Ximena Barrera de WWF: “Esperamos un plan a 2030 en el que los Gobiernos se comprometan a detener la deforestación de la Amazonia”
La directora de Relaciones de Gobierno y Asuntos Internacionales de esta organización ambiental explica qué esperar de la Cumbre de Presidentes Amazónicos que se realizará el 8 y 9 de agosto en Belém do Pará, Brasil
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La Amazonia se volverá a poner de moda durante esta semana. Entre el 8 y 9 de agosto se reunirán, en Belém do Pará (Brasil), los ocho presidentes de los países que tienen presencia en la cuenca amazónica (Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela). Desde allí recordarán que se trata de una región transfronteriza, una que se debe gobernar entre todos. Este ecosistema, joya repartida entre varios, no solo es clave para la subsistencia de América Latina, sino del mundo. Si la Amazonia colapsa, o llega a su punto de no retorno, como también le llaman, dejará de regular tan minuciosamente el clima como lo hace hoy, empujándonos a un territorio desconocido. Y con el ritmo de deforestación actual –para el 2020 la deforestación era del 17% en toda la región pan-amazónica-, podríamos no estar tan lejos de llegar a ese punto.
¿Pero cómo saber si lo que se discutirá durante la Cumbre de Presidentes Amazónicos será exitoso? En entrevista con América Futura, la directora de Relaciones de Gobiernos y Asuntos Internacionales de WWF Colombia explica cómo navegar la información que saldrá durante estos dos días. Se tratará de una reunión fructífera, dice, si por lo menos hay “un renovado mensaje político que reconozca el deber de detener el punto de inflexión amazónico como prioridad regional y global”.
Pregunta. ¿Por qué será importante esta Cumbre?
Respuesta. Porque estamos en un punto crítico para la región y es una oportunidad para que los presidentes de los países amazónicos, junto con los de algunos países que son cooperantes, reafirmen su compromiso para fortalecer varios elementos. Entre ellos, la cooperación regional, aumentar la ambición para enfrentar los desafíos y cómo lograr asignar flujos financieros donde los países desarrollados realmente cumplan con sus compromisos climáticos. Como se sabe, previo a esta Cumbre se hizo una reunión en Leticia (Colombia) donde el presidente Gustavo Petro convocó al presidente Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y allí también se visibilizaron otros temas que serán clave como el de fortalecer la cooperación en temas de crímenes ambientales transfronterizos, aspectos asociados a conservación y restauración, el rol que puede jugar desarrollar un nuevo modelo económico para la Amazonía y también el derecho al reconocimiento de los pueblos indígenas y el rol que ellos juegan frente a la conservación de los bosques. Pero no solo los pueblos indígenas, sino también las comunidades locales, como los campesinos.
P. ¿Y cómo podemos medir la Cumbre? ¿Qué señales tendríamos que tener en cuenta al final del evento para saber si sí fue exitosa?
R. Viniendo de lo que sucedió en la precumbre, allí los presidentes de Colombia y Brasil destacaron la intención de consolidar un plan estratégico y una visión conjunta para la Amazonía que tenga en cuenta a los pueblos indígenas, así como tener un fondo y mecanismos financieros transparentes con el fin de que los países desarrollados cumplan con sus compromisos financieros climáticos. Eso sería una parte. Pero desde WWF también esperamos un renovado mensaje político, incluyendo reconocer que se debe detener el punto de inflexión amazónico como prioridad regional y global. El Panel Científico para la Amazonía nos ha advertido que podemos llegar a este punto de inflexión irreversible si perdemos más del 20% de los bosques amazónicos junto con su biodiversidad. ¿Esto qué significa? Que la región perdería el papel vital que juega como regulador del clima global y eso no solo traería problemas para los ecosistemas, sino para las poblaciones asentadas en la Amazonia, y en todo América Latina. En ese momento estamos muy cerca de ese punto, ya que aproximadamente el 17% de los bosques amazónicos fueron convertidos a otros usos.
P. ¿Y deberíamos esperar algo referente la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA)?
R. Sí. Este es un tratado regional donde se reconocen que los esfuerzos para abordar la Amazonia tienen que ser en conjunto entre varios países, en el que se entiende que es una Amazonia transfronteriza o una Amazonia regional. Así que esperamos una OTCA fortalecida, en donde se acuerde, con fechas, la construcción de un plan de acción hacia el 2030 en el que los gobiernos se comprometan a detener la deforestación y la minería ilegal de oro, así como a conservar el 80% de la Amazonia.
P. La falta de regulación del mercado de carbono ha sido problemática en varios escenarios amazónicos. ¿Tendrá lugar en la agenda de esta Cumbre?
R. Durante la precumbre y en el diálogo con la sociedad civil, con comunidades, con actores, vimos que el tema se hacía visible en todas las mesas. Y es que es un tema de preocupación. Nosotros, como organización, reconocemos que los mercados de carbono pueden ser una estrategia muy importante para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, pero que también son una estrategia para garantizar el flujo de financiamiento climático. Sin embargo, ¿qué está pasando en la región amazónica? Lo hemos documentado y es que durante los últimos años ha habido un boom de proyectos asociados con los mercados de carbono y esto implica que es necesario que exista una regulación frente al tema, que existan unas políticas claras y que existan también salvaguardas sociales y ambientales para las comunidades en los territorios, porque son los actores que se van a ver más afectados frente a este tema. Pero actualmente, se han hecho negociaciones bajo condiciones que no son justas en términos de distribución de beneficios, tratos que son inapropiados con las comunidades y que muchas veces son solo para beneficio de los desarrolladores de los proyectos. Por esto, es importante que de la declaración política que salga de la Cumbre esté el tema de avanzar en la regulación de los mercados de carbono.
P. En esa misma ciudad, Belém do Pará, hace unos meses se reunieron más de 300 personas para hablar de bioeconomía en la Amazonia y darles unas recomendaciones a los Gobiernos. ¿Qué esperan que suceda sobre este tema durante estos dos días?
R. Se sabe que es necesario generar un nuevo modelo de desarrollo para la economía de la Amazonia, porque no hay un solo modelo. Y por eso es tan importante la bioeconomía, porque realmente es una forma de vincular los bienes y servicios asociados a la naturaleza, así como la protección de los conocimientos tradicionales que tienen las comunidades indígenas y locales. Es cambiar ese paradigma que tenemos de desarrollo en la Amazonía, que ha estado muy ligado la ganadería intensiva y la soya, como es el caso de Brasil o Bolivia. De ese evento que hablas, que realizó World Resources Institute, se recogieron muy buenas recomendaciones que, por ejemplo, ya fueron presentadas a la ministra de Ambiente de Colombia [Susana Muhamad]. Entre algunas de las recomendaciones que, esperamos, se tengan en cuenta en esta Cumbre están la de desviar la financiación pública de los subsidios perjudiciales hacia incentivos económicamente racionales y ambientalmente sostenibles, transparencia y trazabilidad en las cadenas de valor de productos libres de deforestación, una plataforma pan amazónica de financiamiento para una bioeconomía con pleno desarrollo para los pueblos indígenas, afrodescendientes y comunidades tradicionales, un fondo regional para apoyar la ciencia, tecnología e innovación y transformar las ciudades amazónicas en centros de bioeconomía.
P. Un punto crítico que ha elevado Petro es la no exploración y explotación de petróleo o combustibles fósiles en la Amazonia. ¿Cree que es un punto que sí sobrevivirá a la Cumbre?
R. Él ha sido super vocal sobre el tema. Pero a pesar de que así lo anunció Petro, no hemos visto que suceda con otros países. Por ejemplo, el presidente Lula no ha hablado del tema de los combustibles fósiles, mientras que sí es un tema que la sociedad civil y las comunidades indígenas han elevado. Hay un informe que sacó recientemente la una ONG que se llama Stand.earth, junto a la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), en la que se muestra que se han entregado 20.000 millones de dólares para explorar y explotar reservas en Perú, Colombia, Brasil y Ecuador en los últimos 15 años. Entonces sí esperamos, de nuevo, que sea un tema que sea parte de la agenda y que, ojalá, Brasil, como parte del G20, también lidere.
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