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La acampada sin fin

Los exempleados de Primayor superan el año esperando su recolocación

Ginés Donaire
Representantes de los extrabajadores de Primayor durante la acampada en Jaén.
Representantes de los extrabajadores de Primayor durante la acampada en Jaén.JUAN MANUEL PEDROSA (EFE)

Se les nota exhaustos y descorazonados, y no es para menos. Los extrabajadores de Primayor (la antigua Cárnicas Molina) han superado el año de acampada a las puertas de la delegación de la Junta de Andalucía en Jaén sin que hayan visto cumplido el compromiso de recolocación adquirido por el Gobierno andaluz hace ya más de cuatro años. La que ya está considerada la acampada más larga de un colectivo laboral en España se ha convertido ya en un símbolo de la lucha obrera, aunque es cierto que a medida que pasa el tiempo empieza a resquebrajarse y a perder fuerza.

“Claro que estamos cansados, esto es muy duro, no se lo aconsejo a nadie”, exclama Manuel López, portavoz de un colectivo de 80 personas que se turnan para mantener viva la acampada (desde el invierno solo durante el día y no de noche) en pleno centro de la capital jiennense. Son muchos menos de los 145 que se quedaron en el paro tras el cierre de la que llegó a ser la principal industria cárnica de Andalucía en los años noventa. “Muchos se han cansado y otros, por suerte, han encontrado trabajo y se han ido”, comenta López que, como el resto de compañeros, verá como en agosto dejará de ingresar los 426 euros de ayuda económica con la que se mantienen desde que acabaron un curso de formación remunerado de la Junta, que tampoco sirvió para recolocarse.

La plantilla dejará en agosto de recibir cualquier ayuda

Más allá de la solidaridad y el afecto de los viandantes, los antiguos empleados de Primayor solo han encontrado en este tiempo un carrusel de promesas incumplidas de las administraciones. A principios de 2008, el entonces consejero andaluz Gaspar Zarrías y la exalcaldesa socialista Carmen Peñalver, escenificaron en el salón de plenos del Ayuntamiento un acuerdo de intenciones con la familia Ruiz Mateos para recolocar a la mitad del colectivo en una fábrica de platos prefabricados de Dhul. “Si había que hablar con alguien, se hablaba hasta con el diablo”, dijo recientemente Zarrías, que luego ha matizado que la referencia al diablo era porque no fue “plato de gusto” sentarse a dialogar con un personaje del que ya entonces recelaba. La fábrica empezó a construirse pero se paró a la mitad tras el concurso de acreedores de Nueva Rumasa, a quien la Junta reclama ahora vía judicial los seis millones en ayudas públicas que le fueron aprobados. También se han evaporado las noticias de Proasego, la firma de energías renovables que, supuestamente, iba a recolocar a la otra mitad de los trabajadores.

Dhul, Proasego o Fast Trading, proyectos fallidos o estancados

“Ya estamos hartos de promesas”, se lamenta Luis López, de 51 años, que junto con su hijo Agustín, de 27, vive un drama por partida doble. Luis entró con 14 años en la cárnica Molina, el primer embrión de Primayor. Todos están convencidos de que les ha hecho mucho daño el escándalo de los ERE, por la implicación en el mismo de alguno de sus antiguos compañeros en Molina, sobre todo Juan Lanzas, conocido como el conseguidor. De momento, el último proyecto anunciado para la recolocación de parte de la plantilla, el de una fábrica de pan precocido ultracongelado promovido por la firma Fast-Trading, también se encuentra estancado pese a que el consejero de Economía, Antonio Ávila, lo defendió el pasado enero con vehemencia.

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Tras un año de acampada estos sufridos trabajadores no tiran la toalla. “El campamento no se levanta hasta que no haya una solución para todos”, avisó Antonio Marcos, sindicalista de UGT, intentando levantar la moral de un colectivo que ha anunciado que radicalizarán sus protestas a partir de ahora. Eso sí, esporádicamente reciben la visita en este campamento de la amargura de dirigentes de todos los partidos políticos para darles ánimo. Es lo único que le pueden dar.

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