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El Supremo de Texas frena temporalmente un aborto de emergencia

Kate Cox, de 31 años, obtuvo el jueves una medida cautelar para interrumpir su embarazo por malformaciones congénitas del feto

Manifestación a favor del aborto en Austin, Texas
Una manifestación en favor de los derechos de las mujeres sobre sus cuerpos en Austin, en mayo de 2022.Eric Gay (AP)
Luis Pablo Beauregard

El Tribunal Supremo de Texas ha frenado temporalmente la noche de este viernes un aborto de emergencia solicitado en el Estado, que tiene una de las legislaciones más duras contra la interrupción del embarazo. La decisión de la Corte llega solo un día después de que Kate Cox, una mujer de 31 años en la semana 20 de gestación, recibiera una medida cautelar por 14 días que le permitía someterse al procedimiento por una malformación congénita del feto. La protección recibida por Cox el jueves había sido considerada una grieta en la estricta ley aprobada tras la derogación de Roe contra Wade, el emblemático fallo que legalizaba el aborto en el país.

La decisión del Supremo local extiende la odisea legal a la que han recurrido Cox y su esposo. El matrimonio, quienes ya son padres de dos hijos, acudió a los tribunales una semana después de enterarse de que el embarazo era inviable. El feto sufre de una malformación conocida como trisomía 18 y la opinión de los médicos era que el bebé viviría una semana después del parto. El jueves, una jueza del condado de Travis, Maya Guerra Gamble, dio el visto bueno para interrumpir el embarazo, pero el Gobierno local, del ala más conservadora del Partido Republicano, actuó rápidamente para frenar el aborto.

La moción fue interpuesta por el fiscal texano, Ken Paxton, un cristiano ultraconservador que ha emprendido una cruzada contra el aborto en el Estado. El recurso fue presentado a altas horas de la noche del jueves. El fiscal pidió al Tribunal celeridad. “Cada hora en que la medida cautelar está en pie es una hora en la que los demandantes se creen libres para realizar un aborto”, escribió Paxton. El Estado afirma que Cox no cumple los requisitos para obtener la única excepción que existe en la legislación local: que la vida de la madre corra peligro.

El fiscal envió cartas a tres hospitales del Estado amenazando con emprender acciones legales contra los médicos si alguno de estos centros ejecutaba el aborto. “El fallo no los protege a ustedes, y a nadie más de responsabilidad civil y penal”, amenazó Paxton. El castigo estipulado por la ley por auxiliar en un procedimiento de este tipo asciende a multas de hasta 100.000 dólares.

Los abogados de Cox, quien vive en un suburbio de Dallas, han mostrado un optimismo cauteloso. “Aunque esperamos que el Supremo rechace la petición del Estado y que lo haga rápidamente, tememos que en este caso la justicia demorada sea justicia negada”, afirmó Molly Duane, abogada del Centro de Derechos Reproductivos, la organización de defensa de derechos de las mujeres que representa a Cox en los tribunales.

Duane ha recordado, por medio de un comunicado, que se trata de un caso de emergencia. “Kate tiene 20 semanas de embarazo. Es por esto que la gente no debiera ir a rogar por atención médica a un tribunal”, afirmó.

Las organizaciones antiabortos ya han protestado por este caso y ejercido presión sobre las autoridades locales. “Todos los niños son preciosos y deberían ser protegidos por la ley sin importar qué tan corta pueda ser su vida”, aseguró en un comunicado Texas Right To Life. La opinión de este grupo es que Cox debería haber optado por los cuidados paliativos perinatales antes de acabar con la vida del feto.

El Supremo también tiene entre los casos pendientes de resolver una demanda de 20 mujeres que afirman que les fue negado el aborto a pesar de tener embarazos de riesgo.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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