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La reforma del papa Francisco se topa con un muro: la Iglesia española

La reciente salida de los ultraconservadores Cañizares y Reig Pla sugiere una apertura que contrasta con el hecho de que más de la mitad de los 53 obispos que ha nombrado o promocionado Bergoglio tienen una ideología conservadora

Obispos pederastia
Los obispos españoles durante la peregrinación al Santuario del Sagrado Corazón en Getafe, en su reunión plenaria de 2019.David Fernández (AP)
Julio Núñez

EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.

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Muchos han querido ver la reciente salida del cardenal ultraconservador Antonio Cañizares de la archidiócesis de Valencia y la rápida aceptación de la renuncia del también polémico y derechista obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plà, ambos episodios separados por apenas 20 días, como un soplo de aire renovador traído por el papa Francisco a la Iglesia española. Pero lo cierto es que la realidad eclesiástica y su jerarquía siguen caminando alejadas de la doctrina del pontífice jesuita. El próximo año, Bergoglio cumple un decenio como líder de la cristiandad católica y, en ese tiempo, ha nombrado a 32 de los 74 obispos en activo en España y ha promocionado a otros 21 que ya gobernaban una diócesis cuando fue nombrado pontífice en 2013. Es decir, pasaron de ser prelado auxiliar —ayudante de un obispo titular— a presidir una diócesis o de gobernar un pequeño obispado a ocupar grandes sedes episcopales, como Madrid, Sevilla o Barcelona. En total, 53 nombramientos, de los que más de la mitad son obispos del sector conservador, en ocasiones contrario al modelo de Iglesia que propone Francisco.

El nuevo arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, o el actual arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, son algunos ejemplos recientes. Para Pepa Moleón, activista y miembro de la organización eclesial Revuelta de Mujeres en la Iglesia, estos datos producen “desafección” tanto en los creyentes de a pie como en las asociaciones de cristianos de base. Su experiencia en los últimos años, cuenta, es que en la mayoría de las diócesis “la interlocución es muy difícil” con los obispos, que siguen siendo conservadores “y viven muy alejados del pueblo”.

Si se toman como referencias los discursos públicos de los 74 obispos españoles, sus posturas ante problemas sociales publicadas en la prensa, las políticas que siguen en sus diócesis y fuentes internas eclesiásticas, al menos el 70% de los prelados españoles siguen la línea dura que tanto fomentaron los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI. Además, a los prelados activos hay que sumar otros 34 retirados, también de mayoría tradicionalista, que continúan teniendo influencia dentro de la jerarquía. Esto convierte a la pirámide de poder de la Iglesia española (compuesta por dos cardenales, 46 obispos, 15 arzobispos y 11 prelados auxiliares en activo) en una de las más conservadoras del mundo. “Con estos nombramientos se sigue reforzando la orientación conservadora de la jerarquía eclesiástica católica. Por lo que la propia reforma del papa Francisco no ha pasado los Pirineos”, analiza el teólogo Juan José Tamayo.

Expertos canonistas justifican que el procedimiento de nombramientos que fija el código canónico anuda las manos de Francisco. “Actualmente, hay 5.364 obispos en todo el mundo. El Papa no puede saber la ideología y la doctrina que defiende cada uno de ellos. Debe fiarse de las recomendaciones de pretendientes, que le llegan a través de un sistema de elección que parte de las propuestas de los obispos en activo y del nuncio. En España, ese aparato ha estado y sigue estando dominado por la Iglesia tradicionalista”, explica un vicario español y experto canonista que prefiere guardar el anonimato por miedo a las represalias. A lo largo de su vida, ha intervenido como consultor durante varios procesos de selección de obispos. Así relata este clérigo cómo es el sistema de nombramiento.

Al menos cada tres años los prelados españoles, de manera individual o colectiva, envían al nuncio apostólico ― el representante diplomático del Vaticano en España— una lista secreta de sacerdotes que consideren “idóneos” para ser consagrados obispos. Este primer paso ya condiciona, advierte el vicario, la línea ideológica de los pretendientes. “Siempre se proponen sacerdotes afines. Por lo que, si en España hay mayoría de purpurados conservadores, probablemente la mayoría de los pretendientes a llevar mitra serán de esa misma línea”, explica.

De cualquier forma, el papel del nuncio es clave, ya que es el que hace llegar a Roma (o echa para atrás) los nombres que considera oportunos. Antes de enviar sus candidatos al Vaticano, realiza una investigación para recabar información sobre los nombres que le han llegado. Envía cartas a clérigos y les pide que hagan llegar datos relevantes del aspirante: su estado de salud, su ideología, nivel académico, su trabajo pastoral, si ha estado implicado en un caso de abusos sexuales, etcétera.

El nuncio Bernardito Cleopas Auza, en una reunión en 2020 con Felipe VI como embajador del Vaticano.
El nuncio Bernardito Cleopas Auza, en una reunión en 2020 con Felipe VI como embajador del Vaticano.ZIPI (EFE)

Es el Papa quien elige al nuncio, por lo que es previsible que su trabajo a la hora de seleccionar los aspirantes esté en sintonía con la ideología del pontífice. Cabe destacar que los dos nuncios anteriores, el italiano Renzo Fratini y el portugués Manuel Monteiro, eran de corte conservador y desarrollaron su trabajo como nuncios entre el 2000 y 2019. Lo que dibuja también el tipo de ternas que llegaron a Roma durante todo ese periodo. “Han sido décadas de un conservadurismo ancestral y en España esta Iglesia [conservadora] sigue teniendo un poder, no ya político, sino sociológico”, subraya Moleón.

El designado en España, el filipino Bernardito Cleopas Auza, fue nombrado por Francisco en 2019. Durante estos tres años, varias diócesis (e incluso obispos) han mostrado, anónimamente en algunos medios de comunicación religiosos, su disconformidad con los nombres que Cleopas Auza enviaba a Roma. De hecho, hace varios meses se filtró que la directiva de la Conferencia Episcopal (CEE) promovió un equipo de obispos para asesorar y configurar junto al nuncio los próximos perfiles que remitirá a Roma.

Una vez que se produzca una vacante o sea necesario el trabajo de un obispo auxiliar, el nuncio selecciona a varios candidatos y les llama para preguntarle si estarían dispuestos a aceptar el cargo. “Se te escucha en las ternas”, es la frase coloquial que se utiliza. La terna del nuncio la recibe la Congregación de los Obispos, el órgano competente del Vaticano para valorarla. Esta entidad hará otra criba de nombres para hacérselos llegar al Papa.

El cardenal ultraconservador, arzobispo de Madrid y durante dos mandatos presidente de la CEE Antonio María Rouco fue miembro de este organismo entre 1998 y 2014, año en el que el Papa admitió su renuncia con 78 años. “Su poder fue y sigue siendo inmenso en esta organización a la hora de nombrar obispos españoles, siempre afines a él. Es vox populi que colocó a su sobrino [Alfonso Carrasco Rouco] en Lugo”, afirma el especialista.

La edad, signo del envejecimiento de la Iglesia española

Otra cuestión que alarma a los teólogos y al sector aperturista del clero español es la edad de los obispos. En España la media de edad es de más de 65 años, 12 de ellos ya han alcanzado (y sobrepasado en varios casos) la edad de jubilación que marca el derecho canónico, los 75 años, pero Francisco aún no ha aceptado su carta de renuncia. La última fue la del cardenal y arzobispo de Valencia Antonio Cañizares, con 77 años, referente del ala más conservadora de la Iglesia española. Este aspecto, creen los expertos, genera dificultades en el Vaticano para que España asuma o reciba de buen agrado las reformas de Francisco.

La edad también es un punto para tener en cuenta en los nombramientos de prelados españoles. Actualmente, la edad de los nuevos nombramientos de obispos roza los 56 años de media. Si solo se analizan los nombramientos que hizo Benedicto XVI (26 en activo) la edad media baja a casi los 53 años y los que nombró Juan Pablo II que aún sigue vivos (16 en activo) accedieron al episcopado con 47 años de media. Si se mira hacia más atrás, la media baja. Ejemplos son la edad del influyente cardenal del siglo pasado Vicente Enrique y Tarancón, que con 37 años vistió la mitra, la misma edad que el cardenal Rouco.

Los purpurados españoles no solo se nombran cada vez con edades más avanzas, sino que los sacerdotes también se ordenan más tarde. Hace décadas, los seminaristas entraban al seminario siendo niños, ahora después de haber terminado estudios superiores, sobre los 30 años.

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