La estrategia de covid cero de Pekín ensombrece las celebraciones del Año Nuevo chino
Las 60.000 personas relacionadas con el certamen deportivo deberán realizarse una prueba PCR diaria y solo “espectadores designados” podrán asistir como público
Las celebraciones con motivo de la Fiesta de la Primavera, la festividad más importante de China, vuelven a verse ensombrecidas en algunas regiones del país por las restricciones aplicadas para contener la covid-19. El gigante asiático despide el Año del Buey para dar la bienvenida al del Tigre con las miras puestas en que nada empañe el arranque el viernes de los Juegos Olímpicos de Invierno en su capital. Sin embargo, a cuatro días del inicio de la cita multideportiva bajo los cinco aros, Pekín continúa sumando contagios tanto dentro como fuera de la denominada “burbuja”, mientras las autoridades piden a los residentes que eviten los desplazamientos. Tras dos años en los que gran parte de la población se ha visto obligada a no regresar a su ciudad de origen, pese a las recomendaciones sanitarias, el Gobierno estima que se producirá un aumento en el número de viajes.
“Es la primera vez que vuelvo a casa para la Fiesta de la Primavera desde el inicio de la pandemia”, cuenta Jiang Fei, de 33 años, desde Qinhuangdao, ciudad costera cercana a Pekín. “Como Cantón [donde reside] es zona de bajo riesgo, no he tenido que aislarme, tan solo hacerme una PCR veinticuatro horas antes de venir. No creo que tenga ningún problema al regreso”, añade. Tradicionalmente, el Año Nuevo lunar es el único momento del año en el que muchos emigrantes rurales tienen oportunidad de reunirse con sus familias. El estallido de la pandemia al inicio de las vacaciones de 2020, sin embargo, provocó que millones de personas lleven dos años sin ver a sus seres queridos. El Ministerio de Transportes estima que este año se realizarán 1.200 millones de viajes, aún lejos de los niveles anteriores a la pandemia, pero que representan un 36% más con respecto al año pasado.
Son los residentes en la capital china quienes encuentran más trabas para salir y entrar de la ciudad. Después de que se detectase el primer caso de la variante ómicron en Pekín hace dos semanas, las autoridades han organizado pruebas masivas de test en varios distritos capitalinos y las empresas estatales, así como los centros educativos, han instado a sus trabajadores a no abandonar la ciudad. Con el fin de evitar que alguna persona contagiada no reportase su caso, aquellos que habían adquirido medicamentos en las farmacias también están obligados a realizarse una prueba PCR.
A pesar de la rápida respuesta ante cualquier atisbo de rebrote, el domingo se dispararon de nuevo las alarmas, cuando la Comisión Nacional de Salud anunció que Pekín registró 20 de los 54 nuevos contagios detectados en toda la nación, la cifra diaria más alta contabilizada en la capital desde junio de 2020. De acuerdo con el digital hongkonés South China Morning Post, seis de los nuevos casos son de la variante ómicron, mientras que el resto son de delta, que continúa siendo la predominante en el gigante asiático. Según los medios locales, todas las personas infectadas se encontraban en aislamiento por haber sido contactos cercanos de otros pacientes. Varios complejos residenciales se encuentran confinados, mientras el resto de la población sigue su vida con relativa normalidad.
La semana pasada también se decretó el confinamiento de 1,2 millones de personas residentes en el nuevo distrito de Xiong’an, ubicado a 100 kilómetros al sur de Pekín, después de que se detectaran cinco infecciones relacionadas con los casos registrados en la capital. La medida, que se ha dado a conocer a través de los comentarios de los afectados a través de Internet, durará, en principio, una semana.
El número de infecciones también está aumentando dentro de la “burbuja”, el circuito cerrado creado para los Juegos Olímpicos en el que deberán permanecer tanto los atletas como los trabajadores, periodistas y voluntarios durante la totalidad del evento. El Comité Organizador de Pekín 2022 informó el domingo de que 34 personas recién aterrizadas habían arrojado positivo por covid-19, elevando el número de contagios dentro de la burbuja a más de un centenar desde que esta se selló el pasado 4 de enero. Con el objetivo de proteger la salud y seguridad de las 60.000 personas relacionadas con el certamen deportivo, todas deberán realizarse una prueba PCR diaria y solo “espectadores designados” podrán asistir como público.
Al Gobierno también le preocupa el rebrote de Hangzhou, al este de China, donde se ha detectado medio centenar de contagios por la variante ómicron, después de que un trabajador de un proveedor internacional de equipos de cocina diera positivo. Las provincias vecinas de Guizhou, Jiangxi y Hubei han reportado casos relacionados con este nuevo foco de infección.
La segunda economía del mundo se niega a abandonar su política de “tolerancia cero” contra el coronavirus, la cual le ha permitido contabilizar —según cifras oficiales— tan solo 106.073 contagios y 4.636 muertes entre los 1.411 millones de habitantes de la parte continental de China. No obstante, la medida está empezando a generar cierto cansancio entre la ciudadanía. Según el South China Morning Post, varios abogados se han quejado públicamente de los efectos de las restricciones en la población. En un artículo publicado en la revista China Newsweek, Shen Kui, profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Pekín, pide a los gobiernos de todos los niveles que compensen a los residentes por los daños materiales y psicológicos que las estrictas medidas preventivas están provocando. Shen opina que la estrategia de tolerancia cero acarrea trastornos en las vidas de las personas que, de un momento a otro, se ven confinadas en sus urbanizaciones o que hacen frente a una fuerte estigmatización en caso de arrojar positivo.
A raíz de estas quejas, Mi Feng, portavoz de la Comisión Nacional de Salud, pidió el sábado a los gobiernos locales que eviten “prohibir de manera imprudente” las reuniones familiares con motivo del Año Nuevo lunar. “Algunos lugares siguen sin permitir la entrada de retornados desde zonas de bajo riesgo o les exigen pagar por una cuarentena en un hotel, lo que está provocando el enfado de muchos”, criticó el portavoz. “La población merece pasar unas fiestas felices, sanas y pacíficas”, añadió.
Yan, de 47 años y oriunda de la provincia de Shanxi, explica en un restaurante en Pekín que en el pueblo de sus padres no está permitido la entrada de visitantes. “Este año son ellos quienes se van a Taiyuan [la capital provincial] para pasar las fiestas con mis hermanos.” “Yo no puedo ir. Si no fuese por los Juegos, probablemente este año por fin habría actividades en los parques de Pekín o se organizarían las ferias de los templos. Sin embargo, tendremos que conformarnos con ir al cine a ver los estrenos de Año Nuevo”, comenta con tristeza.
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