China ve “innecesario obsesionarse” con identificar las muertes por covid durante la ola de contagios
Ante las críticas de la OMS, expertos sanitarios del país se abren a calcular la cifra de fallecidos mediante el exceso de muertes actual con el de años previos
Las autoridades sanitarias de China consideran “innecesario obsesionarse” con la identificación de las muertes por covid mientras el país sufre el zarpazo de una enorme ola de contagios, tras poner el punto y final a la dura política de covid cero. “De algún modo es imposible” determinar con exactitud cada fallecimiento en estos momentos, ha defendido Liang Wannian, responsable del panel de expertos sobre covid-19 de la Comisión Nacional de la Salud de China. Liang ha reconocido que la forma más precisa de calcular la cifra sería comparando el exceso de muertes actual con el de años previos.
“Técnicamente, no hay forma de determinar un número definitivo de muertos o una tasa de mortalidad cuando la pandemia aún está en curso”, ha argumentado este epidemiólogo ante las preguntas de la prensa internacional durante una comparecencia junto a otros expertos sanitarios del país. También ha sostenido que “ningún país” es capaz de especificar con certeza cuándo una muerte se debe directamente a la covid.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva días criticando a Pekín por infrarrepresentar el golpe de la pandemia. “Seguimos pidiendo a China datos más rápidos, regulares y fiables sobre hospitalizaciones y muertes, así como una secuenciación vírica más completa y en tiempo real”, reclamó la semana pasada el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. Tras el giro de 180 grados en su férrea política antipandémica, ejecutado el pasado 7 de diciembre, el país más poblado del mundo ha comunicado oficialmente solo 37 muertes por covid hasta el lunes. Esto es: poco más de una víctima al día en un gigante con 1.400 millones de habitantes. El dato contrasta con numerosos testimonios, imágenes de hospitales saturados y morgues repletas que circulan en redes sociales y publica la prensa internacional.
Tras cambiar el rumbo de su estrategia sanitaria, China estrechó también los criterios para determinar qué es una muerte por covid, reduciéndola a aquella debida a una infección respiratoria causada por esta enfermedad, lo que excluye otras muertes asociadas a complicaciones provocadas por el coronavirus, como un infarto. La consultora sanitaria Airfinity estima que en China podrían fallecer 1,7 millones para abril de 2023. Expertos en salud han criticado la falta de preparación del país tras tres años dedicada a mantener el virus a cero. Pero Pekín considera las críticas —que pondrían en evidencia la falta de un plan de reapertura— una estrategia orquestada por medios y políticos occidentales cuyo único fin es criticar al Gobierno del país haga lo que haga.
La reapertura de fronteras de China —tras más de mil días prácticamente sellada al exterior— ha provocado además que diversos países como Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, España e Italia impongan restricciones a la entrada de viajeros procedentes del gigante asiático; también la Unión Europea ha recomendado a los Estados miembro reclamar una prueba PCR a los pasajeros procedentes de China, despertando el enfado de Pekín y amenazando con abrir un nuevo frente de tensión. Este país, en cualquier caso, también exige a los visitantes una PCR 48 horas antes de embarcar.
El epidemiólogo Liang, también vicedecano ejecutivo de la escuela Vanke de Salud Pública, de la Universidad Tsinghua en Pekín, ha argumentado en la comparecencia que ahora el país no debería poner el foco en el recuento de fallecidos, sino en tratar a los pacientes enfermos. Pero ha concedido que la forma de calcular con mayor precisión la mortalidad sería comparar, una vez pasado el embate, el exceso de fallecimientos con los números de años previos: “Una medida reconocida de los daños de una epidemia es el número adicional de muertes en un periodo determinado”, ha dicho en respuesta a una pregunta de EL PAÍS.
“Para comprender realmente los daños de la covid, deberíamos comparar el total de muertes en Pekín en diciembre de 2022 con las de diciembre de 2021″, ha subrayado también Wang Guiqiang, jefe del departamento de enfermedades infecciosas del Primer Hospital de la Universidad de Pekín, en el encuentro, organizado por la Asociación de Diplomacia Pública de China en el Club Internacional de Pekín. Wang ha reconocido que durante una epidemia ocurren muertes relacionadas de forma directa e indirecta con el virus, y que él se inclina por incluir ambas a la hora de estimar el número de víctimas. “Es un trabajo que habrá que hacer en la próxima etapa”.
Wang ha explicado que el golpe de la pandemia en Pekín ha sido “muy grande” y que los recursos hospitalarios aún se encuentran bajo bastante presión. Pero ha asegurado que ya se ha rebasado el “pico” y que tanto el número de contagios, como el de pacientes críticos ha comenzado a disminuir.
Preocupación ante el Año Nuevo Chino
Con los viajes por las vacaciones de Año Nuevo chino —que se celebra el 22 de enero— ya en marcha, el foco de preocupación ahora se traslada de las megaciudades a los núcleos urbanos de provincias más remotas, con menores recursos médicos. El Ejecutivo chino espera que se produzcan unos 2.000 millones de desplazamientos a lo largo de un período festivo que suele ser conocido como el mayor movimiento migratorio del planeta. Una de las prioridades, según Liang, será asegurar el abastecimiento de medicamentos en las zonas rurales.
La escasez de fármacos ha sido uno de los mayores retos en las grandes urbes a medida que los casos se extendían de forma exponencial: en los hospitales ni siquiera había ibuprofeno, según confesaba a mediados del mes pasado un médico de urgencias. “La cadena de suministro de productos farmacéuticos básicos ha estado bajo mucha presión”, reconocía el martes de esta semana un directivo de la compañía farmacéutica china Youcare, durante una visita a su planta de producción a las afueras de Pekín organizada por el Gobierno y a la que fue invitado EL PAÍS. El ejecutivo de esta empresa, que produce un medicamento empleado en China para paliar los síntomas de la covid, aseguró que su planta ha estado “muy ocupada” en los últimos dos meses. En la visita muestran una estancia donde las máquinas escupen cajas de vitamina C y de un compuesto de paracetamol y amantadina a toda velocidad.
El ritmo de producción también se ha multiplicado en la planta de la farmacéutica CR Double Crane, otra de las paradas de la visita propagandística, de cuyas entrañas salen en estos momentos unas 450.000 pastillas al día del antiviral Azvudine. Originalmente creado para combatir la Hepatitis C y el VIH, este fármaco desarrollado en el país fue el primer medicamento que recibió el año pasado una autorización sanitaria para tratar a los pacientes con covid. Azvudine es un competidor de Paxlovid, la píldora de de la multinacional estadounidense Pfizer, muy demandada entre las élites en China. El objetivo de la compañía china es alcanzar una producción de hasta 12 millones de pastillas al día a mediados de febrero, según explica una responsable de producción durante la visita.
“Todas nuestras líneas de producción están a plena capacidad”, añade Lu Wenchao, el presidente de la farmacéutica, que sin embargo no aclara en qué momento recibieron la notificación de Pekín para incrementar la producción y hacer frente a la ola que siguió a la repentina reapertura. “Hemos movilizado de forma urgente a todas las compañías y factores relevantes [...] especialmente tras entrar en la nueva fase [...] para expandir la producción de medicamentos”, zanja a su lado Zhou Jian, subdirector del Departamento de Consumo del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
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