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En colaboración conCAF

Las muertes por calor se duplicaron en los últimos 20 años en América Latina

Un informe de ‘The Lancet’ advierte que la región no se adapta con la urgencia necesaria a los impactos del cambio climático en la salud. Las condiciones para los incendios y el dengue también se hacen más idóneas

María Mónica Monsalve S.

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“Los impactos que el cambio climático ha tenido sobre la salud humana han empeorado en América Latina”, aseguró la doctora Stella Hartinger, directora de The Lancet Countdown Latin America, una iniciativa que, desde hace tres años, publica un exhaustivo informe sobre la relación que hay entre ambos aspectos en la región. El macroestudio, en el que participaron 51 investigadores de 25 instituciones y que analizó datos en 17 países, arroja cifras tan rotundas como que, en solo 20 años (entre los periodos de 1990-1999 y 2012-2021), la mortalidad relacionada con el calor aumentó 103% en América Latina, es decir se duplicó.

En 2024, las poblaciones latinoamericanas estuvieron expuestas a un aumento promedio de la temperatura de 1 °C, si se compara con las que vivían en este territorio entre 2001-2010. Sin embargo, estos cambios varían entre países y zonas. En ese transcurso de tiempo, por ejemplo, Bolivia alcanzó un incremento de la temperatura de 2 °C, seguido de Venezuela (1,7 °C) y México (1,6 °C). Mientras, en la región, los niños menores de un año estuvieron expuestos a 4,5 veces más días de olas de calor, los adultos mayores de 65 años ―ambas poblaciones vulnerables— enfrentaron una exposición 10 veces mayor. Estos datos surgen de contrastar los periodos de años entre 1981-2000 y 2015- 2024.

Las consecuencias del cambio climático son amplias, se extienden y han dejado una enorme factura económica para los países de América Latina. En 2024, los desastres climáticos extremos le costaron 19.200 millones de dólares —el 0,3% del PIB de la región—, las pérdidas laborales relacionadas con el calor alcanzaron los 52.000 millones de dólares y la mortalidad por calor implicó una fuga económica anual de 855 millones de dólares para el intervalo de años que van desde 2015 a 2024. Si se toma como referente el mismo dato para 2000-2009, esto supone un aumento del 299%. “Los indicadores revelan que las crisis relacionadas con el clima están imponiendo una carga cada vez mayor a las economías latinoamericanas y sus sistemas de salud”, aseguran los investigadores.

El informe es un capítulo regional de una iniciativa global que nació en 2015, cuando la revista médica The Lancet dictaminó que “abordar el cambio climático podría ser la mayor oportunidad para la salud mundial del siglo XXI”. Y no estaban equivocados. Debido a esta crisis, la idoneidad del clima para que el Aedes aegypti, el mosquito que transmite el dengue, sobreviva, aumentó en la región un 66% entre 1951-1960 y 2020-2024, aunque variando por países. Igualmente, entre 2015 y 2024, la longitud total de la costa con condiciones ambientales favorables para la transmisión del vibrio no colérico ―una bacteria que causa diarreas o infecciones en heridas― aumentó en un 6,7% en comparación con el período 1990-1999.

Además, los latinoamericanos se exponen cada vez más a los incendios forestales, un problema que no solo destruye ecosistemas y contribuye a las emisiones responsables del cambio climático, sino que afecta directamente a la salud humana, al dejar detrás material particulado que los humanos respiran. Si se comparan los años entre 2003-2007 con 2020-2024, las personas de la región estuvieron expuestas a un 26% más de días con peligro de sufrir incendios muy altos o extremos. “El número de días aumentó en al menos un día en 13 de los 17 países analizados, y casi dos tercios de la población latinoamericana sufrió un aumento durante este período”, dice el documento. Aunque a nivel nacional el caso más drástico fue el de Chile (105%), a nivel sub nacional el mayor aumento se dio en la región chilena de Tarapacá, al norte del país, y en los Estados de Durango y Coahuila en México, con más de 55 días adicionales de riesgo.

Con un total de 41 indicadores que también abarcan temas como si los servicios meteorológicos de los países colaboran con el sector de la salud —solo nueve de 17― o si las facultades de medicina están educando a sus estudiantes al respecto —únicamente el 17% de los estudiantes de las instituciones de salud pública y el 63% de los de las instituciones médicas recibieron alguna formación―, Hartinger enfatiza en que “en la adaptación hay progreso. Pero ha sido lento y desigual para la urgencia”.

El reporte, que sale a solo semanas de que se celebre la Conferencia de Cambio Climático (COP30) en Brasil a principios de noviembre, da cuenta de que, en la región, a pesar de que la generación de electricidad con fuentes de energía renovable ha aumentado alrededor de un 9%, para 2023, el 79% de la población latinoamericana seguía dependiendo de combustibles fósiles para cocinar. “Es un llamado para pasar de las promesas a una movilización colectiva equitativa en favor de una acción climática ambiciosa”, describe Hartinger.

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Sobre la firma

María Mónica Monsalve S.
Periodista de América Futura en Bogotá, Colombia. Antes trabajó en El Espectador. En 2020 fue ganadora del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Máster en Cambio Climático, Desarrollo Sostenible y Políticas de la Universidad de Sussex (Reino Unido).
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