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Vuelven las citas en casa y el erotismo sin distracciones: así se seduce a la pareja sin restaurantes, cine ni copas

Los tiempos lo ponen difícil y hay que reinventarse. Cuando las condiciones sanitarias lo permitan, ¿por qué no retomar el arte de organizar los encuentros en el hogar?

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skynesher (Getty Images)
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Distanciamiento social. Parece un mandamiento contra natura, y no hay duda de que es uno de esos retos que nos obligan a demostrar capacidad de cambio y adaptación; creatividad, al fin y al cabo. Pero mientras las pautas del distanciamiento centran las conversaciones en ámbitos como el trabajo, el colegio y el transporte, hay facetas de la vida que permanecen vírgenes: se han elaborado guías hasta para tener relaciones sexuales en tiempos de pandemia pero, ¿quién se preocupa de la antesala del sexo? ¿Quién revolucionará la manera de conocernos mejor, intimar o, sencillamente, aumentar la agenda de amistades mientras dure el largo mal trago? No encontrarás aquí la respuesta, pero sí unas interesantes recomendaciones expertas con las que retomar un clásico que nunca muere, el de las memorables citas en casa. Importante: solo serán válidas cuando las condiciones higiénicas y sanitarias lo permitan —el distanciamiento no es contra natura, es contra el coronavirus—. Si toca quedarse en casa, no hay escapada que valga.

A la luz del día y acicalando hasta la cocina

Hay muchas razones por las que en la “antigua normalidad” elegíamos lugares como el cine, un restaurante o la barra del bar para conocernos mejor. Una de las más importantes es que son territorios neutrales. Porque el hecho de que una persona que te atrae te invite a su casa puede catapultarte a las nubes, de eso no hay duda, pero también es cierto que, por lo íntimo y personal del espacio, el ambiente suele tirar a tenso. Al menos al principio. Por eso es muy importante no precipitarse, ir paso a paso y buscar la mejor manera de proponer la cita.

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Raquel Graña, psicóloga y autora del libro de educación sexual Sex on, propone salir de la típica invitación para una cena o tomar una copa. Una cita en casa puede ser algo más divertido e informal. “Podemos quedar para desayunar, para tomar un café, hablar y conocernos un poco mejor”, dice. De hecho, siempre es preferible un plan de día para un primer encuentro. “Quedar de noche parece que nos incita a algo más, y lo ideal es ir conociendo a esa persona poco a poco para ver qué nos transmite”.

Y lo que transmitimos en una cita casera está condicionado por muchas más cosas que la ropa, el peinado y el perfume que elegimos para la ocasión. Abrir la puerta de nuestra casa implica mostrar cómo somos de una manera bastante profunda. “Si está desordenada se nos considerará desordenados, si está sucia se trasladará esa característica a nuestra persona. Por otro lado, una casa ordenada, cálida, que huele y se ve bien y donde se oye música agradable, predispone la situación al romanticismo”, dice el conferencista Martin Rieznik, autor del libro El juego de la seducción.

No se trata solo de cuidar el orden y poner velas aromáticas (si eso te funciona). Lo que marca la diferencia es fijarse en los pequeños detalles, que son los que nos hacen atractivos a los ojos de los demás y realmente conquistan. Por ejemplo, puede que las fotos de nuestros viajes o los libros de la estantería muestren posibles temas en común. “Numerosas investigaciones demuestran que tendemos a sentirnos atraídos por personas con intereses y pasiones similares. Si las cuatro paredes de tu casa están vacías no estás ayudando mucho a la otra persona a conocerte”, relata el experto. Las fotos, la decoración, los libros, cualquier atisbo de una afición… si estos elementos representan intereses comunes pueden convertirse en la puerta más directa a una buena conversación. Y ten por seguro que la vas a necesitar.

Sin planes ni espectáculos, ahora el centro eres tú

Antes podíamos sorprender a nuestra cita con la visita a una exposición o con un concierto insuperable. Hasta cierto punto, eso garantizaba ir sobre seguro, la clásica forma de sacar temas de conversación. En casa los recursos son más limitados, para qué nos vamos a engañar. La diversión en este entorno depende mucho de nuestra capacidad de escuchar, hablar, entretener, emocionar... Y quién mejor que un escritor de novela romántica como José de la Rosa, autor de No soy Lizzy Bennet, para ilustrarnos en este importante apartado. De la Rosa explica que en sus novelas hay ciertos diálogos que siempre funcionan para seducir a su público. Para romper el hielo están los temas generales, como la cocina, los viajes y los amigos comunes. Estos nunca fallan, y abren distintas vías de acción. “La conversación suele ir de lo general a lo particular. Hablar de viajes para terminar hablando de mis viajes, o de gastronomía para preguntar si cocinas”.

En cuanto a lo que hay que evitar, el escritor cita temas que deberían ser tabú, como el dinero. Hablar de relaciones anteriores de manera insistente también es desaconsejable, así como elegir el trabajo como eje central de la conversación. “Ser pretencioso, pedante, arrogante, al igual que mostrarse frío e inaccesible tampoco es recomendable”. Era de esperar... Y si la cosa va bien, el escritor aconseja recurrir a una de las técnicas clave de sus personajes: cuando el terreno está abonado, suelen mostrarse vulnerables y hablar de sí mismos. En sus páginas nunca falla.

Lo de la última copa, ¿suena a excusa para poner fina a la cita?

Extraña es la visita a casa ajena que no incluya un tour por las distintas estancias del hogar. Hay quien muestra hasta los cuartos de baño —ingenuamente, pues curiosear en esta habitación es mucho más placentero en la intimidad— y quien deja puertas sin abrir, como si estuviera esperando a una mejor ocasión. En este tipo de cita, enseñar el dormitorio en el momento adecuado puede surtir efecto pero, ¿cómo se sabe si la otra persona quiere dar un paso más sin presionarla? Para Valérie Tasso, sexóloga y autora de El método Valérie, no hay motivo para no tomar la iniciativa con la excusa de enseñar la casa, la clave está en actuar “siempre con naturalidad y sin insistir demasiado en una habitación más que otra”.

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En todo caso, no es una estrategia con la que haya que empecinarse. Más que enseñar la cama y esperar que la otra persona capte nuestras señales, lo mejor es ser algo más claros. “El lenguaje, verbal y no verbal, no suele fallar. Y el humor es fundamental en este tipo de casos. Podemos hacer explícitas las ganas de intimar más, pero con humor”. Tasso apuesta por la espontaneidad y por saber improvisar según el momento. “Las citas perfectas no existen. Tampoco existen recetas porque cada uno es un mundo”. Quizá este sea el momento de olvidarnos de las frases hechas.

Tampoco hay que olvidar que siempre podemos recibir una negativa si damos un paso en falso, y que es probable que con ella aflore una situación que puede hacerse especialmente embarazosa en este contexto. No hay que dramatizar ni tensar la situación más de lo que supondría una negativa en un bar. “Si esto pasa lo mejor es actuar de forma asertiva y positiva, pedir disculpas, decir que entiendes a la otra persona, ponerte en su lugar trabajando la empatía y preguntándole si quiere otro vaso de agua o algo distinto”, señala la psicóloga Raquel Graña.

Otra posibilidad es que seamos nosotros los que sintamos que la cita no ha ido como esperábamos y queramos darla por acabada. En este caso, la complejidad que supone la retirada aumenta significativamente: no podemos decir que nos vamos a descansar porque ¡ya estamos en casa! Para prevenir, la psicóloga recomienda empezar la cita con un posible plan de huida que pueda servir de excusa, como una quedada posterior con unos amigos. Eso sí, que siempre sea uno que se pueda cancelar a última hora, que igual prefieres alargar la cita un poco más...

Cuidado con el menú

“Atiborrarse de platos y platos es la antítesis de la seducción”, opina la sexóloga Valérie Tasso. Es la primera regla a la hora de poner la mesa, ya sea desayuno, comida, merienda o cena. La segunda, evitar alimentos difíciles de comer o que manchan fácilmente. La tercera norma es más flexible, y es importante reflexionar sobre ella si no estás habituado a beber alcohol en las comidas. “Un buen vino no hace mal a nadie si se sabe apreciar. Pero muchas veces pensamos erróneamente que el alcohol nos permitirá desinhibirnos más fácilmente y ser capaces de seducir mejor. Es una verdad a medias y muy peligrosa. Podemos correr el riesgo de acabar ebrios, otra situación que es todo menos sexy”.

 

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