Pekín despliega una vacuna anticovid inhalada mientras sufre su mayor ola de contagios
El uso del fármaco de CanSino, que solo está aprobado como refuerzo, llega a medida que China se aproxima a su máximo histórico de infecciones
En medio de la peor ola de covid que haya sacudido Pekín desde el inicio de la pandemia, la capital de China ha empezado a ofrecer a sus habitantes una novedosa vacuna inhalada, la primera de su estirpe aprobada en el mundo, según la prensa de la potencia asiática. Se trata de un fármaco al que se dio luz verde en septiembre para su uso de emergencia por parte de las autoridades sanitarias del país, y en un principio solo puede ser inoculado como refuerzo para los mayores de 18 años. En Shanghái ya se ofrecía desde finales de octubre, y se usa también en otro puñado de ciudades. En Pekín, donde el número de infecciones aumenta cada día desde que concluyó el 20º Congreso del Partido Comunista, y hay una miríada de bloques de viviendas confinados, además de colegios, comercios y restaurantes de algunos distritos cerrados, está disponible desde la semana pasada.
La vacuna es una especie de nebulosa blanquecina que flota en el interior de un vaso de plástico con un succionador. Las emanaciones del fármaco anticovid se aspiran por la boca, hasta que la niebla desaparece del recipiente, y uno ha de retenerlas en los pulmones cinco segundos para que haga efecto. “El sabor es bastante bueno”, aseguraba un pekinés en un reciente reportaje de la televisión estatal CCTV. “Tiene un poco de dulzura, un poco de fragancia, y no resulta asfixiante”, añadía. “Es como tomar una taza de leche”, comparaba otro recién vacunado citado por el diario hongkonés South China Morning Post.
El fármaco ha sido desarrollado por CanSino Biologics, compañía china con sede en Tianjin responsable de una de las inyecciones contra el coronavirus ya empleadas en el país, y sus componentes son bastante parecidos a esta, que usa un adenovirus del resfriado común para introducir en las células humanas información genética del coronavirus. Bautizada con el nombre comercial Convidencia Air, un estudio preliminar prepublicado en The Lancet en enero (pero sin revisión científica completa) sugiere que esta vacuna podría tener efectividad como refuerzo. El anterior suero de CanSino ha sido aprobado para su uso en más de una decena de países, entre ellos Hungría, Argentina, México y Pakistán, según la agencia AP. La vacuna inhalada solo se suministrará para los adultos que hayan completado dos inyecciones de vacunas inactivadas o un pinchazo de la basada en el vector de adenovirus de CanSino, según el diario oficialista Global Times.
Pekín confía en que su despliegue ayude a reactivar las estancadas cifras de refuerzo de vacunación mientras el país se encuentra envuelto desde hace semanas en una nueva ola y se aproxima inexorablemente a su pico histórico de contagios, con más de 28.000 nuevos casos notificados este martes.
Las dosis de refuerzo contra la covid se ofrecen en China desde la segunda mitad de 2021, y hasta la fecha se han inoculado unos 890 millones de estos pinchazos adicionales (en torno al 63% de la población), según datos oficiales de hace 10 días. Pero entre los mayores de 80 años, la población más vulnerable, solo han recibido un refuerzo en torno al 40%. En la Unión Europea, por establecer un punto de comparación, un 84,5% de los mayores de 60 años han sido protegidos con una dosis adicional.
A esto se añade el hecho de que China no ofrece a sus ciudadanos ninguna vacuna de ARN mensajero, consideradas más efectivas que sus rivales de virus inactivados o adenovirus. Hace un par de semanas, durante la polémica visita relámpago del canciller alemán, Olaf Scholz, a Pekín, el dirigente europeo logró arrancar un tímido compromiso de las autoridades para valorar la aprobación de la vacuna de Pfizer-BioNTech para “expatriados” en tierras chinas. El mandatario alemán aseguró que confiaba en que fuera solo un primer paso hacia una aprobación más amplia, aunque fuentes diplomáticas europeas muestran su escepticismo de que esto pueda ocurrir.
China es uno de los pocos países del mundo ―y el único de entre las grandes potencias― que sigue aferrado a una estricta estrategia de cero covid para frenar el virus, lo que implica testeos masivos, el cierre total o parcial de ciudades en cuanto se detectan unos pocos casos y un concienzudo rastreo tecnológico de casos positivos y sus contactos, propio de una película de ciencia ficción.
La sombra de este nubarrón se cierne estos días sobre Pekín. En la capital china todas las conversaciones giran en torno a la covid y sus estragos cotidianos. La ciudad supera ya los casi 1.400 casos diarios, el mayor número de contagios registrado hasta la fecha. La megaurbe, de más de 21 millones de habitantes, conoció el fin de semana las tres primeras muertes relacionadas con la covid en China desde hace seis meses. La última había ocurrido el 26 de mayo en Shanghái, cuando la metrópolis financiera se encontraba inmersa en una ola y sufría un duro confinamiento que se extendió más de dos meses. Los tres fallecidos del fin de semana en Pekín, según ha recogido la prensa china, tenían entre 87 y 91 años y los tres sufrían patologías previas.
“La ciudad se enfrenta a la situación de prevención y control más compleja y grave desde el estallido del coronavirus”, ha asegurado este lunes Liu Xiaofeng, subdirector del Centro Municipal de Control y Prevención de Enfermedades de Pekín, en una comparecencia recogida por Reuters. El brote se concentra en el distrito de Chaoyang, donde viven cerca de 3,5 millones de personas y tienen su sede numerosas embajadas y complejos de oficinas.
China parece caminar en las últimas semanas por tierras ignotas, en una mezcla paradójica entre el mantenimiento de la llamada política de cero covid “dinámica” y la progresiva distensión, que en Pekín denominan “optimización”. Hace 10 días, el Gobierno aprobó, entre otras medidas, la relajación de las cuarentenas para los viajeros internacionales y los contactos estrechos de casos positivos. Durante la presentación de la batería de propuestas, Chang Jile, director adjunto de la Oficina Nacional de Control de Enfermedades, recalcó la necesidad de “acelerar” la inmunización y el refuerzo, en especial entre los mayores. “Son los que más lo necesitan“, dijo, y a continuación hizo un llamamiento para que estos se vacunen y no hagan caso de “rumores o información incorrecta en internet”.
En este esquema que camina entre la apertura y el cierre, resulta una incógnita el papel que pueda jugar el reciente periplo por el extranjero del presidente, Xi Jinping, tras pasar la semana pasada por el G-20 en Bali (Indonesia) y la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Bangkok (Tailandia), donde se reunió con una larga lista de mandatarios de todo el mundo. En la última cita se encontraba John Lee, jefe del Gobierno autónomo de Hong Kong, que a su regreso a la isla el domingo dio positivo por coronavirus (se encuentra aislado y bien de salud). Dos días antes, Lee estuvo sentado junto a Xi en la cumbre de Bangkok, y ninguno de los dos llevaba mascarilla.
El mandatario chino ha permanecido el grueso de la pandemia sin abandonar el país y solo se ha animado a salir en los últimos meses. Este ha sido el segundo viaje por el mundo exterior, tras visitar en septiembre Kazajistán y Uzbekistán, donde se encontró con su homólogo ruso, Vladímir Putin. En esta ocasión se le ha visto cómodo sin mascarilla, incluso entre el barullo de dirigentes.
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