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Ewa Widlak, presidenta de ONU Mujeres España: “Aquí el feminismo se ha extendido y ese avance es imparable”

El país se une este viernes a los otros 12 que ya cuentan con un Comité Nacional de esta entidad de las Naciones Unidas. La responsable opina que el hecho de que “las personas trans ganen derechos no le quita derechos a nadie”

Ewa Widlak, presidenta de ONU Mujeres España
Ewa Widlak, presidenta de ONU Mujeres España, este jueves en Madrid.INMA FLORES (EL PAIS)
Isabel Valdés

España fue uno de los países más importantes en la creación de ONU Mujeres, en 2010. Aportó alrededor de un tercio de los fondos que hicieron falta para su puesta en marcha. Sin embargo, nunca contó con un Comité Nacional en territorio español. Hasta ahora. Este viernes 11 de noviembre se convertirá en el decimotercer país con ese comité. Lo forman, por el momento, ocho mujeres de distintas disciplinas y ámbitos. Y el camino ha sido difícil y duro, tres años de burocracia y trabajo que cuenta la que ya es presidenta del Comité de ONU Mujeres en España, Ewa Widlak, de 39 años, polaca de nacimiento, española de adopción desde hace algo más de una década después de vivir en Rusia, Líbano y Francia, consultora de género y auditora en esa materia certificada por la Organización Internacional del Trabajo. La noche antes del lanzamiento de la organización en España, la de este jueves, se sienta para poner perspectiva a por qué “es importante para España que ONU Mujeres esté aquí y para ONU Mujeres que España tenga presencia”.

Pregunta. ¿Cómo y por qué se decide que España tenga un Comité de ONU Mujeres?

Respuesta. Fue un país muy importante en la donación de fondos para el origen de la organización, y siempre lo ha sido en cuanto a igualdad y empuje de iniciativas feministas. Este, el de la elección de los países con comité, es un proceso bastante blindado porque ONU Mujeres no quiere permitirse equivocaciones. Y España es estratégica. En este sentido, y lo digo como extranjera, es un país ejemplar desde principios de los 2000. Gobiernos paritarios, mujeres en ministerios con peso, duros, y todo el desarrollo de políticas de igualdad. Que España diera este paso era un camino bastante natural.

P. ¿Cuál va a ser el papel de ONU Mujeres en España?

R. Nuestro mandato conlleva tres tipos de acciones. Primero, promover, apoyar y visibilizar el trabajo que hacemos en cuanto a igualdad y empoderamiento de niñas y mujeres. Una segunda pata sería la incidencia política, es decir, el trabajo con organizaciones e instituciones públicas y del sector privado. Y una tercera, conseguir fondos para financiar proyectos en todo el mundo. Iniciativas para luchar contra la violencia de género, otras para el empoderamiento político o económico, ahora tenemos varias frente al acoso digital, que es un tema muy poco estudiado y muy creciente. O ayudar a mujeres en el contexto del cambio climático, sobre todo de países en desarrollo, que lo sufren más; o en las guerras. Ni la crisis climática ni los conflictos bélicos son neutrales en términos de género.

P. ¿Qué relación han tenido hasta ahora con el Gobierno, con los ministerios?

R. De primeras, la recepción de la noticia del lanzamiento de ONU Mujeres ha sido muy buena. Y ya tuvimos un par de reuniones con diferentes ministerios y esperamos poder avanzar desde aquí. Tanto con Exteriores como con Igualdad, sobre todo, porque son los dos ministerios que confluyen por el trabajo propio de ONU Mujeres dentro de España y por la cuestión de la cooperación al desarrollo.

P. ¿Cuáles son los puntos débiles de España en cuanto a igualdad?

R. Aún quedan cuestiones que reforzar. España está a la cola en políticas de crianza y cuidados, es algo imprescindible. Hacen falta servicios públicos, ayudas, corresponsabilidad, horarios laborales razonables. Desde ONU Mujeres se está haciendo una campaña muy fuerte en este sentido. Por otro lado, el liderazgo económico es lento; aunque hay una progresión que no se puede negar, va despacio. Las mujeres todavía tienen dificultades para que se reconozca su valor, para ascender a los puestos de liderazgo. Los resultados de los estudios del Instituto Europeo para la Igualdad de Género dicen que aquellos países con cuotas obligatorias avanzan más rápido. En España son recomendaciones todavía, por lo que las empresas tienen margen para ir más lentamente. Pero esa obligatoriedad por ley dio sus frutos en Portugal, en Francia o en Italia.

No basta tener un 50% de mujeres en plantilla, sino el 50% de mujeres líderes. Y en todos los ámbitos, no solo en áreas como la Educación o las Humanidades. Hay que concienciar sobre la existencia de estereotipos, que parece que es una cosa que sí, que está ahí, pero la realidad es que tienen un impacto real en la participación económica a medio y largo plazo. Ocurre por ejemplo con las carreras de STEM [Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas], las mejores pagadas y en las que existe la mayor brecha. Eso tiene un impacto financiero, estamos creando pobreza femenina.

P. ¿Y los fuertes?

R. La lucha contra la violencia machista, el empoderamiento político y una sociedad civil concienciada. El compromiso a nivel de Gobierno y sociedad civil, que existe también en las empresas tanto grandes como pequeñas. En las reuniones que hemos mantenido hasta ahora solo hemos encontrado complicidad con los derechos de las mujeres, que son derechos humanos, y la voluntad de comprometerse, de cambiar cosas. Luego tendrá que materializarse, pero es un gran punto de partida. En España el feminismo ha conseguido hacerse mainstream en el sentido de que se ha extendido, eso ha hecho que se avance mucho y que ese avance sea imparable.

Ewa Widlak, presidenta de ONU Mujeres España, este jueves en Madrid.
Ewa Widlak, presidenta de ONU Mujeres España, este jueves en Madrid. INMA FLORES (EL PAIS)

P. ¿Qué cambios cree que han ayudado más al avance por la igualdad en la última década en España?

R. Lo más relevante es sin duda la lucha contra la violencia de género. No olvidemos que hace 20 años se hablaba de crímenes pasionales, hoy nadie se permite decir eso, ningún medio pondría eso en un titular. El avance más importante es en este campo, incluso un chiste machista ya no es gracioso o los piropos en la calle ya no están normalizados, el hecho de que las chicas tengan que aceptar y aguantar. El acoso, por ejemplo, es algo que todavía está muy extendido, en el mundo hay todavía 150 países que no lo consideran violencia, sino algo normal. Lo que ocurrió por ejemplo con el Colegio Mayor Elías Ahuja en Madrid, si hubiese ocurrido un día más tarde, hubiese sido delito.

P. ¿Lo dice por la ley del solo sí es sí?

R. Sí, exacto, porque se supo un día antes de que entrara en vigor [lo hizo el 7 de octubre]. Y esa ley ya tipifica como delito el llamado acoso callejero. Aquello además demostró una cosa muy importante, que falta educación en este ámbito, y por otro lado, la reacción virulenta que hubo refleja que sí hay conciencia, que la sociedad española se da cuenta de que hay actos que ya no pueden aceptarse. Por eso, todos los pasos que España ha dado, políticos, sociales y legislativos, son muy importantes.

P. Esa ley, ya en vigor, abrió algunos debates. Ahora España tiene otros abiertos, políticos y sociales, la mayoría relacionados con normativas en trámite. Me gustaría preguntarle por la posición de la organización. Por ejemplo, la reforma de la ley del aborto, en la que el Gobierno quiere devolver la decisión autónoma y libre a las mujeres de 16 años y aquellas con discapacidad.

R. Saludamos la iniciativa, a favor. Supone asegurar el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y asegurar las condiciones sanitarias propias y correctas para las que deseen ejercer este derecho.

P. ¿Respecto al proxenetismo, la trata y la prostitución?

R. La protección de las personas, de los derechos humanos, es la perspectiva con la que trabaja ONU Mujeres. El problema en este campo es muy complejo, con muchas aristas. Si realmente se quiere resolver, no puede tratarse solo, por ejemplo, desde el proxenetismo. Los proyectos de ley tienen que tener en cuenta todos los factores. Y hay que tocar cosas, como las leyes de extranjería, cuestiones de inmigración, de protección a esas mujeres y niñas y niños y de salidas para ellas, cuestiones burocráticas y económicas.

P. El proyecto actual de la ley trans incluye la libre autodeterminación de género [que una persona pueda con su sola voluntad cambiar el sexo y el nombre en el Registro Civil], propone que los menores de 12 a 14 años puedan hacerlo con aval judicial, los de 14 a 16, con permiso parental y si no lo tuviesen, pueden acudir a la justicia; y libre a partir de los 16.

R. Desde nuestra perspectiva, esta ley está defendiendo los derechos de las personas trans, un colectivo tremendamente vulnerable, y es una defensa que corresponde al derecho internacional en materia de derechos humanos. Que las personas trans ganen derechos no le quita derechos a nadie.

P. Y respecto a la violencia machista, en la que existe un negacionismo que se ha extendido en los últimos años y un discurso de parte de la política que engloba la violencia intrafamiliar y la de género como una sola.

R. Hay muchos tipos de violencia, sí, pero la violencia machista es una que se perpetra contra las mujeres solo por el hecho de ser mujer. Y esto es un problema social, no solo en España, es algo tan universal, que afecta a todos los países del mundo, que no se puede negar y no se puede decir que no existe.

P. ¿Qué riesgos reales pueden tener estos discursos?

R. Primero, que haya gente que se lo crea, y para los y las adolescentes el riesgo es mayor. Por eso es importante el trabajo de insistir en la realidad, con evidencias y datos, desde todos los ámbitos, también desde los medios de comunicación, que tienen un papel muy importante. Y esto es algo que ONU Mujeres también va a hacer en España en la medida que pueda: aportar información clara, veraz y contrastada. Lo contrario, cuando se manipula la información, se intoxica la conversación pública en detrimento de la democracia.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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