El curso arranca también en el comedor
La sombra de la malnutrición y las sentencias contra la inmersión marcan la vuelta al 'cole' Los colegios aún albergan un total de 1.008 barracones
Este jueves arranca el curso escolar más complicado para padres, alumnos, profesores e incluso para la Administración. A los recortes perpetrados en cursos anteriores, se añaden otros nuevos, que afectan básicamente a los alumnos con dificultades de aprendizaje. También planea la sombra de la reforma educativa del Gobierno, que se podría aprobar antes de final de año y que rechaza toda la comunidad educativa, porque, entre otros aspectos, amenaza a la inmersión lingüística, igual que las últimas sentencias judiciales. El foco también estará puesto en la pobreza, que ya ha empezado a colarse en la escuela y está haciendo brotar casos de malnutrición infantil. “Este curso será duro. Se consolida otro modelo, más injusto y más duro con los niños más necesitados”, valora Montse Ros, responsable de educación de CC OO.
Con estos retos a superar en el horizonte, 1,3 millones de alumnos regresa a las aulas. Serán 20.674 estudiantes más, pero con el mismo número de profesores. Un desequilibrio notable si se tiene en cuenta que en el curso pasado ya hubo 30.000 estudiantes más, pero entonces se prescindió de 3.000 profesores. Los docentes denuncian un empeoramiento de sus condiciones laborales, con un recorte del 20% del sueldo desde hace tres años, el aumento de las ratios de alumnos por aula, la reducción de un 20% de los recursos económicos para comprar material y la no sustitución de las bajas hasta pasadas dos semanas.
La Generalitat destinará
Los recortes también se repiten este año, pero esta vez afectando a los alumnos más vulnerables. Concretamente, se reduce el 10% del horario del personal de apoyo a los alumnos con discapacitados y de la dotación a los alumnos con problemas de adaptación social. “Llueve sobre mojado”, resumió Ana Elvira Sánchez, portavoz del sindicato Ustec, mayoritario en la pública.
Pero este curso, la atención de muchos profesores estará puesta no solo en los aspectos pedagógicos, sino en el social. Al final del curso pasado algunas escuelas dieron la alerta sobre la aparición de problemas de malnutrición en las aulas. Este verano han abierto varios colegios para dar de comer a los niños sin recursos. Ante la necesidad, la consejera de Enseñanza, Irene Rigau, anunció el aumento de la dotación de becas comedor en 1,8 millones de euros-después que se hayan reducido un 20% en los tres últimos años-, lo que permitirá dar entre 2.000 y 4.000 becas más. Algo insuficiente para la Fapac, la federación de AMPAs, que alertó que hasta 10.000 niños se quedarían sin esta ayuda. La Generalitat se comprometió a atender a todo menor con “privaciones alimentarias”.
Cierran cinco escuelas y cuatro se desmantelan progresivamente
El curso también empieza con cinco escuelas cerradas —en Terrassa, Argentona y tres rurales— y cuatro más se desmantelarán progresivamente. Además, 1.008 barracones —11 más que el curso pasado— servirán a alumnos cuya clase carece de un espacio adecuado.
Los sindicatos han hecho un llamamiento para que el jueves se luzca la camiseta amarilla, símbolo de la protesta educativa. No obstante, el arranque del nuevo curso se prevé mucho más tranquilo que el de los dos últimos años, marcados por las sentencias contra la inmersión lingüística y los recortes.
Los cierres acechan a la concertada
La escuela privada concertada tampoco se libra de los recortes, pero lo que más preocupa al sector es que el descenso demográfico lleve al cierre a muchos colegios. Este curso se han eliminado 57 grupos de la concertada, de los cuales una treintena son de P-3. “La curva demográfica sigue cayendo y el cierre de un grupo de P-3 sentenciar al cierre a muchas escuelas”, alerta Carles Armengol, de la Fundación Escuelas Cristianas.
Otro de los problemas que golpea la concertada son los impagos de la Generalitat. Las escuelas del sector cobran con cuatro meses de retraso los gastos de funcionamiento y la patronal reclama las facturas de diciembre, abril y mayo del curso pasado, que podrían cobrar en breve a través del plan de pago de proveedores del Gobierno.
Los impagos autonómicos ya han tenido un duro efecto en las concertadas ubicadas en barrios empobrecidos. La escuela Lestonnac de Badalona se ha visto obligada a suprimir la sexta hora, un refuerzo que solo se mantiene en la concertada y en los centros públicos de zonas humildes. La concertada habitualmente cobra a las familias esta hora adicional, algo inviable en el caso de Lestonnac, donde “el 50% de los alumnos son de etnia gitana y el resto, inmigrantes”, explica su director, Manel Valle. “No podemos hacer pagar una cuota a estas familias que apenas pueden pagar el material o el comedor escolar”, tercia Valle.
Hasta ahora las familias de este tipo de centros, unos 27 según publicó La Vanguardia, no pagan cuota porque lo financia la Generalitat. El problema es que Enseñanza ha cambiado el sistema de subvenciones, que era de concesión directa y pasará a ser de concurrencia pública. Pero las ayudas no se convocarán hasta el año que viene, un plazo demasiado largo para Lestonnac, con problemas económicos ya que la Generalitat tampoco les ha pagado por el curso pasado
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