LIBROS | CRÍTICA DE 'SOBRE IZQUIERDA ALTERNATIVA Y CRISTIANISMO EMANCIPADOR'

Teología liberadora ante cristoneofascismo

Francisco Fernández Buey indaga en un nuevo ensayo sobre el importante papel jugado por el cristianismo en la construcción de una izquierda alternativa ecosocialista

04 jun 2022 - 05:30CEST

Francisco Fernandez Buey — El filósofo Francisco Fernández Buey.JOAN SÁNCHEZ

El filósofo Francisco Fernández Buey (1943-2012) es uno de los intelectuales españoles más lúcidos del último tercio del siglo XX y de la primera década del siglo XXI, así como uno de los creadores de la corriente ecosocialista dentro de las ciencias sociales y la militancia política, con merecido reconocimiento internacional. Jugó un papel fundamental en la recuperación del Marx crítico, utópico y ecohumanista, de la síntesis marxista entre individuo y comunidad y de la superación tanto del individualismo burgués como del estalinismo burocrático. Y lo hizo junto con su maestro y colega el filósofo Manuel Sacristán.

Defendió, incluso a contracorriente, el valor de la utopía, que ciertamente ha perdido la inocencia con la que fue formulada en los orígenes de la Modernidad europea, pero no su vigencia. Mérito suyo es el haber establecido la relación necesaria entre ética y utopía y la consideración de que han sido los seres humanos, los proyectos y los movimientos utópicos quienes empujaron la historia hacia la libertad y la liberación y evitaron que desembocara en barbarie.

Pero quizá la aportación más original de Fernández Buey, ateo confeso, es su reflexión sobre el importante papel jugado por el cristianismo de liberación en la construcción de una izquierda alternativa ecosocialista. Un buen ejemplo es este libro que ofrece una cuidada selección de sus textos sobre esta temática en una excelente edición y una rigurosa introducción del sociólogo Rafael Díaz-Salazar que lleva por título “Un intelectual gramsciano abierto al cristianismo emancipador”, En ella traza el perfil intelectual de Fernández Buey con numerosas notas que ayudan a una mejor comprensión del texto y una extensa y actualizada bibliografía sobre los temas abordados en los artículos seleccionados.

Aun reconociendo —aunque no justificando— las limitaciones de los textos fundacionales de las religiones para el mundo actual, Fernández Buey sigue el hilo rojo, herético, utópico y subversivo de estas, como ya hiciera el filósofo de la esperanza Ernst Bloch, en cuanto fuentes sapienciales de conocimiento emancipador e inspiradoras de no pocas de las luchas por la justicia y la igualdad. Entre las personas que siguieron ese camino cita a Francisco de Asís, Joaquín de Fiore, Erasmo de Róterdam, Bartolomé de las Casas, Ephraim Lessing, los filósofos, filósofas, teólogos y teólogas de la liberación actuales, exponentes todos ellos de los vínculos entre la religión liberadora y el compromiso con la humanidad sufriente.

Se centra en personas cristianas comprometidas con la gente empobrecida: Bartolomé de las Casas, Simone Weil y José María Valverde. De Bartolomé de Las Casas destaca su crítica de la conquista, su defensa de los indios, el ser precursor del diálogo interreligioso, intercultural e interétnico y de la teología de la liberación, y su filosofía moral y política de la tolerancia mucho más avanzada que la filosofía y moral de la intolerancia de los pensadores ilustrados europeos, como ya expusiera en su obra La gran perturbación. El discurso del indio metropolitano.

En Simone Weil reconoce el carácter religioso de su pensamiento, la preocupación social por las personas desdichadas, la conducta solidaria con el sufrimiento humano y el interés por la ciencia

Fernández Buey se sintió fascinado por Simone Weil, en quien reconoce su capacidad para armonizar la experiencia mística, el carácter religioso de su pensamiento, la comprensión de la desdicha en la condición humana, la preocupación social por las personas desdichadas, la conducta solidaria con el sufrimiento humano y el interés por la ciencia. Con José María Valverde le unieron vínculos estrechos de afinidad política, amistad personal y colaboración universitaria. De él destaca su amplísima cultura histórica y literaria, su comunismo cristiano, su arraigadísimo sentido de la justicia, su peculiar sentido del humor y auto-ironía y su solidaridad con los pueblos empobrecidos de América Latina.

La publicación de este libro, nueve años después de la muerte del autor, me parece muy oportuna para mantener viva la memoria de este intelectual gramsciano vinculado a los movimientos sociales, con especial implicación en el ecologismo, en un momento de crisis cultural, política e ideológica de la izquierda y del cristianismo liberador y de avance del “cristoneofascismo”. Estoy seguro de que facilitará la construcción de una izquierda alternativa, que compagine el rojo, el verde y el violeta, y de un cristianismo emancipador comprometido con la naturaleza depredada y los sectores más vulnerabilizados de la tierra.