Banda ancha: más aplicaciones, por favor
Buenas noticias para el sector de la banda ancha. Con un crecimiento del 45% en 2005, y un total de más de 5,5 millones de conexiones en España este año, esta fórmula de acceso a Internet se ha convertido, junto con la telefonía móvil, en el motor del crecimiento del mercado de las telecomunicaciones.
Sin embargo, perviven algunos de los obstáculos que han hecho que la presencia de Internet en nuestro país siga siendo inferior al de la media europea. Más allá de los usos más difundidos, como el correo electrónico, la mensajería instantánea, la consulta de servicios informativos o la descarga de archivos musicales, los españoles apenas están comenzando a intuir las enormes posibilidades que brinda la red.
El uso del comercio electrónico se disparó el año pasado gracias a la compra de billetes aéreos, las agencias y los operadores de turismo, además del marketing directo o la banca online. Y en el primer trimestre de 2006, las conexiones de banda ancha batían todos los récords con 490.000 nuevas altas, lo que representa un crecimiento del 18% sobre el mismo período del año anterior.
Sin embargo, el uso masivo de aplicaciones de valor añadido sigue sin despegar en muchos sectores, lo que repercute negativamente en el aprovechamiento óptimo de la red. Lo impiden, o por lo menos lo dificultan, barreras como los costes de la banda ancha en España, que siguen siendo más elevados que los de la media europea; la persistencia de la brecha digital entre el campo y la ciudad; unos servicios de asistencia al cliente que, si bien están mejorando, en muchos casos todavía no son dignos de ese nombre, y las dificultades para cambiar de operador.
Costes demasiado altos
La conexión media de banda ancha a Internet cuesta a los españoles 34,60 euros mensuales. A esta cantidad se ha llegado gracias a una progresiva disminución de las tarifas, que ahora dan derecho a una media de ancho de banda superior a un megabit por segundo gracias a las sucesivas duplicaciones de velocidad de descarga. Con todo, esta velocidad, que no se consigue de forma consistente en ambos sentidos, resulta insuficiente para determinadas aplicaciones.
La ausencia en la práctica de cuotas de alta y el abaratamiento y mejora del equipamiento necesario, como los routers inalámbricos, ayudan a abrir las puertas de Internet a los españoles. También contribuyen a ello las ofertas conjuntas de ADSL, que incluyen tarifa plana para llamadas de voz local e interprovincial prácticamente con el mismo coste. Sin embargo, este conjunto de medidas favorables no han bastado para impedir que el precio del acceso de banda ancha siga siendo el más caro de Europa, nada menos que en un 32%. Esto revela que para disminuir los precios y mejorar la calidad del servicio se impone una regulación más efectiva.
Concentración
El mercado de banda ancha se está concentrando alrededor de un grupo de proveedores encabezados por Telefónica, que controla directamente más de 3,2 millones de abonados, en su totalidad mediante tecnología ADSL.
Pero cambiar de operadora sigue siendo una aventura. Se producen períodos de desconexión entre la baja de un operador y el alta real del servicio con otro; la velocidad de acceso no está garantizada; arrecian las críticas sobre los servicios de ayuda al cliente de telecomunicaciones y persiste el desbarajuste en algunos departamentos de facturación de las operadoras.
La pervivencia de estos inconvenientes inhibe la posibilidad de cambiar de proveedor, lo que redunda en la consolidación del operador dominante. Y en ocasiones ni siquiera se puede correr el riesgo del cambio por falta de alternativas. La Unión Europea proclama que la banda ancha, como la telefonía básica, es un derecho universal de sus ciudadanos, pero se mantiene la brecha digital entre las zonas urbanas y las rurales, donde a veces el cambio de proveedor no es posible o la banda ancha ni siquiera está disponible.
Multiplicar los servicios
Estos problemas no impiden el crecimiento del acceso de calidad a Internet, pero lo ralentizan. En parte se pueden corregir con medidas como la liberalización de los precios, la apertura del bucle local, con inversiones más decididas, especialmente en zonas poco cubiertas, y reforzando la normativa para poner coto a la indefensión de los usuarios. Pero para que los servicios de valor añadido se generalicen es necesario que maduren y se multipliquen. Que sean tan atractivos como para captar la masa crítica de usuarios que los hagan rentables.
La telefonía a través de WiFi o los juegos van en esta dirección, así como las ofertas triple play, como la que ofrece Telefónica a través de Imagenio, que integra televisión, Internet y telefonía. El despegue definitivo de la banda ancha en nuestro país exige que los proveedores sigan innovando y encuentren nuevas aplicaciones y servicios. Incluso los que hoy por hoy ni siquiera somos capaces de imaginar.
Brian Subirana es profesor del IESE y director del e-business Center PwC&IESE.
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