Día tranquilo para los inmigrantes
Euskadi ratifica su desobediencia al decreto que limita la atención sanitaria a los sin papeles “El médico se debe a sus pacientes”, recalca un facultativo
“El médico se debe exclusivamente a su paciente”. Para el doctor Zobaran, de guardia ayer en el Centro de Salud del Casco Viejo de Bilbao, no hay resquicio mínimo a la duda. No se puede negar, bajo ninguna circunstancia, la asistencia sanitaria a una persona, inmigrante o nacional, en situación irregular o con permiso de residencia, de cualquier ideología o color de piel. Euskadi se ha convertido en un remanso para el inmigrante sin papeles. Junto a Andalucía, Asturias, Canarias y Galicia, compone el frente de comunidades insumisas contra el decreto del Gobierno central que limita el acceso a la sanidad de estos inmigrantes, que entró ayer en vigor.
La polémica, aunque en un principio estéril en el País Vasco —“todo seguirá como hasta ahora”, insisten fuentes del departamento que dirige Rafael Bengoa—, no puede pasar desapercibida, ya sea por injusta, como argumenta el doctor Zobaran, o por lógica —cómo atajar una enfermedad infecciosa si no está bajo control sanitario la totalidad de la población—.
Atiendes. No preguntas de dónde viene”, destaca un médico
“La única diferencia es que aquí sí tenemos respaldo del responsable político. Lo tenemos más fácil, pero insisto: cualquier médico se debe a su paciente y, sobre todo, somos médicos, no políticos”, subraya el doctor en el vestíbulo del centro, tras haber atendido a una pareja con un niño pequeño, y a mitad de una mañana sin aparente jaleo.
Septiembre se levantó ayer convulso. A la subida del IVA —el facultativo se indigna con el aumento de un 8% a un 21% para los preservativos; “¿cómo convences ahora a un joven de que lo use?”—, se suman los recortes en asistencia sanitaria y los 400 medicamentos que han dejado de ser financiados públicamente. Pero tal vez por eso de que el verano colea, y ante un invierno previsiblemente duro, el ambulatorio con seis trabajadores y abierto de nueve a dos los sábados, parecía todavía inmerso en las vacaciones.
Más de 25.000 afectados en Euskadi
Un total de 910.342 personas se quedaron ayer en toda España sin acceso universal a la sanidad. Tras la cifra se encuentran los inmigrantes en situación irregular o que no cotizan a la Seguridad Social. Unas 25.000 personas en Euskadi, de los 151.162 extranjeros que viven en la comunidad, según los datos provisionales del padrón a fecha del pasado 1 de enero, tendrían que estar en la misma situación, pero el Departamento de Sanidad, estandarte junto a otras comunidades de la oposición a la reforma, asegura que quedarán cubiertos.
La medida del Ejecutivo central prevé tres excepciones: los menores de edad, las embarazadas y las urgencias.
“En Euskadi va a haber normalidad absoluta, como siempre. El que vaya seguirá siendo atendido, y al que no tenga tarjeta sanitaria se le remitirá al centro territorial para que la tramite”, explican fuentes de Sanidad.
Para poder acceder a una tarjeta sanitaria en Euskadi los inmigrantes sin papeles deben cumplir dos requisitos: estar empadronados y demostrar una residencia de 90 días en la comunidad. Tras esos primeros tres meses reciben una tarjeta provisional, que al cabo de un año se convierte en definitiva.
Tanto uno como otro modelo permite el acceso a cualquier servicio sanitario. Las dos únicas excepciones, por tanto, a sortear en el País Vasco son el padrón y la residencia. En todo caso, los menores de edad y embarazadas, sea cual sea su situación y periodo de estancia, reciben atención médica. Desde 2005, Sanidad ha tramitado 3.500 tarjetas para inmigrantes en situación irregular.
Depende de cada comunidad insumisa si asumirá por completo los gastos derivados de la atención a estos inmigrantes o si intentará habilitar, aunque improbable, otra forma de pago a sus países de origen.
“Mi trabajo, lo que hago y lo que haré no va a cambiar en absoluto”, resuelve tajante el administrativo que gestiona las citas del centro. Sabe que en Euskadi las cosas seguirán como siempre y qué hacer con el paciente proveniente de algún país de la Unión Europea, con el que no es comunitario, pero tiene un seguro, o con el que reside de forma irregular en España. No sabe o no quiere imaginarse en el pellejo de alguno de sus colegas en Madrid, por ejemplo. ¿Se declararía objetor?, ¿seguiría atendiendo a un inmigrante irregular o acataría las órdenes de la consejería de turno?
“Hoy he atendido como cada día, igual, sin cambios. Afortunadamente, me imagino que en otras comunidades, pues andarán más agobiados, pero aquí...”, detalla el médico, que no se plantea, ya sea desde su consulta en Bilbao o si estuviera en otra ciudad o comunidad cerrar su puerta a ninguna persona.
El doctor Zobaran ha pasado consulta a varios inmigrantes a primera hora de la mañana. “Te limitas a atender. No preguntas de dónde viene ni si tiene dinero o no. No tienes por qué hacerlo. Ese no es tu trabajo”, enfatiza. Los pacientes extranjeros a los que ha recibido no han hecho ninguna pregunta sobre qué podría pasar con ellos o si les afecta de alguna forma la limitación de la atención sanitaria.
Zobaran contrapone a los argumentos de ahorro sobre los que se sustenta la medida otros. No cree que los límites de acceso a la sanidad contribuyan a recortar los gastos, ya que los problemas que se pueden derivar de no atender a una persona que pueda transmitir una enfermedad a otras son mucho mayores. “Imagínate que una persona tiene gonorrea. No la puedes tratar, no sabes tampoco cuántas parejas tiene, no le puedes prevenir, explicar. Por tanto, no resulta muy complicado que esa persona contagie a otras. Otro ejemplo: ya hay gente con 20 años que tiene el VIH; qué haces”, ejemplifica.
Mientras, en la calle, mediodía de un sábado soleado, una tienda de complementos situada a escasos metros del centro de salud, decora su puerta con un cartel que reza: “La salud de la sociedad depende del derecho a la salud”.
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