Fantasmas, los secundarios de moda (y la voz de la conciencia) en las series actuales
Tres ficciones episódicas coinciden en recurrir a los espectros como catalizador de tramas y emociones: ‘El otro lado’, la segunda temporada de ‘Feud’ y la cuarta de ‘True Detective’
En la ficción, los fantasmas lo saben todo. No hay donde esconderse. Saben aquello que nos avergüenza, sean espectros del más allá o del más acá, de los que transportamos en la mochila vital. Ahora tres series coinciden para hablar sobre nuestros amigos (tóxicos o no) invisibles: El otro lado en Movistar Plus+ y, en HBO Max, Feud: Truman vs. The Swans y True Detective. Noche polar (también disponible en Movistar Plus+).
“Todo lo que nos aterra nos fascina”, afirma David Pulido, psicólogo y guionista, ganador del Goya al mejor guion original por Tarde para la ira de Raúl Arévalo. “En el caso de un fantasma, a diferencia de otros monstruos, es alguien que estuvo y ya no está, y es la manera que tienen los seres humanos de procesar el duelo. También es una forma de dialogar con nosotros mismos, por eso están en todas las culturas”. Para Berto Romero, creador y protagonista de El otro lado, el espectral personaje de Andreu Buenafuente, Doctor Estrada, “funciona como la conciencia de Nacho, el mío. El mismo rol que Pepito Grillo asume para Pinocho. Pero Estrada es también la voz de las bajas pasiones de Nacho, de su parte más políticamente incorrecta e inconfesable, y también es su acicate y su impulsor. Ambos son un mismo personaje desdoblado”.
Nacho y Estrada se enfrentan a un fantasma con muchas ganas de venganza contra los vivos y con el humor difuminan los límites entre más allá y el más acá. “El elemento fantástico es una excusa para hablar de lo cotidiano”, cuenta Berto Romero, “en nuestro caso de los distintos tipos de masculinidad, de los medios de comunicación como máquinas de triturar gente, de la codicia, del todo vale. La idea de fantasma me parece muy sugerente. Un fantasma es una sombra, un recordatorio, una carga, una culpa. Estrada simboliza el mundo de nuestros padres, el patriarcado feliz, desacomplejado, nada deconstruido, para el que woke es un término que suena a raza de un planeta de Star Wars. De modo que sirve de contrapeso del personaje de Nacho, que se ha deconstruido y se ha adaptado al mundo en el que vive. O eso cree él, porque la propia existencia de Estrada pone en duda esta idea”.
El otro lado introduce la trama parapsicológica en un contexto de barrio, algo buscado según Romero: “Nos gustaba la idea de que en nuestro país un caso parapsicológico no fuera solemne, y que un fantasma fuera campechano y cercano. Creo que está más cerca de nuestra forma de ver el mundo. Sin embargo, la referencia que yo tenía en la cabeza era anglosajona: la del fantasma que se le aparece al protagonista en Un hombre lobo americano en Londres, de John Landis, que también se relaciona de una forma distendida, cercana y amigable.”
Para David Pulido, en la ficción un buen fantasma “no debe ser solo un recurso narrativo para que el espectador entienda partes de la trama o del personaje, tiene que aportar algo más. En Twin Peaks, por ejemplo, hay un grandísimo espectro, Bob, que no deja de ser la manifestación de una mente enferma, el recuerdo de algo traumático del pasado. También hay un fantasma, aunque no lo veamos, en The Bear (Disney+), donde el protagonista habla con el hermano muerto que le ha cedido el restaurante”. Ejemplos más recientes son las series de HBO Max True Detective (en su cuarta temporada) con la que Berto Romero cree que sí tiene en común con la suya “una trama más o menos detectivesca y la inclusión de un elemento paranormal como algo cotidiano”. También lo es Feud: Truman vs. The Swans, en la que aparecen espíritus de todo tipo lo cual, según Romero, hace que “charlar con un fantasma se haya convertido ya en un cierto lugar común en las ficciones, como forma de representar los pensamientos del personaje sin tener que mantenerte en un monólogo”. En el caso de esta ficción estadounidense, el espectro que agita los pensamientos de Truman Capote es el de su madre, a la que da vida Jessica Lange, un demonio que vive en su mente, le induce a escribir mejor y vuelca en él sus miserias.
La serie narra el desencuentro del escritor con un grupo de aristocráticas damas de Nueva York, a las que él llamaba cisnes, a propósito de unos artículos, anticipos de un libro titulado Plegarias atendidas en el que revelaba sus confidencias y secretos. Las ofendidas respondieron condenándole a un ostracismo social que aceleró las adicciones que le llevaron a la tumba. Aunque el rechazo tuvo razones distintas, coincide con el que sufrió su propia madre, Lillie Mae Faulk, años antes: “Puede que hayas salido de tu tumba, pero no estoy listo, madre. Aún tengo una obra maestra que terminar, así que no me iré a ninguna parte contigo”, responde Truman cuando le invita a unirse en la muerte (por cierto, en el principio de su carrera, Jessica Lange interpretó a la muerte en Empieza el espectáculo de Bob Fosse). El marco para el diálogo entre fantasma y persona está servido, pero, según el psicólogo y guionista David Pulido, “esta idea de que el subconsciente es lo profundo y lo real no es cierta. Que yo interactúe o incluso llegue, de una manera más física, a hablar con mi abuelo fallecido no significa que me esté diciendo algo verdadero y útil”.
“Lo que tienen los muertos es que algunos te visitan porque te añoran, otros quieren decirte algo que debes oír, y otros quieren llevarte consigo”, cuenta el personaje de Rose Aguineau (Fiona Shaw) a la policía Novarro (Kali Reis), protagonista junto a Liz Danvers (Jodie Foster) de la cuarta temporada de True Detective. Esta saga policial se traslada a la larga noche polar. En ella los espectros reales e imaginarios se mezclan sin que sepamos de qué tipo son y cómo enfrentarse a ellos. “Exorcizar nuestros fantasmas tiene que ver con verbalizar lo que está ocurriendo”, sostiene Pulido, “compartirlo, si es con un profesional mejor, pero si no también con otras personas para que podamos a veces escapar de nuestro propio diálogo interno, nuestro propio enfoque y ver qué hay de verdad en lo que ocurre”. El otro lado, Feud y True Detective nos llevan a un territorio donde el fantasma no solo da miedo, es un interlocutor, un amigo tóxico o sincero, reflejo de la condición humana que una vez tuvieron.
En el prólogo de 2001: una odisea espacial, Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke escribieron: “Detrás de cada hombre vivo hay treinta fantasmas pues tal es la proporción con que los muertos superan a los vivos. Desde el alba de los tiempos, unos cien mil millones de seres humanos han transitado por el planeta Tierra. Y es en verdad un número interesante, pues por curiosa coincidencia hay aproximadamente cien mil millones de estrellas en nuestro universo local, la Vía Láctea. Así, por cada hombre que jamás ha vivido, luce una estrella en ese universo”. Para los que crean en fantasmas más o menos metafóricos, estas series aportan inspiración para que busquen esos 30 fantasmas que le corresponden. Y los que no crean, siempre pueden hacer como las protagonistas de True Detective: lanzar una naranja a la oscuridad más profunda y esperar a ver qué ocurre.
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