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Medicamentos y calor: lo que hay que saber sobre un cóctel que puede ser peligroso

La deshidratación es uno de los efectos de algunos fármacos en combinación con las altas temperaturas

Medicamentos y calor
El termómetro de una farmacia marc 38 grados.Alamy Stock Photo
Pablo Linde

El calor y los fármacos interaccionan de formas que no siempre son intuitivas. Las manidas ―pero importantes― recomendaciones de no salir a las horas centrales del día, mucho menos hacer deporte en el exterior, refrescarse y beber abundante agua cobran especial importancia para pacientes que toman determinados medicamentos; muy a menudo, son también las personas más vulnerables al calor, precisamente por las enfermedades que padecen.

El golpe de calor, la forma más extrema y fulminante de fallecimiento por las altas temperaturas, es también la más llamativa, pero la menos frecuente. La aplicación MACE (Mortalidad Atribuible por Calor en España), que utiliza un completo modelo estadístico, calcula que el verano pasado murieron en España 11.000 personas por causas atribuibles al calor. De ellas, tan solo 24 lo hicieron por golpes, según el Ministerio de Sanidad.

El resto son sobre todo personas muy mayores, vulnerables, con pluripatologías, cuyos organismos sufren descompensaciones a causa de las altas temperaturas por diferentes vías. Un reciente estudio mostraba que la mayoría de hospitalizaciones por esta causa son personas mayores de 85 años.

Las causas más frecuentes de ingreso cuando las temperaturas superan los considerados umbrales de confort térmico son los trastornos metabólicos y relacionados con la obesidad (casi se duplican, con una subida del 97,8%). Le siguen la insuficiencia renal (77,7%), la infección del tracto urinario (74,6%), la sepsis (54,3%), la urolitiasis o cálculos renales (49%) y la intoxicación por fármacos y otras sustancias no medicinales (47%).

Entre las primeras causas también pueden estar involucrados los fármacos. Como explica Sonia Cruz Pardos, responsable de Farmacia del Hospital Universitario Sanitas Virgen del Mar, “con la deshidratación se acumulan más en el cuerpo y hacen que el riñón trabaje más lentamente, lo que puede producir intoxicaciones”.

Buena parte de los efectos sobre la salud que pueden tener los fármacos en combinación con el calor tienen que ver con la deshidratación. De ahí la importancia de beber suficiente líquido, incluso aunque no se tenga sed. Esto es especialmente importante en las personas mayores, que suelen percibirla cuando ya es demasiado tarde.

Daniel Sevilla, del grupo de trabajo del Paciente Crónico de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), explica que esta atención con la hidratación la deberían tener especialmente personas con enfermedades cardiovasculares, con patología renal y pacientes con enfermedades endocrinas, alteración de tiroides y diabetes. Además, los pacientes trasplantados, que suelen tomar medicamentos con un margen terapéutico pequeño (ya se toman en dosis relativamente cercanas a su toxicidad) son especialmente sensibles a la deshidratación.

Cruz apostilla que las bebidas isotónicas, que pueden ser beneficiosas para parte de la población, no son recomendables para otras, como los hipertensos, ya que el sodio que contienen les puede perjudicar. Los médicos también recomiendan evitar las que tienen cafeína o exceso de azúcar.

Los fármacos que interaccionan con el calor

La SEFH tiene una guía online sobre cómo interaccionan los principales medicamentos con el calor. Los diuréticos pueden producir alteraciones en la hidratación y trastornos electrolíticos. Los antiinflamatorios no esteroideos (como el ibuprofeno), los inhibidores ECA (que se utilizan para tratar patología cardiaca) y algunos medicamentos para la tensión pueden provocar deterioro de la función renal. Los neurolépticos, algunos antidepresivos y los opioides alteran la termorregulación central. Los antidepresivos tricíclicos, los antihistamínicos de primera generación, y los antiespasmódicos limitan la sudoración. Los diuréticos y los beta-bloqueantes aumentan el gasto cardíaco. Y los hipotensores y sedantes pueden inducir hipoperfusión y disminuir la capacidad para defenderse del calor.

Cruz añade que la medicación psiquiátrica puede producir alteración del estado cognitivo, menor alerta y que estos pacientes son más vulnerables, ya que tienen peor capacidad para detectar la sensación de golpes de calor. Advierte además sobre los parches analgésicos: con la dilatación de los poros producida por el calor, puede llegar más medicamento al organismo y convertirse en tóxicos o, al contrario, la sudoración puede producir que se desprendan y no hagan su función. Estos pacientes deberían ser especialmente cuidadosos con la zona donde los llevan puestos.

Los que toman ciertos medicamentos oncológicos han de tener especial cuidado con la exposición directa al sol, ya que muchos de ellos provocan fotosensibilidad en la piel, lo que puede causarles manchas. “Ellos deben extremar la protección con cremas, prendas de ropa que les cubran o gorros”, enumera la médica.

Pilar Cubo Romano, coordinadora del grupo de trabajo de Cronicidad y Pluripatología de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), recomienda a sus colegas que revisen el tratamiento farmacológico de sus pacientes para identificar los medicamentos que pueden alterar la adaptación del organismo al calor y retirar los que no sean necesarios. Y advierte a la ciudadanía que no tome fármacos sin prescripción “incluidos productos de herbolario”.

También hay que ser en verano especialmente cuidadoso con la conservación y el transporte de los fármacos. Los que pueden estar a temperatura ambiente no deberían dar problemas, pero si se exponen a demasiada temperatura pueden dañarse. “Si vemos que las pomadas han perdido su textura o que las píldoras están derretidas, hay que tirarlas al punto Sigre de la farmacia”, señala Cruz, que recomienda no transportarlos por ejemplo en maleteros del coche, sino llevarlos delante, donde suele estar puesto el aire acondicionado.

Es conveniente extremar las precauciones para que los medicamentos que ya de por sí requieren refrigeración no rompan en ningún momento la cadena del frío, por lo que si hay que desplazarlos debe hacerse con bolsas isotérmicas y placas de hielo para que así no pierdan sus propiedades.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.
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