La ablación femenina cae en 26 de los 30 países donde se practica, según un estudio
Los investigadores aseguran que la prevalencia de la mutilación genital ha disminuido, pero advierten de que la falta de datos dificulta hacer un verdadero seguimiento de cómo, dónde y por qué se lleva a cabo
Hawa Touré tenía 10 años cuando la mutilaron. Fue en su casa, junto a sus cuatro hermanas. Recuerda el “dolor tremendo” que sintió cuando fue cortada sin ningún tipo de anestesia, pero sobre todo recuerda que una de sus hermanas casi se muere después de la resección. “Sangró mucho. Mi madre tuvo que llevarla dos veces al hospital”, cuenta la activista mauritana por teléfono desde Fuerteventura (Las Palmas), donde reside y lucha por la erradicación de esta práctica. Su país natal, Mauritania, es uno de los 26 donde la ablación femenina ha decrecido en los últimos años, según un estudio publicado este jueves en la revista médica PLOS Medicine. La investigación concluye que la prevalencia de la mutilación genital femenina ha disminuido en la mayoría de los países donde se practica. No obstante, los autores alertan de que la falta de datos dificulta hacer una radiografía real del problema y que queda mucho por hacer para erradicar la práctica.
El informe, llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad Americana de Beirut, se basa en un metaanálisis de todos los estudios que han sido publicados hasta la fecha sobre la prevalencia de la mutilación genital femenina en 30 países donde se practica. En el documento, los autores hacen hincapié en que el estudio es solo una estimación parcial, ya que una de las mayores barreras a las que se enfrentaron durante la investigación fue la invisibilidad de este problema y la falta de datos, lo cual dificulta hacer un verdadero seguimiento de cómo, dónde y por qué esta práctica se lleva a cabo. “El estudio estima con precisión los países incluidos, pero proporciona una subestimación del panorama mundial debido a las lagunas en los datos publicados disponibles. Estas lagunas deben ser resueltas” para entender la realidad del problema, alerta uno de los investigadores, Stephen McCall.
La ablación femenina es la mutilación de los tejidos de los órganos genitales de la mujer. Son deliberadamente cortados, lesionados o eliminados parcial o totalmente. Los motivos detrás son religiosos y culturales. Mayoritariamente, se realiza en países en África y Oriente Medio, a pesar de estar prohibida en muchos de ellos. Según el estudio, aproximadamente 100 millones de niñas y mujeres en edad reproductiva han sido mutiladas desde que hay registros en 30 de los países donde se realiza esta práctica. Los investigadores encontraron que la mutilación se suele producir en la infancia (de cero a cinco años). Excepto en Kenia, Egipto, Sierra Leona, Liberia y Tanzania, donde la mutilación se realiza habitualmente entre los nueve y 14 años. Y en Somalia y Guinea, donde la franja de edad más común es entre los cinco y nueve años. En muy pocos casos las mutilaciones fueron realizadas por profesionales médicos. La gran mayoría las llevaron a cabo “mutiladores tradicionales”, es decir, familiares, curanderos, mutiladores u otros miembros de la comunidad.
“Acabar con la mutilación genital femenina en la próxima generación de niñas puede ser posible en un futuro próximo en países de baja prevalencia como Níger, Uganda y Ghana”, concluye el documento. Uganda es el país donde menos mujeres han sido mutiladas: el 0,6% de ellas. No obstante, los autores destacan que hay lugares donde el descenso de esta práctica es demasiado pequeño o incluso ha habido un ligero incremento. El número de niñas y mujeres mutiladas ha aumentado en cuatro países: para las mujeres, en Guinea-Bisáu, Burkina Faso y Somalia, y para las niñas, en Camerún. Somalia es el país donde más se practica: según datos de 2019, el 99,2% de las mujeres había sufrido una ablación. Esta realidad, según los investigadores, pone de manifiesto “la necesidad de intervenciones y políticas inmediatas para acabar con esta práctica dañina”.
La erradicación de esta práctica está recogida en la quinta meta —lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas— de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que recoge la Agenda 2030 de la ONU. Los autores del estudio, titulado La prevalencia mundial de la mutilación/ablación genital femenina, querían investigar si este objetivo de la ONU se está implementando, es decir, si verdaderamente la mutilación genital femenina se está erradicando. La investigación tenía como objetivo “examinar la prevalencia de la mutilación genital femenina y la proporción de los diferentes tipos” de la misma para “informar sobre los esfuerzos de prevención e intervención adecuados, así como sobre las políticas locales e internacionales” que deben implementarse para cumplir con la meta establecida, recoge el documento.
En el estudio, los investigadores reconocen que el número de mutilaciones puede haber disminuido en algunos países como consecuencia de leyes que han sido aprobadas en contra de la práctica. No obstante, los autores recalcan que “la eficacia de las leyes” contra la ablación “depende de su aplicación”, algo que no siempre se da, ya que en muchos países las comunidades las ignoran y continúan cortando a niñas. Por ejemplo, en Mauritania la ablación es ilegal desde 2005. Pero la ley no ha logrado frenar la práctica. “La siguen haciendo igual. Ese es el problema”, señala Touré, y añade que hay zonas de su país donde el porcentaje de niñas mutiladas sobrepasa el 90%.
La dificultad de investigar algo que es tabú
“La mutilación genital femenina es un tabú totalmente”, sentencia Hodan Sulaman, activista somalí y técnica de intervención y mediadora intercultural de Médicos del Mundo, donde recibe y acompaña a mujeres y niñas que llegan a España procedentes de países donde se practica la ablación. Sulaman advierte que la ablación femenina es un tema del que no se habla, solo se hace. “Es tabú porque se hace cuando la niña es pequeña y son comunidades donde no se habla del cuerpo genital de una niña. No se explica qué es la regla, menos se va a explicar lo que es la mutilación. Es muy violento que las mujeres que pasan por esto no saben lo que es la mutilación, no saben lo que le han hecho”, señala. “A base de palo, a base de violencia, aprenden a simplemente aceptarlo”.
Kenia es otro de los países donde el número de niñas y mujeres que han sido mutiladas ha disminuido. Según el estudio, la prevalencia de la práctica entre las mujeres ha caído del 37,6% en 1998 al 21,0% en 2014. Entre las niñas, la caída ha sido del 24,1% en 1998 al 2,8% en 2014. No obstante, la activista keniana Asha Ismail pone en duda esas cifras. “Vengo de Moyale (Kenia), donde a mí me practicaron una mutilación genital femenina hace más de 40 años. Allí me encontré con una niña de cinco años, otra de siete y otra de nueve que ya han pasado por la mutilación genital femenina”, cuenta Ismail por teléfono desde su país natal. “Una cosa son los datos que se comunican. Otra cosa es la realidad”, denuncia.
Ismail fue mutilada con cinco años y ha dedicado toda su vida a luchar porque ninguna otra niña sufra lo que ella sufrió. Hace 15 años, fundó en España la ONG Save a Girl, Save a Generation, para visibilizar, educar y sensibilizar a cerca de la mutilación genital femenina. Desde 2021 la organización también opera en Kenia. La activista explica que los motivos detrás de esta práctica “varían según el país, la cultura y la religión”. “Pero la realidad es que el motivo principal es controlar la sexualidad de la mujer. Esa es la verdadera razón”, señala.
¿Y cómo se puede combatir la ablación en países donde se sigue practicando? “Información y más información”, tanto para las madres como para las niñas, resume Ismail. La activista sostiene que los médicos deben informar sobre las consecuencias dañina de la ablación cuando las mujeres acuden a las clínicas para dar a luz y que en cada escuela y centro educativo se debe hablar de ello para que las niñas entiendan lo que supone esta práctica.
“La clave es dotar a las mujeres, a las niñas, de posibilidades y becas de estudio”, apunta Estrella Giménez, presidenta de la Fundación Kirira, una ONG española que lucha contra esta práctica y opera desde 2007 en varias comunidades en Kenia. Según Giménez, la mayoría de las mujeres que sufren una mutilación no saben que es una práctica dañina e incluso ilegal en muchos países. “En muchos casos son mujeres que no han ido a la escuela, así que es muy difícil que sepan. Si las comunidades lo perpetúan, ellas lo perpetúan porque si no dejan de ser parte de esa familia o de esa comunidad. Por lo cual, es una cuestión educativa”, añade. “Cuando estas niñas estudian y son maestras, o acaban la universidad y son ingenieras, ya la rueda gira a favor y es muy difícil que mutilen a sus hijas”.
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