construir dos rascacielos en la capital de Panamá. Costa viajó al Caribe en busca de oportunidades de negocio en el sector inmobiliario y las encontró. El dinero lo halló en su círculo de amigos, entre los cuales figura Oleguer Pujol Ferrusola.
La aventura panameña de Oleguer dio al traste y ni él ni los otros inversores recuperaron el dinero. Uno de ellos cree que no fue cuestión de mala suerte y se ha querellado contra Costa ante la Audiencia Nacional. Le acusa de apoderarse ilegalmente del dinero y de cobrar comisiones abusivas y a espaldas de los socios para incorporar a nuevos accionistas, según el sumario, al que ha tenido acceso EL PAÍS.
Oleguer participa aún en la firma de Bahamas con la que se gestó una operación
El proyecto echó a andar en 2008, cuando Costa creó la empresa SDC en Bahamas (paraíso fiscal) “por razones de optimización fiscal”, según el exsocio que ahora le ha denunciado. Con esa firma se canalizó una operación de gran calado: la torre Quartz, un edificio de oficinas en el centro de la capital que no llegó a construirse. En abril, SCD recibió 41 aportaciones idénticas, de 60.000 dólares cada una. Entre los inversores figura el benjamín de los Pujol, pero también nombres de familias acomodadas de Barcelona, como Bruno Vilarasau, hijo del expresidente de La Caixa, según el listado en poder del juez Ismael Moreno. “Eran amigos o amigos de amigos, de familias bien”, señalan fuentes de la investigación.
Para erigir la Quartz Tower, Costa halló un solar de 2.500 metros cuadrados y reunió fondos (bancos, etcétera) por casi cuatro millones, cifra que administró “con ligereza y falta de diligencia”, según la querella. El exsocio ha aportado al juez correos electrónicos de 2010 a 2012, que muestran la decepción por el fracaso del proyecto y el desacuerdo a la hora de intentar vender el solar y devolver las cantidades. Oleguer Pujol comenta cuestiones técnicas (porcentajes) y da consejos a Costa: “Necesitamos tener una postura unánime entre los accionistas de la sociedad matriz (...) No firmes nada hasta que no esté aprobado por todos”.
Algunos socios, que eran amigos, han acabado pleiteando en los tribunales
El hijo pequeño del expresidente catalán aparece en los correos junto a un núcleo reducido de personas; entre ellas, Luis Iglesias, su socio en Drago Capital. Las operaciones inmobiliarias de esta empresa centran la investigación de la Audiencia Nacional en la que Oleguer está imputado por blanqueo de capitales y fraude fiscal. Pese a expresar sus opiniones, Oleguer siempre se ha desmarcado del proyecto: “Un amigo [Costa] nos pidió dinero para hacer algo allí, pero no tengo nada que ver” (…) “Les dije que lo estaban haciendo mal. Se les fue al garete y ahora hay algún socio cabreado, en Panamá lo hemos perdido todo”, dijo en una entrevista concedida a este diario.
Los socios tuvieron que revender el local a un precio bajo (2,5 millones) y algunos inversores, como Oleguer, reinvirtieron el dinero en otro proyecto, igualmente fallido, en el mismo país: la construcción de un rascacielos para 97 apartamentos, con siete plantas de oficinas y un spa gigante. El Balboa Blue Spa tenía un presupuesto de 42 millones. Esa operación se gestionó a través de una segunda sociedad en Bahamas (Isla Quesito) donde el benjamín poseía un 5% de las acciones. Pese a que el proyecto se vino abajo, el motivo de que esas acciones sigan en el patrimonio de Oleguer, según fuentes del caso, es que Costa “no ha liquidado aún” Isla Quesito.
En 2012, Oleguer Pujol se acogió a la amnistía fiscal del Gobierno para regularizar 3,2 millones en paraísos fiscales. También hizo aflorar ante la Hacienda española, junto al resto de sus hermanos, el dinero que poseía en Andorra y que, según el expresidente de la Generalitat, procede de una herencia de su padre, Florenci. El exmandatario está imputado por ese motivo, en Barcelona, por blanqueo y fraude fiscal.
Los gestores de los proyectos usaron una cuenta en el Crédit Suisse de Ginebra (Suiza) para mover el dinero. Según consta en la documentación, el comprador de los terrenos de la torre Quartz depositó allí los 2,5 millones desde un fondo domiciliado en Luxemburgo, otro paraíso fiscal. La cuenta se abrió a nombre de Isla Quesito, que trató de impulsar el segundo proyecto inmobiliario. El exsocio se queja, en su denuncia, de que se han utilizado fondos de la cuenta suiza para pagar comisiones excesivas a ese nuevo accionista.
En otro de los correos, el propio Costa asume sus errores. “He gestionado la parte administrativa con negligencia”, concede a los socios. “Acepto mi culpa y renuncio a mis acciones en todas partes para que los demás cobren lo suyo y yo me voy a casa”, dice antes de añadir que se ha visto obligado a vender sus “coches” y su casa. Cada vez más atormentado, admite que lleva “tres años en depresión por la mierda esta de negocio”, y añade: “Tenéis razón, ya estoy pagando mi culpa”.
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