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Cataluña arropa a Palestina en el amistoso entre sus dos selecciones celebrado en Montjuic

El Estadi Olímpic Lluís Companys acoge un encuentro al que acuden 30.018 personas entre solidaridad, banderas, homenajes y cánticos por el pueblo palestino, y también por la independencia catalana

Irene Guevara

El fútbol volvió a demostrar su dimensión social y política en Barcelona, en el amistoso entre la selección de Cataluña y la de Palestina, unos días después del encuentro celebrado en San Mamés. “Es un momento simbólico, histórico. Jugar contra Euskadi o Cataluña no es solo deporte: es una declaración. Ver ondear las banderas palestinas y escuchar a los aficionados corear nuestro nombre es un mensaje contra el genocidio y la ocupación”, explicó Ehab Abu Jazar, seleccionador de Palestina, en una entrevista a EL PAÍS.

No gozó de la misma asistencia el Estadi Olímpic Lluís Companys que San Mamés, que congregó a más de 50.000 espectadores para el partido entre Euskadi y Palestina, pero el calor y los cánticos de las gradas llegaron al césped con la misma intensidad. No ayudó la hora del encuentro, las 18.30h de un martes, tampoco el frío de Montjuïc, con 12 grados de sensación térmica, tampoco la poca antelación de la venta de entradas por la disputa de la sede. Aun así, el fútbol se convirtió en la excusa y escenario, en demostración y exposición. Los asistentes se tomaron con calma la subida a Montjuïc, portando y luciendo con orgullo y resistencia sus banderas y pañuelos palestinos. Gran parte, también, la catalana, y la gran mayoría la estelada. En total, 30.018 espectadores —poco más de media entrada— llenaron el estadio, clamaron por Palestina y presenciaron la victoria de la Selecció Catalana (2-1) con goles de Ilie Sánchez, Joel Roca y Moustafa Zeidan.

“Football for peace”, se leía en cada esquina del Estadi Olímpic. También en una gran lona redonda en el centro del campo. Antes del encuentro, el estadio calló para escuchar el himno de Palestina, también el de Catalunya, Els Segadors, acompañados de un gran coro. Respondió el público con aplausos, con un mosaico en el lateral del campo formando las banderas de ambas selecciones, y con bengalas con los colores del pueblo palestino en el Gol Norte. En su mayoría, formado por grupos de animación de diferentes clubes, no dejaron de cantar y animar, desplegando dos grandes carteles: “Des dels Països Catalans a Palestina, per la llibertat dels pobles!”.

El homenaje inicial culminaba con la Colla Castellers de Barcelona y la de Valls formaron dos castells, uno a cada lado del campo, en el que cada enxaneta coronaba la cima con una bandera palestina y otra catalana. Tras el estadillo inicial, Montjuïc volvió a enmudecer con el minuto de silencio por las víctimas en Palestina. Y el balón empezó a rodar, aunque el fútbol pasó a segundo plano y los cánticos de free palestine no cesaron. Se intercalaron con algunos en contra de Israel, y con otros a favor de la independencia catalana. “No es una guerra, es un genocidio”, gritaron los asistentes.

“Es un partido más que simbólico. Los palestinos verán que hay una parte del mundo que piensa en ellos”, aseguró Pep Guardiola en RAC1. Tuvo razón. No era solo un encuentro de fútbol, era una demostración del poder del deporte, un altavoz de causas sociales y políticas. “Representamos al pueblo palestino y jugamos en su nombre. Para nosotros el fútbol es mucho más que un juego. Jugamos no solo para ganar, sino para existir”, explicó Ehab Abu Jazar a este medio.

El fútbol, para muchos palestinos, se ha convertido en un canalizador de su identidad, una manera de expresión, también de libertad. “El fútbol me dio esperanza, dignidad y libertad”, confesó Honey Thaljieh, cofundadora de la selección de Palestina femenina, a EL PAÍS. El dinero recaudado con las entradas al encuentro, impulsado por ‘Act x Palestine’, irá destinado a tres ejes: ayuda humanitaria y reconstrucción de Gaza, justicia y fin de la impunidad, y cultura como resiliencia comunitaria.

Cuando el pitido final era cerca, el estadio se iluminó con las luces de las linternas de los espectadores. Al final, ambas selecciones recogieron el trofeo del amistoso, y los jugadores palestinos dieron la vuelta al campo, aplaudiendo a los a todos los asistentes. Y la megafonía volvió a recordar un mensaje clave: “Esto es más que un partido de fútbol”.

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Sobre la firma

Irene Guevara
Es redactora en la sección de Deportes y sigue la actualidad del FC Barcelona. Está especializada en fútbol femenino, la mujer en el deporte y el colectivo LGTBIQ+. Ha cubierto la Champions Femenina. Es licenciada en Periodismo por la Universitat Pompeu Fabra, y ha iniciado su carrera en EL PAÍS.
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