La comisión de investigación de la pederastia en la Iglesia portuguesa encarga a Álvaro Siza un proyecto para pedir perdón a las víctimas
Los investigadores aseguran, en su última conferencia de prensa antes de la presentación del informe final, que han recogido de momento 424 testimonios
En su última conferencia de prensa antes de la presentación del informe final sobre la pederastia en la Iglesia de Portugal, prevista para el 31 de enero de 2023, no hubo muchos datos nuevos. El presidente de la comisión de investigación, el psiquiatra Pedro Strecht, especificó que han confirmado el testimonio de 424 víctimas, de las cuales han derivado 17 a la Fiscalía al no haber prescrito aún los delitos y se están evaluando otra treintena para decidir si también se envían al ministerio público. La cifra de víctimas totales variará cuando se incorporen los datos obtenidos en los archivos diocesanos, que se han abierto a un grupo de investigadores históricos para conocer abusos del pasado y la gestión que las autoridades eclesiásticas hicieron con ellos. A ellos se sumarán los nuevos casos que aún pudieran trasladarse a la comisión hasta el 31 de octubre. En esa fecha se cerrará, a efectos estadísticos, el cómputo, aunque el trabajo del grupo continuará hasta final de diciembre.
Además de la petición pública de perdón, algo que las autoridades de la Iglesia en Portugal han comenzado a hacer en los últimos meses, la comisión ha planteado a la Conferencia Episcopal que se dé un paso más allá para dejar constancia concreta de esto a través de un proyecto que “muestre de forma simbólica y simple” la solicitud de perdón. El arquitecto Álvaro Siza ha elaborado ya una propuesta, que está ahora en manos de la jerarquía católica, que deberá decidir si se ejecuta o no.
No quiso Strecht concretar la cifra de religiosos abusadores. “Son centenares”, se limitó a decir y explicó que prefieren dar ese dato al final. “Existen situaciones varias en las que el mismo abusador es señalado por diferentes personas a lo largo de los años, lo que refuerza la noción del riesgo de la prolongación en el tiempo de este tipo de actividades y en locales diversos donde van siendo destinados para ejercer la actividad religiosa”, sostuvo el psiquiatra.
El informe incorporará el nombre de todos los abusadores y también una estimación de personas abusadas entre 1950 y 2022, que superará con creces la cifra de quienes dieron el paso de contarlo a la comisión. “Hemos preguntado si la persona que abusó de ellos lo hizo también de otros, y las respuestas son muy variadas, desde los nombres concretos de otras víctimas a respuestas generales del tipo ‘abusó de toda la clase”, explicó la socióloga Ana Nunes de Almeida. Por limitaciones presupuestarias, la comisión portuguesa no puede elaborar la estimación estadística que realizó la de Francia a partir del estudio de una muestra representativa de la población del país, pero sí podrá dar una horquilla de la cifra de víctimas lusas a partir de las aportaciones de quienes han roto su silencio.
De los testimonios recibidos se han descrito “cuadros graves existentes a lo largo de décadas, más evidentes cuanto más se retrocede en el tiempo, observando que en algunos locales alcanzaron proporciones verdaderamente endémicas, afectando a menores de ambos sexos”, señaló Pedro Strecht. El mapa de la pederastia afecta a todo el país y a todos los grupos sociales.
Son días tumultuosos para la cúpula de los obispos, desde que se ha conocido la investigación sobre su presidente, el obispo de Fátima-Leiria, José Ornelas, por parte de las fiscalías de Lisboa y Braga, que pretenden esclarecer si encubrió o no actuó debidamente ante abusos sexuales cometidos por religiosos en Mozambique y Braga que pertenecían a la orden de los dehonianos, que entonces presidía Ornelas. Strecht rehusó comentar este caso, o cualquier otro individualizado, pero la comisión le echó un capote genérico al presidente de los obispos portugueses, que fue el principal artífice de la política de luz y taquígrafos sobre la pederastia en las instituciones religiosas del país. “Reconocemos de nuevo el coraje pionero de la Conferencia Episcopal de Portugal y de todas las personas que han apoyado esto, que no son todas”, señaló Strecht, después de subrayar que desde que se constituyó la comisión en enero de este año no han sufrido ninguna injerencia de la jerarquía católica.
Ornelas ha sido uno de los obispos que más veces ha pedido perdón a las víctimas de abusos. No toda la cúpula católica tiene la misma actitud. En los últimos días ha causado sorpresa una declaración del obispo de Oporto, Manuel Linda, que negó que los abusos sexuales fuesen un delito público, algo que está así considerado en la legislación portuguesa desde 2017 cuando afecta a menores, según Strecht.
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