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Ex Dirección General del Libro

Los recortes impuestos por el Gobierno constriñen el organigrama de la Secretaría de Estado de Cultura - El sector editorial se ve subsumido en Industrias Culturales

La cultura institucional reposa sobre un esqueleto cada vez más adelgazado. A la supresión del Ministerio -rebajado a la condición de Secretaría de Estado dependiente de Educación, Cultura y Deporte- se ha sumado una nueva medida de alto valor simbólico y aún desconocido ahorro presupuestario: la eliminación de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas, que en las últimas dos legislaturas gestionó Rogelio Blanco. Sus tres grandes áreas, además, han sido desgajadas y añadidas a dos departamentos distintos. El libro pasa a depender de la Dirección General de Políticas e Industrias Culturales, mientras que archivos y bibliotecas se incorpora a la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales, según el Real Decreto que recoge la nueva estructura orgánica de los ministerios publicado en el BOE el pasado 31 de diciembre.

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El secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, rehuyó calificarlo como un recorte y prefirió denominarlo "reorganización", pero lo cierto es que donde antes había tres direcciones generales (Libro, Industrias Culturales y Bellas Artes) ahora habrá dos. "Se trata, ante todo, de proceder a un uso más eficiente de los recursos públicos y de reorganizar las estructuras para potenciar racionalmente algunas sinergias que ya eran compartidas", explicó.

Con toda probabilidad, los planes de ahorro en las estructuras del organigrama ministerial no afectarán a otras direcciones generales de Cultura.

Entre las drásticas medidas aprobadas por el último Consejo de Ministros para rebajar el déficit público en 2012 figuran el recorte de 485,9 millones de euros del presupuesto prorrogado del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (3.716,56 millones de euros).

Sobre el nuevo reacomodo de competencias, los nuevos responsables políticos en materia cultural creen que, si existe una industria cultural por excelencia, altamente competitiva y además, con apertura a América Latina, esa es la del libro. Asimismo, en el ministerio que ocupa José Ignacio Wert se considera que la integración de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas dentro de una misma dirección general responde a la pura lógica y a una forma de gestionar la cultura que ya existió en tiempos.

La eliminación de la dirección general que se ocupa de un sector vital de la cultura -industria editorial- suscitó algunas reacciones negativas, aunque mereció el aplauso de las empresas editoriales. El director de la Federación de Gremios de Editores de España (FEGG), Antonio María Ávila, elogió el acercamiento entre libro e industria. "Que el libro vaya dentro de Industrias Culturales es un reconocimiento de la realidad del país de que la industria cultural por antonomasia es el libro. Lo ideal es que Libro y Bibliotecas vayan juntos, pero como solución no me parece mal, porque al ir junto a Industrias Culturales se alinea con la dirección general más potente. Archivos en realidad no tiene mucho que ver con el libro".

Por el contrario, la Asociación Colegial de Escritores de España reaccionó con indignación. "Nos parece una barbaridad la supresión del Libro en momentos en los que se necesita potenciarlo y defenderlo. Es retroceder a la época de los bárbaros. Desde los tiempos de UCD la Dirección General del Libro ha tenido una función vital. No acabo de entender esta medida. Esto es algo más que un símbolo", reprobó el secretario general de la organización, Andrés Sorel.

A Pilar Gallego, vicepresidenta del Gremio de Libreros de Madrid, también le desagrada profundamente la supresión de la Dirección General del Libro: "Es muy negativo, refleja la consideración que se tiene del libro, de que es algo de segundo orden. Tendría más sentido que desapareciese Industrias Culturales, que no ha tenido un trayectoria importante como dirección, a diferencia de la del Libro". A Gallego tampoco le entusiasma la separación de competencias que hasta ahora habían estado ligadas como el libro, los archivos y las bibliotecas. "No tiene sentido separar el área del libro de las bibliotecas", añadió.

La Dirección General de Política e Industrias Culturales fue creada por el ministro César Antonio Molina en 2008 y sobrevivió al primer tijeretazo dado por el Gobierno socialista a la estructura del ministerio, cuando la crisis económica comenzó a dar dentelladas en los presupuestos públicos. Hasta ahora se ocupaba de la promoción de industrias culturales, el mecenazgo, la propiedad intelectual y la comunicación cultural internacional. De esta nueva poda saldrá sin embargo muy reforzada.

José María Lassalle, en su toma de posesión como secretario de Estado de Cultura, a la que asistió el antiguo director general del Libro, Rogelio Blanco (a la derecha).
José María Lassalle, en su toma de posesión como secretario de Estado de Cultura, a la que asistió el antiguo director general del Libro, Rogelio Blanco (a la derecha).LUIS SEVILLANO
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