“América Latina tiene una oportunidad tremenda, que lo más probable es que no sepa aprovechar”
El mundo migrará a las energías limpias pero, entretanto, el gas natural será el rey. El experto en energía Francisco Monaldi explica cómo trabas ideológicas y rezagos podrían impedir que países de la región impulsen sus economías
La agenda de Francisco Monaldi estaba repleta. El mayor congreso sobre energía del mundo, CERAWeek, estaba por comenzar y Monaldi, como investigador, profesor y director del Programa Latinoamericano de Energía del Instituto Baker de la Universidad Rice (Texas), iba a tener algunas de las reuniones y compromisos sociales más importantes del año… cuando pegó la pandemia. “Eso era, literalmente, la semana en que empezó la angustia en Estados Unidos”, cuenta el experto venezolano desde su casa en Houston. “Anunciaron la cancelación del evento y fue un shock total para la ciudad. Yo tenía una agenda llena de ministros, de presidentes de empresas, tenía una cantidad de cosas, y me acuerdo que de repente se me vació totalmente mi agenda así, ¡puff! Yo dije: ¿será posible que esto sea tan serio para que se cancele una cosa así?”.
Son las 10 de la mañana un martes y Monaldi, vestido con una camisa azul perfectamente planchada, habla velozmente y con entusiasmo del futuro de la energía. América Latina es su campo de estudio pero es también una parte del mundo de la que habla con cariño. A sus 50 años, recuerda cómo una pasantía en la oficina del economista jefe de Petróleos de Venezuela lo encaminó hasta convertirse en uno de los expertos y consultores más cotizados del sector. Este es, sin duda, un momento emocionante para ser un experto en petróleo, asegura. En abril ocurrió lo que nunca nadie predijo: el precio del crudo cayó tanto que los operadores de mercado, o traders, ofrecían pagos para que alguien les quitara de las manos los barriles que tenían que almacenar, explica Monaldi, quien estudió su doctorado en la Universidad de Stanford. “Nadie se puede imaginar que pueda caer 30% la demanda de petróleo. Que podía caer prácticamente a nada la demanda de gasolina de aviación. Todo lo que mueve esta economía de repente desapareció por el virus”.
Pregunta. Muchos interpretaron esta caída del precio del petróleo a -37,6 dólares por barril en abril como un presagio de la recesión económica global que veríamos este año. ¿Es cierto que el petróleo se mueve más rápido que el resto de los componentes de la economía global?
Respuesta. Hoy en día, ¿qué es el petróleo? El petróleo fundamentalmente es la energía para el transporte, la energía que mueve al mundo. No en electricidad ya, sino solo en transporte. Entonces, obviamente, una de las cosas que impactó muchísimo el virus fue la movilidad. Inmediatamente lo vimos: se paralizaron los aviones, se redujo tremendamente la movilidad en automóviles, también los barcos, el comercio mundial empezó a caer. Todo eso provocó y se vio en un tiempo bastante rápido; cosas que después se vieron en desempleo, en otras variables más rezagadas. Ciertamente, el mercado petrolero normalmente no responde así de rápido, pero este fue un tema de magnitud.
Yo estuve viendo las estadísticas desde la Segunda Guerra Mundial, la cual fue una disrupción gigantesca en los hidrocarburos, pero desde la posguerra, el peor shock de caída de demanda que habíamos tenido había sido entre 1980 y 1981 por la subida de precio detonada por la caída del Sha de Persia en Irán, combinado con una política antinflacionaria en Estados Unidos. Esas dos cosas tumbaron la demanda de petróleo, en promedio en el año, un 4%. Este año, en el mejor escenario, va a caer 8% . O sea, el doble que el peor momento en la posguerra en el año completo. Y, en el pico de caída en abril, cayó 30%. O sea, es absolutamente… para gente como nosotros, que hemos vivimos siempre en la posguerra, una situación de esta naturaleza no está en nuestro modelo mental.
P. Este choque brutal ocasionado por la pandemia ¿llegó para quedarse? Es decir, la expectativa de que el mundo migrará de los hidrocarburos a las energías limpias y renovables ya es ampliamente aceptada. ¿La pandemia podría acelerar esta transición?
R. Si algo he aprendido es que las predicciones de más de una década o dos sobre el tema energético han sido malas. El récord que tenemos de acertar es bajísimo, hasta los mejores expertos del mundo. La pandemia, claro, es una novedad. El tema cambio climático nunca ha sido tan central como es hoy en día. Es el tema de la energía, el más importante. Es dificilísimo saber qué va a pasar más allá de dos décadas. Lo que uno puede saber es que hay una probabilidad altísima de que haya una transición energética hacia combustibles, digamos no-fósiles, pero no sabemos para nada la rapidez en que eso va a ocurrir o el grado en que va a ser posible hacer lo que es necesario para evitar que el cambio climático sea severo.
Hay mucha gente que te dice ahorita: “Bueno, como el petróleo bajó, la gente se va a meter más en energía renovable porque las empresas petroleras ya no tienen tanta rentabilidad”. Pero por otro lado es al revés, ¿no? La gente te habla a veces de cosas como si solo hubiera el lado de la oferta o de la demanda. Si el precio del petróleo es muy bajo, como está implícito en tu pregunta, es difícil que haya una transición energética porque la gente sigue consumiendo mientras esté barato, ¿no?
Es tremendamente simbólico que recientemente la empresa petrolera Exxon salió del índice de cotizaciones Dow Jones, que recoge a las principales empresas. Fue reemplazada por Salesforce, una empresa de tecnología en San Francisco. ¿Quién se podía imaginar esto? Apenas en el año 2014, ¡Exxon era la empresa más grande del mundo! ¿Esto es porque ya nunca más va a volver al índice Dow Jones, porque la transición energética pasó como lo están interpretando muchos? ¿O es simplemente un reflejo de la situación de los precios del petróleo bajo? A veces nos vamos de bruces en analizar tendencias como inevitables e irreversibles y en el medio puede haber una cantidad de hiccups, como dirían, de cosas que no eran las que las que esperábamos.
P. ¿Cómo deja esta transición a combustibles no-fósiles a América Latina? ¿Está preparada la región?
R. No va a haber en los próximos 30 años una alternativa al petróleo o al gas natural, que es también un combustible fósil. O sea que ponerse con un planteamiento de ecologista radical de no desarrollar los hidrocarburos te condena a una situación super negativa. Y por cierto, si tú eres una persona a la que le importan los temas sociales de igualdad, de pobreza, etcétera, no desarrollar estos combustibles te deja con un impacto tremendo sobre los sectores más pobres de una sociedad, porque básicamente el país va a ser mucho más pobre y va a tener muchísimo menos capacidad de gastar en programas sociales. Eso es cierto para Colombia y eso es cierto para México y por supuesto cierto para Venezuela y para Ecuador.
Yo entiendo perfectamente la angustia de que seamos parte de la solución, pero hay que entender las realidades de las próximas dos o tres décadas para no equivocarse. Primero, yo diría que América Latina tiene una oportunidad tremenda, que lo más probable es que no la sepa aprovechar, porque salvo países como Brasil, hemos sistemáticamente desaprovechado nuestro potencial. Hay una cantidad gigantesca de gas en América Latina, en Argentina, en Perú, en Venezuela, en Colombia, en México. Es una oportunidad gigantesca y la región corre el riesgo de perder esa ventana de oportunidad que es de dos, tal vez tres décadas. Más adelante de eso no sabemos. Yo tengo una lámina que muestro en clase, que es el número de pozos perforados por encima de la frontera entre México y Estados Unidos y lo perforado abajo. Tienen la misma geología. Y te quedas estupefacto de ver que México ha desarrollado poquísimo de su potencial. Y de nuevo, la ventana no es muy grande ahora con respecto a la transición energética.
El rol del gas es esencial y América Latina se tiene que enfocar en el gas, que siempre ha sido como el primo pobre del petróleo, que no le prestan atención. Hoy en día el gas es potencialmente una tremenda oportunidad. Es cierto que los gobiernos no van a vivir de gas como vivían de petróleo, no van a generar las mismas rentas. Pero el gas es un combustible extraordinario para la transición energética. Deberíamos gasificar nuestros países. Las ciudades deberían tener todas acceso a gas. Toda la producción eléctrica que no pueda ser renovable, debería ser de gas. Tiene que ser, en lo posible, de gas y no de hidrocarburos.
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