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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Material ferroviario sensible

Los trenes del Gobierno central y del Ejecutivo catalán avanzan hacia la colisión frontal; de los maquinistas depende evitar el choque

A partir del 11 de septiembre, y especialmente desde la convocatoria de elecciones anticipadas, se habló mucho del peligro de un “choque de trenes” entre Cataluña y el Estado. Yo escribí, no sé si en estas mismas páginas, que se trataba más bien de un tren que avanzaba aceleradamente, para ir a chocar contra un muro en Madrid, muro construido por la incomprensión y la rigidez castellana, y fortalecido por una mayoría absoluta en el Congreso, precisamente en un momento de gran debilidad financiera del Gobierno catalán.

Desgraciadamente las cosas han ido así; pero ahora se han transformado en un verdadero “choque de trenes”, ya que por un lado la velocidad ha aumentado y por el otro la inflexibilidad se ha convertido en contraataque abierto. Hay ahora dos locomotoras que avanzan una hacia la otra, una con una pancarta que dice Construir estructuras de Estado, y la otra anunciando Eliminar duplicidades administrativas. Es fácil entender que ambas significan exactamente lo mismo, pero justo al contrario. La primera quiere crear nuevos órganos, la segunda destruirlos. Pensemos un momento en ello.

1. El Estado catalán. Tanto los que aspiran a una Cataluña independiente, como los que desean un Estado catalán en una España federal (y esta suma representa una amplia mayoría), están de acuerdo en que deberemos dotarnos de algunos órganos políticos, financieros, administrativos, o judiciales que actualmente no tenemos. Según el objetivo final, se discrepa en cuáles son, y sobre todo en la conveniencia o no de construirlos sin esperar a que el pueblo catalán haya expresado democráticamente sus deseos. Algunos ya los tenemos (Parlament, Tribunal de Justicia, Mossos, TV-3…) Otros serían necesarios (Agencia Tributaria, sistema escolar y universitario autónomo…) Y otros pueden ser prescindibles (línea aérea pública, compañía pública de hidrocarburos, selecciones deportivas…). En todo caso se trata de una tarea necesaria y que la ambición en su cantidad y las prisas en su realización son las que están dando velocidad a una de las dos locomotoras con todas las consecuencias positivas y negativas que ello supone.

La iniciativa del Gobierno, en algún aspecto justificada, obedece también a la razón de poner obstáculos al proceso iniciado por el Ejecutivo catalán.

2. Simplificar España. No es una tontería decir que el actual Estado español tiene una organización excesiva que lo hace poco eficiente, y sobre todo muy caro. La voluntad, no impuesta por la Constitución, de crear otras 15 entidades iguales a Catalunya y Euskadi (para diluir el peso de estas dos), y la voluntad de mantener intacta la organización central a pesar de haber cedido sus competencias, desembocó en este complejo modelo. La iniciativa actual del Gobierno, en algún aspecto justificada, obedece también a la razón de poner obstáculos al proceso puesto en marcha por el Ejecutivo catalán.

Está claro que hay que simplificar, pero si el Gobierno desea ahorrar recursos sin perder credibilidad, debería aceptar hacerlo a partir de estos tres principios: 1. Debería adaptar la Administración central de una vez a la gran reducción de competencias que supuso la creación del estado autonómico. (¿Para qué sirve ahora un Ministerio de Cultura o un Ministerio de Sanidad?) 2. Debería hacer que muchas comunidades autónomas eliminaran órganos político-administrativos innecesarios, devolviendo incluso algunas competencias. (¿Qué papel hacen algunas TV autonómicas emitiendo en castellano, con una audiencia absolutamente residual frente a las grandes cadenas estatales? Y 3. Debería no caer en el error del “agua para todos”, paralelo al “café para todos” que produjo el embrollo actual, y aceptar, por tanto, que las comunidades con carácter nacional, y que además generan recursos económicos importantes, queden al margen de esta iniciativa simplificadora, o por lo menos tengan un tratamiento “asimétrico”, tal como prevé incluso la Constitución.

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3. ¿Choque? Las actuaciones de unos y otros permiten las sospechas en ambas partes. El Gobierno de Mas pondría en peligro parte de su credibilidad democrática si no sabe combinar en el tiempo, la consulta al pueblo, y la construcción de las estructuras nuevas. Y el Gobierno de Rajoy perderá la poca credibilidad que le queda si, con la excusa del ahorro y la simplificación, intenta sofocar brutalmente los actuales deseos catalanes. Las dos locomotoras se acercan acelerando, y ambas llevan materiales sensibles. Sería bueno que los respectivos maquinistas comprendieran el peligro.

Joan Majó, ingeniero y exministro.

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