Radar Covid: la ‘app’ que depende de todos para que sirva de algo
La aplicación de rastreo de contagios impulsada por el Gobierno, aún con varios flecos por resolver, requiere una alta implicación social para convertirse en una herramienta útil contra la pandemia
Radar Covid ya está operativa en siete comunidades. De instalación y uso voluntario, la app se suma al resto de herramientas para combatir la pandemia. Y a l igual que la mascarilla y el lavado de manos, depende la implicación colectiva para ser útil.
El bluetooth siempre debe estar encendido. Es la tecnología que rastrea, preserva nuestro anonimato e intercambia información—. “Es labor nuestra comunicar que hemos dado positivo y estar atentos de avisos de que hemos estado en contacto con un contagiado”, explica José Martínez, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública.
Pese a no estar plenamente operativa, la app ya coteja información de los últimos siete días en los 2,6 millones de teléfonos que la han descargado (la versión definitiva alcanzará los 14 días). Esta característica ayuda a disponer de un histórico de contactos en cuanto una comunidad la arranca. “Es conveniente que los ciudadanos la bajen ya, sobre todo ahora que muchos vuelven tras las vacaciones”, avisa Rafael Bengoa, experto en salud pública y exconsejero de Sanidad del País Vasco.
Una implantación superior al 20% ayudaría a reducir la pandemia en un 30%; y a partir de ahí su contribución sería lineal, según el presidente del Gobierno. Pero la app no significa que desaparezca la labor de los rastreadores. Todo lo contrario. Son medios complementarios. En palabras de Martínez, será especialmente eficaz a la hora de detectar contactos con personas desconocidas y mitigar la transmisión comunitaria.
En la práctica aún faltan flecos por resolver. Todavía no se ha publicado el código abierto con el que se ha creado, que permitiría a cualquier programador conocer sus tripas. La Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial se ha comprometido a liberarlo cuando esté disponible en toda España.
La incompatibilidad con algunos sistemas operativos también limita el éxito. Debido a que se ha desarrollado según el acuerdo alcanzado por Apple y Google, Radar Covid funciona a partir de las versiones Android 6.0 e iOS 13.5. Además, solo funciona en smartphones que dispongan de Google Play Services o App Store. Móviles como el P40 y el P40 Pro+ de Huawei y otros de la marca Honor no pueden descargarla.
Dónde descargar la app
- Móviles con sistema operativo Android. La aplicación está disponible en este enlace a la Play Store de Google.
- Móviles con sistema operativo iOS. La aplicación está disponible en este enlace a la App Store de Apple.
¿Qué sucede en otros países?
España se une, con unos meses de retraso, a los países europeos que han desarrollado estas aplicaciones. Las de casi todos los miembros de la UE son descentralizadas, como la española, con lo que la información está encriptada, es anónima y no es accesible. Tampoco se identifica al usuario ni se accede a su localización.
Pero hay excepciones. Francia decidió apostar por un protocolo propio. “Su app tiene muchos problemas. Utiliza un sistema centralizado en el que los datos podrían desanonimizarse con facilidad”, explica Lorena Jaume-Palasi, cofundadora de la ONG Algorithm Watch. Fuera de la UE, países como Noruega o Reino Unido han renunciado a utilizar estos sistemas de rastreo digital por posibles complicaciones con la privacidad.
Los expertos ratifican que la app española es una de las que más respeta la intimidad. “Se ha puesto especial empeño en la privacidad. No podría ser menos intrusiva”, explica Paloma Llaneza, abogada e integrante del grupo de expertos que asesora al Gobierno para crear una carta de derechos digitales. “Es sorprendente que haya una percepción distinta de la privacidad según la aplicación. Los usuarios no se preocupan tanto por cómo trata Facebook sus datos”.
El caso de Alemania es especialmente llamativo: su app inicial fue recibida con gran desconfianza. “El Gobierno tuvo que hacer el proceso más transparente”, explica Jaume-Palasi, que reside en Berlín. En su desarrollo colaboraron desde ONG’s hasta corporaciones. “Ahora es uno de los países europeos donde más se utiliza: 17 millones de descargas, en torno al 20% de la población”. La de Irlanda del Norte también es muy popular: el 37% de la población la tiene.
Los resultados, de momento, no son muy halagüeños. Aunque depende del país, los porcentajes de detección a través de las apps son, en general, bajos, ya sea porque no se están descargando lo suficiente, porque los usuarios no siguen las indicaciones o, simplemente, porque no están funcionando bien.
En Asia, la penetración de estos sistemas es mucho más amplia, en parte porque “allí tienen una percepción distinta de la privacidad”, señala Llaneza. Por ejemplo, en China la descarga es obligatoria y, además, se recopilan datos que incluyen identidad, ubicación e incluso el historial de pagos en línea. Singapur y Corea del Sur utilizan apps “totalmente diferentes que recopilan todo tipo de información”, cuenta Jaume-Palasi. “Ya tienen experiencia con pandemias, han pasado por situaciones de planificación de este tipo de emergencias y han desarrollado una cultura muy distinta respecto a la privacidad”.
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