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Adrián Fernández: “México tiene la oportunidad de ser un jugador mundial en la lucha contra el cambio climático”

El director de Iniciativa Climática defiende que Claudia Sheinbaum está liderando una transición energética “silenciosa”, con cambios “muy significativos” con respecto a la anterior administración

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Presidente del Instituto Nacional de Ecología del 2005 al 2011 y ex vicepresidente para América Latina de la Comisión de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, a sus 64 años, Adrián Fernández cuenta con más de tres décadas de experiencia en el desarrollo de políticas ambientales y climáticas. Es fundador y director de Iniciativa Climática en México (ICM), una organización híbrida que capta fondos para canalizarlos de manera estratégica y es también un laboratorio de pensamiento. Algunos de sus informes han sido clave en la implementación de políticas públicas en el país. En 2022, presentaron, desde la sociedad civil, su propuesta de NDC de México (las contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, que son los planes de acción climática de los países bajo el Acuerdo de París) y, un año después, la Ruta de Emisiones Netas Cero de México. Estos documentos, una guía de las políticas que debería implementar el país para cumplir la meta de eliminar por completo los gases de efecto invernadero en 2060, conforman parte de la estrategia que el Gobierno mexicano presentará en la próxima Conferencia de Cambio Climático de Naciones Unidas (COP30) que tendrá lugar este noviembre en Brasil.

“Si México quiere bajar sus emisiones, no bastará con hacer todos esos esfuerzos en el sector de energía. Tenemos que hacerlos también en el transporte”, apunta Fernández. El experto ha participado este mes en México por el Clima: Semana de Acción, un encuentro que reunió en la capital mexicana a gobernantes, empresas y sociedad civil para analizar las prioridades de la agenda climática, y en el que ICM presentó uno de sus proyectos prioritarios: Drive Electric, una iniciativa global que, entre otras acciones, fomenta la regulación de los países para que puedan aumentar el porcentaje de vehículos eléctricos en circulación. “La electrificación del transporte tanto público como privado es una gran tendencia en el mundo y uno de los pilares que nos puede llevar a alcanzar la neutralidad de emisiones”, dice. “México cuenta con las condiciones para convertirse en un líder regional de la electrificación del transporte. Pero hay que conseguir financiamiento para la infraestructura y las intervenciones urbanas”.

Aunque ICM tiene hasta seis convenios de colaboración con las Secretarías de Medioambiente, Hacienda, Energía, Agricultura, Comunicaciones y Transportes, además de la Comisión Nacional Forestal, la organización no recibe dinero “ni del Gobierno ni de empresas”. “Todo lo que hacemos es probono”, aclara el especialista, que recibe a América Futura en su oficina en Ciudad de México.

Pregunta. A principios de año, Claudia Sheinbaum presentó el Plan México con el sector de la energía como uno de los principales ejes de desarrollo del país. Después se anunció la estrategia de descarbonización. ¿Hay un cambio de dirección respecto al Gobierno que le antecede?

Respuesta. Sheinbaum llegó al poder con dos retos. El primero era cambiar el rumbo del anterior Gobierno. Eso ya lo está haciendo. La presidenta está liderando una verdadera transición energética con cambios muy significativos con respecto a las políticas de la anterior administración, pero es silenciosa y tiene muchos mayores alcances que lo que se percibe públicamente. Su segundo desafío es acelerar y escalar esos esfuerzos. Plan México provee un muy buen primer piso de muchos temas energéticos que estaban pendientes, pero necesita sumar capacidades y financiamiento del sector privado para llevar a cabo esas acciones y medidas concretas en energía renovable.

P. México falló en su propósito de alcanzar el 35% de energía renovable para el 2024, como establecía la Ley de Transición Energética. ¿Logrará la meta de reducir el 35% los gases de efecto invernadero para 2030?

R. Sí, es posible, aunque fácil no está. Se va a necesitar continuar avanzando con las políticas públicas que permitan catalizar la inversión privada en aquellos muchos aspectos donde hay un atractivo por la rentabilidad de los proyectos. El Plan México habla de que se puede incorporar entre 6,4 y 9,5 gigawatts (GW) de energía renovable a través de la inversión privada para el año 2030. Necesitamos triplicar el nivel del esfuerzo y de la inversión privada para poder alcanzar las metas. ¡La buena noticia es que las renovables son rentables! Hay grandes oportunidades para que el capital privado, coordinado con el Gobierno, invierta a gran escala en energía solar y eólica. Pero hay que continuar desarrollando los reglamentos desde un marco legal de certidumbre.

P. Afirma que las renovables son rentables, pero, con la regulación que entró en vigor en marzo de 2025, los grandes proyectos deberán contar con un 30% de capacidad de almacenamiento con baterías, que conlleva un aumento significativo de los costos debido a la inversión en tecnología que requieren.

R. Aunque estas nuevas políticas suponen inversiones adicionales, ¡aun así las energías renovables son rentables! El mismo año que se aprobó el Acuerdo de París, en 2015, elaboramos un estudio muy detallado que tuvo que ver con Ley de Transición Energética en México y que analizaba los llamados “costos nivelados” para comparar qué es más caro: si el gas, el carbón, el sol, el viento, etcétera. Y ya demostramos hace una década que las energías renovables eran incluso más baratas que el gas. En México tenemos acceso al gas más económico del planeta, [que procede] de Estados Unidos. Pero tenemos además tanto sol y tanto viento que [las renovables] resultan más baratas.

P. Según algunos expertos, México necesita el gas natural como un combustible de transición hacia las renovables. Pero las plantas de gas resultan muy controvertidas por su impacto socioambiental. ¿Cómo llegar a un equilibrio?

R. Hoy en día, la mayor parte de la electricidad en México se genera con gas, así que va a tomar un tiempo para que podamos reemplazar esas plantas. El gas va a seguir jugando un papel importante en la matriz energética de México para las siguientes tres o cuatro décadas. Pero debemos crear una política pública para que la creciente demanda de energía se supla con toda esa nueva generación de energía renovable, con cero emisiones. Ahora mismo no se puede, pero sí muy pronto: ese es el desafío. Otro aspecto importante es que el gas solo debe utilizarse en los sitios y por el tiempo que sea indispensable. Según los análisis de ICM, a partir del 2030 ya no será indispensable construir más plantas de gas, ¡eso está a la vuelta de la esquina! Si queremos cumplir la meta de emisiones cero, ya no podemos construir centrales nuevas de gas después de ese año.

P. ¿Qué se necesita para impulsar la transición energética?

R. Si México quiere sumarse de manera acelerada a la modernización en la operación y optimización de la red energética con porcentajes cada vez mayores de renovables, y sin poner en riesgo la confiabilidad del sistema, hay que evaluar y diseñar los planes más agresivos de transición para todas las industrias y empresas. Para asegurar la construcción y establecimiento de nuevas grandes plantas de energía renovable solar, eólica y el fortalecimiento de la red, es necesario que los gobiernos impulsen innovación e investigación que asegure sustitutos de todas aquellas cosas que requieren eliminarse, para que se atienda en todo momento la demanda. Y, en la medida que eso va avanzando y se diseñan soluciones para los impactos sociales de la transición, hay que empujar y empujar con normatividad obligatoria.

P. ¿Y cómo va a enfrentar el Gobierno esa resistencia por parte de la industria?

R. Siempre hay resistencias de quienes van a verse afectados o quienes están expuestos al riesgo del cambio, eso es normal. Pero no puedes dejar estos cambios necesarios en manos del sector privado, porque tiene un conflicto de interés. Son los gobiernos, responsables de mirar por el interés público, quienes tienen que continuar haciendo evaluaciones objetivas y diseñar políticas inteligentes y razonables sin dejarse presionar por los muchos actores privados. Si le acercamos paulatinamente más y más datos duros al Gobierno, empezando por la presidenta, ella va a tomar las decisiones basadas en evidencia y no se va a dejar confundir por quienes quieren más y más gas. Para eso necesitamos análisis rigurosos y serios sobre la existencia, o no, de alternativas.

P. Se acerca la COP3O, que se celebrará en Brasil, ¿qué papel juega México?

R. Con Sheinbaum al frente, México regresa a intentar basar sus políticas públicas en ciencia y evidencia: con ella el país tiene la gran oportunidad de ser un jugador de clase mundial en la lucha contra el cambio climático. México tiene grandes capacidades para sumarse a países como Sudáfrica, Brasil y la India, muy parecidos en sus desafíos socioeconómicos y que necesitan usar la indispensable transición energética y de descarbonización para cerrar las brechas de desigualdad histórica. La transición energética tiene que ser una palanca que ayude a incrementar de manera demostrable y medible los niveles de prosperidad de las mayorías. Si la descarbonización y el combate al cambio climático no se hacen de forma justa y equitativa, nuestros nietos nos lo van a reclamar.

P. ¿Vamos a cumplir el Acuerdo de París, llegar a las emisiones cero?

R. La pregunta no es si vamos a llegar o no, sino cuándo. Sin duda, vamos a lograr esa meta. El problema con el cambio climático es que no tenemos tiempo. Necesitamos llegar a las emisiones cero a más tardar a mediados de siglo. ¿Está durísimo? Sí, pero es lo que necesitamos. Y si no lo logramos, ¡pues sálvese quien pueda!

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