La Federación de Ajedrez ve a Carlsen inocente y culpable a la vez al acusar sin pruebas a Niemann, su rival más polémico
La Comisión de Ética y Disciplina sanciona con 10.000 euros al noruego y resalta el perjuicio que causaría su ausencia en torneos
Magnus Carlsen se retiró sin motivo de la Copa Sinquefield 2022 tras perder ante Hans Niemann y acusarlo sin pruebas de hacer trampas; y por ello es sancionado con 10.000 euros. Pero no es culpable de acusaciones infundadas ni de atentar contra el honor del estadounidense ni de dañar el prestigio del ajedrez. Son las conclusiones de la sentencia de la Comisión de Ética y Disciplina (EDC) de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), donde se subraya la conveniencia de ser prudente en sus decisiones por el daño que causaría la ausencia del noruego en los torneos.
El fallo, de quince folios, refleja los hechos cronológicos con precisión, aunque luego omite algunos muy relevantes cuando explica la sentencia. Niemann ganó a Carlsen con las piezas negras el 4 de septiembre de 2022 en la Copa Sinquefield, un torneo anual muy prestigioso en San Luis (Misuri, EEUU) donde previamente se tomaron rigurosas medidas preventivas anti-trampas: revisiones minuciosas diarias de la sala de juego; escaneo de cada jugador con detectores de metales en la entrada a la sala cada día, así como escaneos aleatorios al final de las partidas; prohibición de entrar con cualquier artilugio electrónico; árbitros vigilantes en todo momento; cámaras siempre activadas; ausencia de espectadores; presencia muy limitada de invitados y periodistas; análisis detallado de cada partida en busca de indicios de trampas por parte de Kenneth Regan, considerado como el mayor experto del mundo en su detección.
Los tres ponentes de la sentencia -la guyanesa Yolander Persaud-Sammy, el tunecino Jaled (transliterado por la FIDE como Khaled) Arfa y el dominicano Pedro Domínguez- recuerdan lo que dijo Carlsen tras anunciar su retirada del torneo esa misma noche en lugar de utilizar los discretos canales establecidos por la FIDE para denunciar presuntas trampas sin causar escándalo (rellenando y enviando confidencialmente un formulario específico): “Prefiero no hablar porque si lo hago estaré en un gran problema”, emulando una frase idéntica del entrenador de fútbol (Carlsen es muy aficionado) José Mourinho en 2014 cuando su equipo de entonces, el Chelsea, perdió ante el Aston Villa tras un gol anulado y tres tarjetas rojas en contra.
Dos días después, Niemann, de 19 años en ese momento, reconoció en una entrevista que había hecho trampas en partidas por internet -pero nunca en torneos presenciales- cuando tenía 12 y 16 años. Carlsen reaccionó pasando del tono críptico a la acusación directa: “Estoy seguro de que Niemann ha hecho más trampas de las que dice y más recientemente”, sin aclarar si se refería también a partidas presenciales. Esa seguridad del escandinavo se debía muy probablemente a información privilegiada: dos semanas antes, la plataforma de ajedrez por internet Chess.com (que hoy dice tener más de 150 millones de usuarios) había absorbido a otra, Chess24, en la que Carlsen era accionista principal. El 26 de septiembre, el noruego se reafirmó por escrito y reveló que había dudado seriamente sobre jugar el torneo al ver a Niemann en la lista de jugadores porque sabía de sus trampas anteriores. El 4 de octubre, Chess.com publicó un largo informe en el que detallaba que Niemann no sólo había hecho trampas por internet hasta los 16 años sino también dos meses después de cumplir los 17. Por razones que no explican, los ponentes de la sentencia resaltan mucho este punto en su razonamiento del fallo, sin mencionar en ningún momento que en EEUU la mayoría de edad se alcanza a los 18.
Por propia iniciativa, la Comisión de Juego Limpio de la FIDE (FPL) abrió expediente contra Carlsen, concluyó que había acusado sin pruebas y elevó el asunto a la EDC por si los hechos fueran merecedores de sanción. Carlsen alegó indefensión porque el caso estaba sub iudice (Niemann había demandado a Carlsen en un tribunal de Misuri por “no menos” de 100 millones de dólares por cada una de las cuatro acusaciones contra él), recusó a varios miembros del comité de la FPL, que habían tenido discrepancias anteriores con él, y arguyó que la investigación de la FPL había sido “incompleta”. La EDC da la razón al noruego en este punto y subraya que ella no investiga, sólo juzga; es la FPL quien debe investigar. Sin embargo, no explica por qué no pidió a la FPL que reabriese la investigación hasta completarla con rigor a lo largo de los seis meses de pausa que la EDC se tomó a la espera de que el tribunal de Misuri resolviese la demanda.
En las consideraciones previas al fallo, los ponentes resaltan que la demanda en Misuri se resolvió con un acuerdo extrajudicial después de que Niemann apelase una primera sentencia absolutoria: Carlsen reconoció que no hubo trampas en la partida de la Copa Sinquefield y retiró su negativa a volver a jugar contra Niemann; Chess.com subrayó que no se habían encontrado indicios de trampas en partidas presenciales y readmitió a Niemann en su plataforma; Niemann retiró su demanda. Ninguna de las partes ha confirmado o negado que Carlsen pagase a Niemann como parte secreta del acuerdo, aunque todos los expertos consultados lo consideran muy probable.
Los ponentes también destacan un escrito dirigido a ellos por el presidente de la FIDE, el ruso Arkady Dvorkóvich, en el que textualmente (en inglés) se lee: “La EDC debe ser prudente para no dañar a los organizadores y seguidores de los torneos y eventos de la FIDE donde el mejor jugador del mundo pueda participar. Y para no enviar mensajes erróneos al gran público de que el ajedrez de alto nivel está lleno de violaciones del juego limpio”. Posteriormente admiten que están de acuerdo con esa consideración.
Las alegaciones de Carlsen recogidas en la sentencia son contradictorias e imprecisas. Dice que nunca acusó a Niemann de haber hecho trampas en esa partida de la Copa Sinquefield, a pesar de que todo el mundo entendió lo contrario. Puntualiza que los métodos del citado experto Regan para detectar trampas no sirven para determinar si las hubo en una sola jugada, en lugar de en varios momentos a lo largo de una partida, pero no explica cómo pudo trampear Niemann cuando le ganó con medidas preventivas tan estrictas. En otro párrafo, Carlsen señala que Niemann hizo en esa partida una serie de jugadas (no una sola) poco acordes con su categoría. Y en ningún momento reconoce que ningún gran maestro ha realizado una acusación razonada y concreta de las supuestas trampas de Niemann ese día; la opinión generalizada es que Carlsen jugó esa partida muy por debajo de su nivel, demasiado influido por la consciencia de que su rival había hecho trampas en partidas por internet cuando era menor de edad. Un dato significativo es que todos los entrenadores que ha tenido Niemann desde niño destacan su enorme talento y su desequilibrio emocional, que explicaría la gran irregularidad en sus resultados.
Los ponentes de la sentencia reprochan a Carlsen que nunca les enviase las pruebas que había anunciado. Sin embargo, al razonar su decisión en el apartado “Acusación de trampas”, lo consideran “no culpable” con el argumento de que se trata de “un caso intermedio”, en el sentido de que sí hubo trampas anteriores por internet; se agarran a que la frase de Mourinho no implica necesariamente una acusación de trampas que, según ellos, Carlsen no hizo con claridad hasta después de que Niemann admitiera haberlas hecho por internet años atrás. No mencionan que ya había cumplido una pena por ello, ya que Chess.com sancionó al estadounidense con dos años sin jugar en su plataforma.
Más sorprendente aún es la explicación para declarar “no culpable” a Carlsen de atentar contra el honor de Niemann. Los ponentes recuerdan el artículo 11.9 de su Código Disciplinario: “Cualquier persona que socave el honor de otra sujeta a este código de cualquier modo, especialmente si utiliza lenguaje ofensivo, gestos o señales”. Y a continuación aseguran no tener pruebas de que el honor de Niemann haya sido socavado en este caso; sin mencionar, por ejemplo, un hecho que sí citan en la cronología de los primeros folios: dos semanas después de perder ante Niemann en San Luis, Carlsen jugó contra él una partida por internet en el torneo Julius Baer; el noruego hizo sólo su primera jugada y se rindió; en ajedrez, este tipo de conducta (o no estrechar la mano del rival al inicio) siempre se ha considerado como una falta de respeto muy grave.
El razonamiento para considerar “no culpable” a Carlsen de dañar el prestigio del ajedrez es una aplicación de un famoso dicho: que hablen de mí aunque sea mal. Los ponentes reconocen que el escándalo fue mayúsculo; por ejemplo, el magnate Elon Musk alimentó mucho la controversia al insinuar que Niemann había empleado unas bolas anales para hacer trampas (por medio de vibraciones en lenguaje morse enviadas por un cómplice que seguía la partida en directo con la ayuda de potentes computadoras); Niemann replicó que estaba dispuesto a jugar desnudo. Sin embargo, la sentencia considera más importante la gran publicidad que el ajedrez obtuvo durante meses.
Carlsen sólo es “culpable” de retirarse del torneo sin motivo porque no siguió las recomendaciones de la FIDE: denunciar discretamente al presunto tramposo por los canales establecidos, sin ponerlo públicamente a los pies de los caballos. Pero se le sanciona sólo con 10.000 euros (sin castigo deportivo alguno) por las siguientes razones: no hay antecedentes; la investigación de la FPL fue incompleta; hubo un acuerdo extrajudicial entre las partes; y el presidente Dvorkóvich tiene razón cuando apunta al perjuicio para el ajedrez de que Carlsen no juegue torneos.
El noruego, quien renunció al título mundial de ajedrez clásico (lento) pero sigue siendo el número uno, disputará estas navidades en Uzbekistán los Mundiales de las modalidades rápida y relámpago. Su reacción al conocer la sentencia fue: “Me siento aliviado de que el caso termine. Había escenarios mucho peores. Si me sancionan deportivamente, habría tenido que jugar sólo por internet”. Sin embargo, Niemann, quien todavía no ha dicho nada, cuenta con 21 días para apelar.
La FIDE publicó la sentencia este miércoles por la tarde en su portal oficial sin anunciarla en sus redes sociales ni enviar notificación alguna a los periodistas acreditados, a quienes sí ha informado durante los últimos días sobre diversas competiciones. Su director ejecutivo, el israelí Emil Sutovsky, muy activo en Twitter, tampoco ha publicado comentario alguno.
Además de colaborador de EL PAÍS desde 1985, Leontxo García es asesor de la FIDE para ajedrez educativo desde 2019.
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