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No, a América Latina no le conviene invertir en gas natural (pese a la guerra de Ucrania)

Un informe del Programa de la ONU para el Medio Ambiente recomienda las energías renovables como una mejor opción. Según sus cálculos, generarían más beneficios y reducirían más las emisiones

estación de bombeo de gas natural en Camisea
La estación de bombeo de gas natural en Camisea, en medio de la selva amazónica peruana.Javier Zapata (Bloomberg News)
María Mónica Monsalve S.

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A pesar de que el gas natural es un combustible fósil que genera metano - uno de los gases que más aporta al cambio climático - ha logrado salir invicto de varios debates. Recientemente la Unión Europea lo catalogó como una inversión “verde” y en América Latina ha ido creciendo la idea de que el gas natural es una energía necesaria para lograr la transición energética. Su capacidad de atraer miradas, además, se potenció con la invasión de Rusia a Ucrania, ya que cambió el mercado y el precio global del gas natural se disparó. Pero, para Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) la ruta que debe seguir América Latina y el Caribe es clara: el gas natural no es una buena inversión para la región.

Así concluye un informe presentado por ese organismo este martes que dice que Latinoamérica tiene solamente el 5% de las reservas mundiales de gas natural, lo que representa el 7% de su producción. Pese a esto, sigue creciendo la narrativa de crear más proyectos para explorarlo y explotarlo en países como Argentina, México, Brasil, El Salvador y Chile, lo que va en contravía con las acciones necesarias para mitigar el cambio climático. “La Agencia Internacional de la Energía advirtió el año pasado que si el mundo quiere tener 50% de posibilidad de limitar el aumento de la temperatura a 1.5°C para finales de siglo – como busca el Acuerdo de París y ha recomendado la ciencia – no se pueden extraer más combustibles fósiles. Esto no quiere decir parar lo que hay, sino no generar más capacidad y nuevos planes”, cuenta Gustau Mañez, subdirector regional del PNUMA.

El informe, puntualmente, solo analizó el rol del gas en la electricidad, pero advierte: “En la región, la mayoría de la generación eléctrica viene de las hidroeléctricas, que representan alrededor de la mitad, entre el 45% y el 50%. Pero el gas ha empezado a entrar más a la matriz, pasando de un 15% a un 25% en los últimos años”, asegura Mañez. “Lo que pasa es que el cambio climático seguramente va a alterar los ríos y esto podría afectar la producción hidroeléctrica de manera importante”.

Lo que hizo el PNUMA, entonces, fue analizar qué pasará en América Latina y el Caribe dependiendo de la energía que elija para suplir la creciente demanda eléctrica. Planteó tres escenarios. Uno en el que se continue con la tendencia energética actual, incluyendo plantas de carbón y petróleo; otro en el que se priorice el gas natural y, el tercero, en el que prevalezcan las energías renovables para garantizar la demanda eléctrica. Teniendo en cuenta tres criterios – el beneficio económico, la generación de empleo y la reducción de emisiones – apostarle a las renovables siempre ganó como la mejor opción.

En el escenario de gas natural, explica el documento, se requiere casi la misma inversión que si continuamos con la tendencia actual. Y mientras con el gas natural América Latina y el Caribe lograrían un beneficio neto de 454 millones de dólares para 2050 - el equivalente al 7% de su Producto Interno Bruto (PIB) de 2019 - en comparación con el escenario de la tendencia actual, apostar por las energías renovables aumentaría este beneficio neto a 1.255 millones de dólares para el mismo año, casi el 20% del PIB regional de 2019.

En el tema de empleos, los hallazgos son similares. Para 2050 el gas natural lograría crear 35.000 nuevos trabajos. Pero con el escenario de priorizar las energías renovables, se generarían casi tres millones de nuevos empleos, lo que compensaría, además, los 132.000 trabajos que se podrían perder con el cierre de proyectos petroleros y de carbón, y los casi 5.000 relacionados al gas natural. “Si a esto le sumas que, si en la región se llega a fabricar solamente el 30% de los componentes necesarios para las energías renovables, los empleos incrementarían a 3.7 millones para 2050″, también explica Mañez. “Latinoamérica está 100% capacitada para lograrlo y en países como Colombia, México, Brasil y Chile es muy factible que suceda”.

Finalmente, está la conclusión más lógica: la de las emisiones. En un escenario en el que se siga con la tendencia actual las emisiones de la electricidad de la región serían cuatro veces mayores en 2050 comparadas con las de 2019. En el caso del gas, solo habría una reducción del 20% de emisiones para 2050. Pero con las energías renovables la disminución de emisiones sería de 75% para 2050 si se compara con la del escenario del gas natural y un 80% menor frente a si seguimos con la tendencia actual. En otras palabras, este último panorama, en el que primarían las energías renovables, sí lograría reducir las emisiones en 30% si se compara con los niveles reportados por el sector en 2019.

Los beneficios de prescindir del gas natural y apuntar directamente a las renovables también incluyen evitar lo que en el cambio climático se conoce como el carbon lock in o bloqueo de carbono. Es decir, generar, en este momento, altas inversiones en infraestructura para el gas natural que nos llevará a seguir usándolo y dependiendo de este combustible fósil cuando no es conveniente ni científica ni económicamente. “Este tipo de inversiones se piensa para los próximos 30 años”, recuerda el experto. Por lo que si se empieza un proyecto de gas natural ahora implicará seguir amarrados al gas para incluso después de 2050.

Pero entonces, ¿cómo convencer a los países de América Latina y el Caribe de no dejarse seducir por el gas natural cuando la guerra de Rusia e Ucrania ha cambiado la narrativa y en Europa hay una crisis de gas? Mañez da una respuesta simple: “Desde el momento en que tú exploras, hasta que explotas, extraes y puedes exportar pasan mínimo cinco años. En Europa sí van a necesitar ese gas este invierno. Y el próximo tal vez. Quizá en un tercer invierno. Pero ya tienen planes de desconectarse de los combustibles fósiles muy fuertes y no pasará mucho tiempo para que dejen de necesitar el gas”.

Sobre la firma

María Mónica Monsalve S.
Periodista de América Futura en Bogotá, Colombia. Antes trabajó en El Espectador. En 2020 fue ganadora del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Máster en Cambio Climático, Desarrollo Sostenible y Políticas de la Universidad de Sussex (Reino Unido).

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