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‘Una larga lealtad’, escritos de un perfecto sentimental

Francisco Rico da luz a textos y artículos perdidos que suponen una ventana a su biografía de extravagante catedrático de Filología y académico

Una larga lealtad
Fernando Lázaro Carreter y Francisco Rico, en Santander en 1998.Pablo Hojas
Jordi Gracia

En la mirada se le desborda la malicia a Francisco Rico y algo parecido sucede incluso en sus artículos más solemnes y formales, es decir, aquellos que expresan la gratitud por la obra o la mera existencia ajena. De su leyenda como personaje es mejor bajarse en marcha porque la persona está por encima de la leyenda, y en este libro, tan nuevo, sale más la persona que en ningún otro de los suyos: generoso, quisquilloso, esquinado a ratos y a menudo insufriblemente pedante. Los papeles que ha reunido ofrecen un mosaico de deudas personales, profesionales y a veces simplemente míticas. Se derrama a ratos una forma del respeto que reserva a muy pocos nombres, pero entonces lo hace con la seguridad de quien se juega el tipo entero en el elogio: hacerlo sin causa, o por motivos espurios, devaluaría el acto de respeto que implica.

Ha aceptado Rico en este libro dar a la luz textos perdidos en la blogosfera digital —en revistas profesionales pero también en artículos de Babelia e incluso ha decidido incluir una carta conmovedora a uno de sus más antiguos amigos, José-Carlos Mainer, para darle las gracias (también a él) por un libro de misericordia, lucidez y valentía moral: La filología en el purgatorio (franquista). Algunos de sus personajes lo son también de Rico en Una larga lealtad, y de un modo u otro son libros hermanados, como hermanados crecieron los dos amigos cerca de grandes personajes, como Martín de Riquer (“el maestro que más decisivamente ha marcado mi trayectoria de historiador de la literatura”) o José María Valverde. Son devociones compartidas, como lo es ese José Manuel Blecua que sin saberlo dio una clase en la Facultad de Letras de Barcelona a un oyente casi niño (Rico) que desde entonces ya no saldría de ella.

¿Lo más hermoso del libro? Sin duda las calas frecuentes, a veces incluso extensas, en su propia biografía de extravagante catedrático y emblema mundial del mejor saber sobre Petrarca, el Renacimiento y los estudios de humanidades, quejoso de la especialización de las filologías y de aquellas cabezas que entran en “un parvo recinto penosa y artificialmente deslindado a golpe de bi[bli]ografías” y no vuelven a salir de él: es una especie común en la fauna académica, pero lo es de hoy y de ayer. Todo lo contrario han sido sus compañeros de aventura y aprendizaje (Billanovich, Bataillon, Lida de Malkiel, Claudio Guillén, Domingo Ynduráin, Lázaro Carreter, Chartier, Darío Villanueva, Vargas Llosa…) que evoca en este libro a cuenta de mil detalles y avatares profesionales.

¿La mejor anécdota? Rico se compró a los 20 años en la librería Ínsula de Madrid (en dos plazos, gracias a la mediación de Blecua) una colección completa de una revista impenetrable para cualquier otra cabeza, hiperprofesional, escrupulosamente académica y también insustituible: la Nueva Revista de Filología Hispánica. Eso se lo fue a contar a quienes le daban un premio en el Colegio de México, refugio de exiliados, aunque de quien conserva todavía un bolígrafo de batalla, “como una reliquia”, es de Ramón Menéndez Pidal, porque se lo debió robar en un descuido, hace mil años: un perfecto sentimental.

portada libro 'Una larga lealtad', FRANCISCO RICO. EDITORIAL ACANTILADO

Una larga lealtad 

Autor: Francisco Rico.


Editorial: Acantilado, 2022.


Formato: tapa blanda (280 páginas. 18 euros).

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Sobre la firma

Jordi Gracia
Es adjunto a la directora de EL PAÍS y codirector de 'TintaLibre'. Antes fue subdirector de Opinión. Llegó a la Redacción desde la vida apacible de la universidad, donde es catedrático de literatura. Pese a haber escrito sobre Javier Pradera, nada podía hacerle imaginar que la realidad real era así: ingobernable y adictiva.

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