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Portugal pretende prohibir las máquinas de tabaco en gasolineras y bares a partir de 2026

El Gobierno reforma la ley para impedir el consumo de cigarrillos en terrazas cubiertas y numerosos espacios al aire libre desde el próximo otoño

Fumadores en Portugal
Una persona fumando un cigarro a las puertas de un bar en Lisboa, Portugal. Horacio Villalobos (Corbis / Getty)
Tereixa Constenla

La permisividad legal hacia el consumo de tabaco que ha distinguido a Portugal hasta ahora se acabará en unos meses. El Gobierno aprobó este jueves una serie de medidas que limitarán a los fumadores en los espacios públicos y que, si reciben luz verde en la Asamblea de la República, entrarán en vigor en octubre. La más drástica tiene que ver con la prohibición de fumar al aire libre en los alrededores de recintos sanitarios, educativos, deportivos, estaciones y paradas de transportes, así como en terrazas cubiertas. En la práctica significa que no se podrá echar un cigarro mientras se espera el autobús ni tampoco en un parque acuático, como se permite hasta ahora. La reforma de la Ley del Tabaco no contempla expresamente la prohibición generalizada de fumar en la playa, pero abre la puerta a que pueda establecerse caso a caso.

A pesar de disponer de mayor relajación social, Portugal es uno de los países comunitarios con menos adicción al tabaco. Los fumadores diarios son el 11,5% (en España lo son el 19,7%), una de las tasas más bajas por detrás de Suecia, Finlandia y Luxemburgo. Según un Eurobarómetro de 2020, dedicado a analizar el tabaquismo en la Unión Europea, el porcentaje de quienes no habían fumado nunca en Portugal era del 64%, frente al 55% de la media europea. Sin embargo, el retroceso en el consumo es más lento que en otros países. Si antes de la aprobación de la Ley del Tabaco en 2007 fumaba el 20,9%, en 2019 la cifra había bajado al 17%.

Uno de los colectivos que más preocupa ahora es el de los jóvenes que se inician en el consumo con métodos alternativos a los cigarrillos tradicionales que resultan también nocivos para la salud, como los dispositivos electrónicos que proporcionan nicotina o los que calientan el tabaco sin combustión. Precisamente ha sido la trasposición de una directiva comunitaria que obliga a equiparar la regulación del consumo del tabaco calentado a la que ya se aplica al convencional la vía que ha aprovechado el Gobierno luso para redoblar sus medidas antitabaco.

Al finalizar el Consejo de Ministros, el titular de Sanidad, Manuel Pizarro, destacó que la propuesta de ley “da pasos firmes en la promoción de la salud y en la protección de las personas en relación a la exposición al humo del tabaco”. Pizarro incidió sobre la población juvenil como uno de los grupos que requieren más intervención. “Hoy hay nuevos patrones de consumo, sobre todo entre los jóvenes, que conviene prevenir, disminuyendo los ambientes que facilitan la adquisición y la utilización de tabaco, en particular los nuevos productos”, subrayó el ministro. Los envoltorios de tabaco calentado incluirán a partir de octubre alertas sobre sus riesgos con fotografías y textos, además de prohibirse la incorporación de aromatizantes entre sus componentes.

Desde su aprobación en 2007, la Ley de Tabaco ha tenido ya varias modificaciones. Esta es una de las más incisivas, aunque algunas de las medidas más radicales entrarán en vigor dentro de unos años. Entre ellas, figura una prohibición general de la venta de tabaco, que solo podrá realizarse en estancos y aeropuertos a partir de 2025, lo que excluye las máquinas expendedoras de gasolineras, restaurantes y cafeterías. La Asociación Nacional de Revendedores de Combustibles ya ha expresado su rechazo en un comunicado: “No aceptamos, por ser claramente discriminatorio, que se estén desviando o alterando flujos de venta de tabaco, concentrando los mismos en algunos comercializadores”.

La propuesta de ley aprobada esta mañana en el Consejo de Ministros tendrá ahora que ser debatida en la Asamblea de la República, donde la mayoría absoluta del Partido Socialista podría garantizar su tramitación sin grandes cambios. Sin embargo, el Gobierno ya ha rectificado medidas anunciadas a bombo y platillo que han generado grandes controversias, como la decisión de forzar alquileres de viviendas vacías para tratar de combatir la crisis de alojamientos, que ahora se ha quedado en una medida residual dependiente de los ayuntamientos.

Las restricciones en la venta de cigarrillos van a tener enfrente a la industria tabaquera, pero también a los comercios afectados por la desaparición de las máquinas expendedoras. Sofía Ravara, coordinadora de la Comisión de Tabaquismo de la Sociedad Portuguesa de Neumología, prevé que habrá “una inmensa resistencia”. “Las medidas son un gran avance, pero pueden ser desvirtuadas en la Asamblea de la República”, señaló en el diario Público.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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