Christina Rosenvinge: “No soy Beyoncé, pero nunca he pretendido serlo”
La cantante publica ‘Los versos sáficos’, un disco donde revisita a la poeta griega en nueve canciones
Christina Rosenvinge (Madrid, 1964) puso música y voz a los versos de Safo en una obra teatral en el Festival de Mérida en 2022. Ahora publica Los versos sáficos, un disco donde revisita a la poeta griega en nueve canciones.
Acaba de publicar un nuevo trabajo, Los versos sáficos. ¿Qué discos le acompañaron mientras lo componía? La obra de referencia fue un disco de Rufus Wainwright, sobre nueve sonetos de Shakespeare que se llama Take All My Loves. No es lo mismo que he hecho yo, porque Wainwright no podía cambiar los sonetos de Shakespeare y yo he hecho muchísima reinvención. Pero sí que me inspiró mucho. Ese disco se hizo también para un encargo teatral, y luego él regrabó las canciones con otros arreglos, y eso es también lo que he hecho yo. En la obra de teatro Safo muchas de las canciones no estaban interpretadas por mí y tenían otros arreglos, y ahora he convertido eso en un disco que se podría haber grabado ahora mismo. Se trataba de devolver la música a los poemas de Safo. Otra influencia fue Tarta Relena, un grupo catalán de dos chicas, que tienen un disco que se llama Fiat Lux, donde ellas ya habían hecho una adaptación de Safo en griego. Aunque lo que yo he hecho es completamente distinto, lo escuchaba para motivarme. Y por último, también estuve escuchando a Jane Birkin, sobre todo una canción que forma parte de la banda sonora de Madame Claude, porque es una canción muy sexy y la sensualidad es una parte muy importante del mundo sáfico.
Safo se ha convertido en un personaje recurrente para usted en los últimos tiempos. ¿Recuerda la primera vez que escuchó hablar de esta poeta? No recuerdo la primera vez que oí hablar de Safo. Recuerdo que tenía una noción de quién era, de que su nombre había dado lugar al adjetivo sáfico y Lesbos había dado lugar a lésbico, y sabía que era una referencia importantísima en el mundo LGTBI. Además, tenía un poemario en casa, y había visto también su representación en cuadros en distintos museos. Pero hasta que me encargaron el proyecto teatral y me puse a estudiar no fui consciente de todo lo que había detrás, la controversia que ha habido en torno a su figura desde tiempos antiguos hasta ahora.
¿Cuándo supo que se dedicaría a la música? Cuando vi a The Clash en la gira de London Calling. Empecé a ahorrar para comprar una guitarra ese mismo día.
¿Qué canción o composición musical usaría como autorretrato? Podría ser Autorretrato, de Tulsa. Me gusta mucho, pero la verdad es que la canción que me retrata cambia muy a menudo.
¿Cuál es la mejor crítica que le han hecho? Lo más bonito que me han dicho es que me había convertido en una nigromante capaz de convertir riesgo e investigación en canción de ley. Esta crítica la hizo Marcos Gendre y me hizo mucha ilusión, porque puso palabras a lo que yo pretendía hacer.
¿Y la peor? En los noventa tuve alguna crítica muy sexista. Recuerdo por ejemplo una crítica del disco Mi pequeño animal en el suplemento Tentaciones. El crítico decía que mi voz le resultaba insoportable y que había conseguido que Steve Jordan, batería de los Rolling Stones, me produjera a golpe de talonario. Esto segundo me indignó mucho porque no era verdad. Me costó muchísimo convencer a la compañía para que me dejara hacerlo con él y se hizo bajo ciertas condiciones. Aquello era completamente mentira. Sobre lo primero, la verdad es que yo juego más bien en la liga de los letristas que cantan y todos mis cantantes favoritos también. No soy Beyoncé, pero nunca he pretendido serlo.
¿Qué canción o disco ajeno le gustaría haber compuesto? Hay una canción que me ha obsesionado en los últimos años: Tearjerker, de Jarvis Cocker y Chilly Gonzales, hecha sobre una pieza de Ryūichi Sakamoto. La letra habla de una estrella del rock que está con una groupie en el hotel mientras su mujer llega al aeropuerto y le espera. Se retrata a sí mismo de una forma muy miserable. Me parece una letra increíblemente bien escrita, y eso me gusta mucho.
¿Qué libro tiene abierto en la mesilla de noche? Ahora mismo, Virginie Despentes, Querido capullo, y Pedro Lemebel, Loco afán. Este lo compré en Chile cuando estuve por allá.
¿Cuál no pudo terminar? Sintiéndolo mucho, la saga de Knausgård sobre la paternidad. No porque no me gustara, sino porque era increíblemente extensa.
¿Qué le ha enseñado subirse a un escenario que no se pueda aprender de un libro? Los libros suceden en la cabeza, pero la música sucede en el cuerpo entero. Es una experiencia vital incomparable.
¿Cuál es la película que más veces ha visto? La ciénaga, de Lucrecia Martel, porque se la he enseñado a mucha gente. Y con mis hijos, Zoolander.
¿Su diálogo favorito en una película? No es de una película, sino una obra de teatro, cuando Tío Vania dice: “Yo podría haber sido Dostoievski”. De hecho, tengo una canción que lleva esa frase en el estribillo. No la he publicado nunca porque no me encajaba en ningún disco, pero acabaré sacándola.
¿Cuál es la última serie que ha visto del tirón? The Last Of Us, en un vuelo transatlántico. Me encantó la música de Gustavo Santaolalla.
¿En qué museo se quedaría a vivir? En el Museo Louisiana, en Copenhague. Es un edificio precioso, muy pegado al suelo, muy discreto, que se va desplegando según lo vas recorriendo y además tiene un jardín maravilloso mirando al mar.
¿Tiene algún placer culpable en materia cultural? Sí, cualquier cosa con espadas y dragones. Desde el rey Arturo a Juego de Tronos, y eso es un producto de la infancia.
¿Qué está socialmente sobrevalorado? Cualquier forma de éxito que se mida con un número.
¿Cuál es su suceso histórico favorito? La caída del muro del Berlín.
¿Qué trabajo no aceptaría jamás? La pregunta sería más bien en qué trabajo me aceptarían a mí. Porque tampoco sé hacer muchas más cosas.
De no haber sido música, habría sido… Jardinera. Me encanta hundir las manos en la tierra y lo único que me falta para estar absolutamente feliz es un gran jardín. Pero, como todos los músicos, viajo demasiado y lo de tener un jardín o perros lo voy aplazando para cuando deje de estar de gira constantemente.
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.