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El Banco de la República ignora la presión del Gobierno y opta por un recorte moderado de las tasas de interés

La autoridad monetaria reduce el precio de referencia del dinero en 50 puntos básicos y lo sitúa en 10,75%

Camilo Sánchez

Cinco de los siete miembros de la Junta del Banco de la República de Colombia han votado esta mañana a favor de un recorte de 50 puntos básicos a los tipos de interés por cuarta vez en línea. Con esta medida, la autoridad monetaria fija el precio de referencia del dinero en 10,75% y prosigue su cruzada para desescalar la inflación. Se trata de un gesto sin mayores sorpresas, alineado con los pronósticos de entidades financieras y otras casas de análisis. Las únicas dudas giraban en torno al pulso que libraría en la reunión, una vez más, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, para tratar de acelerar un proceso que a juicio del oficialismo ha estado en camino de estrangular la economía.

Las palabras de Bonilla, con silla y voto en la junta, hoy dejan entrever cierto desencanto con el ritmo escogido para modificar las tasas de interés que el banco central colombiano le concede a la banca y que, como una onda expansiva, repercuten sobre las posibilidades de consumo de los ciudadanos. “Es importante recalcar que hay unanimidad en la necesidad de continuar reduciendo las tasas. En lo que no hay unanimidad es en la velocidad del descenso”, sentenció el ministro.

Las últimas comparecencias del alto funcionario parecen calcadas. Y, a juzgar por la de hoy, son cada vez más cortas. Mientras la mayoría de sus compañeros de junta opta por virar con prudencia el aterrizaje de la inflación, desde el 7,2% anual registrado en junio al 3% fijado como meta para mediados de 2025, la economía empieza a despegar en algunos indicadores dispersos. Un hecho que, quizás, le resta al jefe de cartera algunas cartas de negociación. “Cinco directores votaron a favor de esta decisión y dos lo hicieron por una reducción de 75 puntos básicos en su decisión”, aseguró en su estilo lacónico el gerente del banco, Leonardo Villar.

El Banco está “bajo presión del Gobierno porque tiene afán de lucro”, afirma el director del departamento de Economía de la Universidad Javeriana, Andrés Giraldo. El Departamento Administrativo Nacional de Estadística anunció casi en paralelo que la tasa de desempleo anual para junio subió un punto, al pasar de 9,3% en 2023 a 10,3% este año. Unas 248.000 personas se quedaron sin trabajo a lo largo de los últimos 12 meses y las voces que claman por una política de reactivación cada vez exigen un plan de acción mejor detallado.

Más allá de la urgencia del Ejecutivo, las razones que tuvo la junta para tomar su determinación, detalló Villar, fueron el incremento en la inflación anual de alimentos, que pasó en junio de 4,45% a 5,3%, debido a fenómenos climáticos; el descenso de la inflación básica anual, que no cuenta los datos de energía ni alimentos; y la senda de recuperación del PIB durante el segundo trimestre del año, “con comportamientos dispares entre sectores”.

Y es que el Banco de la República vio en los últimos dos meses la temida sombra de la inflación rondar de nuevo. Giraldo recuerda el hecho como una advertencia: “El ritmo se frenó y por eso pienso que por ahora no van a arriesgar con recortes muy fuertes porque no se ha desacelerado la inflación todo lo que el banco hubiera querido para este momento”. También es probable que los analistas económicos se estén enfrentando a diversos problemas a la hora de analizar una coyuntura donde, al parecer, cada dato macroeconómico adicional que se publica requiere una lectura separada.

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Por un lado, las proyecciones del Banco Davivienda apuntan que la economía crecerá alrededor del 2,5% durante el segundo semestre del año, un registro catalogado de “bueno” por Andrés Langebaeck, director de estudios económicos del Grupo Bolívar, al que pertenece la entidad financiera. Por otra parte, las expectativas de inflación a 12 meses se hallan en un 4,23%, de acuerdo con el último informe del Banco de la República. Es una confirmación de lo que en la jerga económica se conoce como un “desanclaje”, o desfase, entre la hoja de ruta de la autoridad monetaria, que para entonces ya contaba con haber alcanzado el rango meta que adjetiva de razonable, y la cruda realidad. “Estoy de acuerdo con esa cautela porque los efectos de una inflación del 7% no son despreciables sobre la distribución o la pobreza”, remata Giraldo.

Por otra parte, el esperado anuncio de la Reserva Federal estadounidense, que se reunió hoy también para definir su política monetaria, ha pesado en la decisión tomada en Bogotá. Tras mantener el precio del dinero en niveles máximos en dos décadas, se había especulado mucho con la posibilidad de que el banco central americano redujera finalmente 0,25% los tipos de referencia. Sin embargo, la decisión ha sido mantenerse de nuevo en el rango de 5,25%-5,50%.

Un motivo añadido para no acelerar la velocidad en Colombia, dada cuenta de que los movimientos en Washington son una suerte de faro y guía para un país cuya deuda se paga, en buena parte, en dólares y cuya industria liviana y otros sectores dependen de los precios de importación de insumos y maquinaria desde la gran potencia mundial.

“Así las cosas”, explica el profesor emérito de la Universidad EAFIT de Medellín, Jesús Alonso Botero, “el Banco de la República justifica su decisión amparado en la recuperación que mostró el Índice de Seguimiento a la Economía en el segundo trimestre del año [5,5% anual] y en que la diferencia entre la tasa de intervención y la de inflación son todavía altas”. Liz Londoño, catedrática de finanzas, economía y gobierno en la misma universidad, valora como positivo el hecho de mantener el ritmo actual para no cortar el flujo de capitales extranjeros atraídos por las tasas aún altas.

Un factor que, en su opinión, suele obviarse en los análisis sobre estos asuntos. Por último, el economista y analista financiero Felipe Campos concluye que a diferencia de las últimas reuniones del Banco, la próxima tendrá componentes de tensión y más de un interrogante en el horizonte. El calendario señala que la cita será en septiembre: “Para entonces, un 30% de los analistas anticipan que se van a mantener en recortes de 50 puntos básicos, mientras que el 70% restante dice que se van a empezar a bajar 75 puntos”. La polémica está sobre la mesa y los analistas están divididos. “En ese momento la inflación ya podría estar al 6% y es posible que la Fed haya bajado tasas por primera vez”, remata Campos.

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Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.
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