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‘El seductor’, una comedia judía de enredo

Isaac Bashevis Singer, premio Nobel de Literatura en 1978, elabora una tierna sátira del modo de vida de su comunidad en el Nueva York de mediados del siglo XX

El escritor Isaac Bashevis Singer posa para un retrato en una librería hebrea, en 1968 en Nueva York.
El escritor Isaac Bashevis Singer posa para un retrato en una librería hebrea, en 1968 en Nueva York.David Attie (Getty Images)

Isaac Bashevis Singer nació en Polonia y allí vivió hasta 1935, cuando se trasladó a Estados Unidos. Es uno de los más grandes narradores del siglo XX. Es hijo y nieto de rabinos y sus dos hermanos también cultivaron la literatura: Israel Yehoshua Singer y Hinde Ester Singer, la hermana mayor, que publicó con el nombre de Esther Kreitman, apellido de su marido; todos fueron excelentes autores. Escribieron en lengua yidis y en España los libros de Isaac se venían traduciendo del inglés hasta que los dos traductores de este libro posibilitaron el paso directo de sus obras del yidis al castellano. Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1978.

Aunque lejos de su patria natal, se dedicó a contar la vida de la comunidad judía en Polonia o en Nueva York. Era un formidable creador de ambientes sociales; sus historias sobre el mundo de las familias judías crearon un universo humano cuya influencia, como la de su contemporáneo Henry ­Roth, ha sido muy importante en el desarrollo de la gran narrativa judía norteamericana (Bernard Malamud, Philip Roth, Saul ­Bellow…).

El seductor es un libro singular en el conjunto de su obra. No es una novela dramática como todas las suyas, sino, cosa extraordinaria, una comedia, concretamente lo que se conoce como una “comedia de enredo”. El autor cuenta la historia de Hertz Mínsker —hijo de un rabino notable— que presume de intelectual aunque en realidad es un chisgarabís adepto a Freud que siempre lleva consigo una cartera llena de libros y manuscritos y del que se espera una obra maestra. Su conocimiento del Talmud, su capacidad de citar fragmentos del Zohar, sus conocimientos y su labia tienen fascinado a Morris Kalitser, judío instalado en Nueva York que ha hecho una fortuna en inmobiliario y mantiene a Hertz. En toda la primera parte de la novela predomina la relación entre ambos.

Pero Hertz Mínsker es un seductor que atrae a cuanta mujer aparece en su horizonte sexual y salta de una a otra o compagina a varias, y todo ello le crea una mala conciencia muy problemática. Convive con Bronie, una mujer polaca, muy bella, aunque muy trastornada por haber dejado a su familia en el gueto de Varsovia bajo el horror nazi. Tiene una relación apasionada con Minne, la mujer de Morris Kalitser, su protector, y vive con Bronie en una habitación del piso de Bessie Kimmel, señora dedicada al espiritismo, con la que colabora a regañadientes; en una seance, conoce a Miriam, el “espíritu” que se aparece en las sesiones, a la que también seducirá Hertz. La situación cambia cuando Morris descubre que Hertz se acuesta con Minne. Morris se fustiga, decide curar su dolor con la religión y rechaza a los amantes y Hertz queda sin su apoyo económico y de rebote afecta a las varias relaciones femeninas que Hertz acumula; es un hombre que no puede resistirse a la atracción de las mujeres con las que se cruza.

El verdadero asunto de la novela es un retrato del desarraigo y la culpa que afecta a todos por igual en una historia llena de pecadores conturbados

Pero Singer, un gran creador de vidas, muestra por debajo de la desopilante narración un fondo dramático que lo templa hacia una clara sátira del modo de ser de la comunidad judía en todos sus personajes (muchos más de los mencionados) haciendo brotar en la historia una tierna calidad humana que sitúa admirablemente al lector entre la risa y la compasión. En realidad, el verdadero asunto de la novela es un retrato del desarraigo y la culpa que afecta a todos por igual en una historia llena de pecadores conturbados. Las entradas y salidas de personajes, el suspense grotesco y la finura del humor los filmaría a placer un Billy Wilder recordando su origen centroeuropeo.

Isaac es un escritor realista que domina como nadie el entramado narrativo. Entrecruza las historias con una potencia narrativa excepcional. El abanico de protagonistas y secundarios es apabullante, insuperable. Los escritores judíos se distinguen por su dominio de la oralidad, que es lo que los convierte en narradores natos. No hay libro de Singer que no muestre la calidad de un contador de historias, de un maestro de la creación de personajes y de la sugerente complejidad que reside en el corazón humano.

Portada de 'El seductor', de Isaac Bashevis Singer.

El seductor 

Autor: Isaac Bashevis Singer.


Traducción: Rhoda Henelde y Jacob Abecasís.


Editorial: Acantilado, 2022.


Formato: tapa blanda (336 páginas, 22 euros).

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