“Es más grave el talante de la Xunta con la sanidad que el riesgo de privatizar”
EL PAÍS entrevista a dos médicos que achacan los recortes a la “mala gestión” política y la desintonía con los profesionales
“Hace mal Feijóo en minimizar la huelga y en considerarla preventiva: sigue de espaldas”. El paro de dos días que realizaron los trabajadores hospitalarios y de Atención Primaria del Sergas contra la política sanitaria de la Xunta y la inmediata respuesta del presidente gallego, minusvalorándola, no hicieron sino evidenciar la desintonía; esa grieta por la que se cuela “el malestar y la desconfianza” de buena parte de los profesionales y de la población respecto a la gestión que el Gobierno gallego hace de la sanidad pública.
José Luis Jiménez, internista en el Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO), y Manuel Garrido Valenzuela, cirujano pediátrico en ese mismo hospital hasta que en julio el Sergas forzó su jubilación desmantelando el servicio —quedó adscrito al de Vigo, lo que generó un clamor popular—, creen que es más preocupante el “talante y la actitud” del Gobierno gallego hacia el sistema público de salud que el riesgo real de privatización. EL PAÍS se entrevistó con los dos médicos el miércoles, un día antes de que Feijóo hiciera un gesto y comprometiera su palabra —llegó a desmarcarse de la política sanitaria de su partido— de que no tocará la sanidad pública.
“Hay gran desconfianza de los trabajadores sanitarios hacia la política estatal, autonómica y local derivada de una secuencia de promesas siempre incumplidas”. Jiménez resta valor a los compromisos políticos, empañados por “la constante venta de humo; esa palabra de no tocar la sanidad pública cuando resulta que no paran de tocarla, aunque dejen siempre intactas otras cosas”. Y pone ejemplos de lo intocable: “la Administración en su conjunto, las diputaciones…”. El internista, que fue gerente del CHUO con el bipartito, habla del “trato injusto” de la Consellería de Sanidade hacia los profesionales basado en el distanciamiento: “Nos ven como el problema; no se dan cuenta de que somos la solución”.
Este sentimiento de menosprecio que Jiménez sostiene que los trabajadores perciben en los dirigentes políticos lo corrobora Garrido Valenzuela, convencido como su colega de que, sin embargo, “no hay un objetivo privatizador”, sino frío distanciamiento ejecutivo envolviendo la sangría de los recortes. “Una mala gestión”. Los dos facultativos creen que la Xunta no ha pensado tanto en privatizar como en cortar presupuesto y medios para presentar el mejor balance económico de España. Esto es, “no piensan en el paciente, sino en ser los primeros de la clase, y toca recortar”.
“En el afán por ser los primeros, hasta venden los recortes como mejoras”
“Vivimos una época de abundancia y quizás de derroche pero se cerró el grifo sin más explicaciones y nos dejaron sin opción”. Garrido sostiene que la sanidad pública “nunca fue rentable”, pero todavía se extraña de que nadie les haya dicho: “Hay que salvar esto, que se hunde”. Lejos de ellos, sienten que no cuentan con ellos —con su capacidad para la gestión clínica— para intentar frenar la cuesta abajo de la crisis, para salvar la nave.
“Los recortes no son más que la evidencia de una mala gestión. La sanidad pública en Galicia tenía suficiente músculo para resistir la crisis y que la ciudadanía no la apreciara”. Jiménez está convencido de que los tijeretazos son fruto de una dirección equivocada. Unos recortes “impuestos desde el Gobierno central que aquí se apresuran a cumplir para ser los primeros de la clase mientras en otras comunidades gobernadas por el PP, como Extremadura, aplican el sentido común a costa de un enfrentamiento con el Gobierno”.
“¿Un gestor a pie de obra permitiría el cierre de cirugía pediátrica en el CHUO?”, se pregunta Jiménez y le responde Garrido de inmediato: “Si el área es compartida entre Ourense y Vigo como dice la gerencia, lo lógico será que vengan los cirujanos de Vigo a hacer aquí las guardias y no trasladar a los niños a Vigo”. Ambos creen que en ese afán por “ser los mejores”, los dirigentes políticos gallegos “anteponen la gestión de los números a la asistencial”.
“Aunque nadie nos garantiza que no se traslade aquí el modelo de Madrid, creo que el presidente de la Xunta solamente ha jugado a las apariencias con el objetivo de ser el campeón de la sanidad y el juego se ha vuelto en su contra”, sostiene el internista. Manuel Garrido Valenzuela puntualiza su conjetura: “Yo creo que es la falta de comunicación; tendrían que escuchar lo que les dicen desde abajo”. Otra vez la grieta de la desintonía.
“Yo les habría devuelto dinero si me dejasen gestionar mi departamento”
Los trabajadores de la sanidad pública perciben “triunfalismo” y “falta de estrategia”. Un cóctel que, en su opinión, dinamita la calidad asistencial.
—No nos han hecho partícipes de ninguna decisión. Apuestan por los recortes pero yo les habría devuelto dinero si me hubieran dejado gestionar mi departamento con un equipo motivado científicamente.
Garrido Valenzuela apela a la “verdadera gestión clínica” —en contraposición a las áreas de gestión que quiere imponer el Sergas y que rechaza el grueso del colectivo sanitario— como medida para la contención del gasto sin anteponerlo a la salud de los pacientes.
—Peor que los recortes es la pérdida de lozanía, de punch, de nuestro sistema sanitario. Esa política de corta mirada. Yo creo que hace falta mucho diálogo, paciencia y más humildad en la gestión. Si Feijóo nos dijera que no puede ampliar el hospital porque no hay dinero, todos lo entenderíamos, pero él quiere vender algo, así que mete la financiación público-privada y cada vez más elementos externalizadores.
José Luis Jiménez asegura que se puede gestionar bien lo público en época de escasez y pone el ejemplo del exconsejero de Salud del País Vasco, Rafael Bengoa, que “con unos recortes muy pequeños consiguió ahorrar al propiciar menos ingresos hospitalarios. Se lo llevó el presidente Barack Obama, que está construyendo en EE UU el sistema sanitario al que aquí renunciamos.
Ambos médicos reconocen que el Sergas ha hecho “cosas buenas” en la gestión, entre las que citan la mejora de la prescripción farmacéutica (racionalizando el gasto), los procesos integrados (el seguimiento y tratamiento de las enfermedades desde Primaria hasta el último eslabón) y, en el caso de Ourense, la prioridad por contratar parados. Pero insisten en que el error es básicamente “estratégico y táctico”: ese empeño en “publicitarse”.
Copago farmacéutico, supresión de áreas hospitalarias, jubilación forzosa a los 65 años, tasa de reposición del 10%, contratos en precario y ley de garantías (el traslado de enfermos a centros concertados o privados si la Xunta incumple sus plazos). La lista de las áreas “tocadas” crece.
“Rajoy dijo que no tocaría la sanidad y ahora llaman a la privada, a monopolios ligados a las constructoras, para que controlen a los médicos”, explica Garrido el malestar de los profesionales que temen la privatización. Jiménez apostilla que la ley de garantías de la Xunta es, de nuevo, “humo”.
En su opinión es inviable porque “no tienen dinero para pagar ni a la pública ni a la concertada; ya veremos qué hacen para que cuadren la cifras”. El internista insiste en tildar de “política publicista” la gestión del Sergas. “Prima la venta del producto sobre el producto: incluso los recortes objetivos los venden como mejoras y en ese afán competitivo, Feijóo llega a proclamarse el mayor defensor de la sanidad pública: se trata básicamente de esto”. “Se sobreentienden las buenas intenciones del Gobierno en la crisis, pero está claro que es objetiva una mala gestión”, concluye también el cirujano.
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