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Sáshenka Gutiérrez, Premio Ortega y Gasset a la mejor fotografía: “Supe que ese instante de amor era la foto”

La mexicana explica cómo retrató a Sandra Monroy tras su mastectomía doble en una impactante imagen y defiende la necesidad del fotoperiodismo

La periodista mexicana de la Agencia EFE Sáshenka Gutiérrez recoge su Ortega y Gasset a la mejor fotografía de la mano de los periodistas de EL PAÍS Lucía González y Carlos Yárnoz, miembros del jurado. Foto: LUIS SEVILLANO | Vídeo: EPV
Ferran Bono

La mexicana Sáshenka Gutiérrez supo que le gustaría dedicarse a la fotografía cuando le impactó una imagen en el periódico La jornada que llevaba su padre a casa. Mostraba a unos indígenas encapuchados y armados bajando por las montañas. Tenía 15 años. Hoy, con 42 años, ha recibido el premio Ortega y Gasset a la mejor fotografía con una imagen también impactante, pero de índole muy distinta: Sandra Monroy, una joven operada de una mastectomía doble, recibe el cuidado de su madre y una amiga. El reportaje fotográfico se titula Jódete, cáncer. “Quiero dedicar este reconocimiento a todas las mujeres que luchan todos los días contra el cáncer de mama”, ha dicho Gutiérrez al recibir el galardón.

“Creo que la foto tiene varias lecturas”, explica la fotógrafa en Valencia horas antes de de la ceremonia de entrega de premios. “La ves y te impresiona: una mujer con las cicatrices casi vivas, sin senos... Pero también es una imagen que mueve mucho, veo esa sororidad que hay entre ellas, cómo la madre la besa, cómo su amiga le retiene la otra mano. Supe en el mismo momento que la tomé, por ese instante de amor, que esa era la foto. Fue como un instante decisivo, fue muy bonito. Me acuerdo de que mi corazón latía más deprisa. Ellas le enseñaron a decir que era hermosa”, señala la fotoperiodista —nacida en Ciudad de México, cuyos padres le pusieron un nombre ruso por un personaje de la novela La madre, de Gorki—.

Sandra Monroy recibe ayuda de su madre, Teresa Mandrujano, y de su amiga Gina Ramírez, tres meses después de que se le practicara una mastectomía bilateral. Es la imagen galardonada en los premios Ortega y Gasset de 2022.
Sandra Monroy recibe ayuda de su madre, Teresa Mandrujano, y de su amiga Gina Ramírez, tres meses después de que se le practicara una mastectomía bilateral. Es la imagen galardonada en los premios Ortega y Gasset de 2022. Sáshenka Gutiérrez (EFE)

La fotografía fue realizada para la agencia Efe en México, donde trabaja Gutiérrez, y fue publicada en varios medios. Pero no estaba previsto que así fuera. Sáshenka y Sandra eran amigas de antes. La fotógrafa la llamó por teléfono y le preguntó si ya se “había despedido de sus senos”. “Me dijo que solo tenía fotos de su celular; así que fui a su casa y con su visto bueno tomé las mías. Hice muy pocas fotos, porque no quería hacer ruido. Me cuestioné varias veces si estaba haciendo lo correcto, quería ser sumamente respetuosa, pero me convencí por la actitud de ella, que ha sido muy valiente para hablar de una mastectomía que se suele ocultar y que le salvó la vida”, indica. Monroy optó por no reconstruir sus senos e impulsar una red de acompañamiento para otras pacientes.

Sáshenka Gutiérrez admite la dificultad de trabajar como periodista en México, donde se han contabilizado 11 asesinatos en lo que va de año. “En poco más de 15 años nos han arrebatado a 154 colegas y han desaparecido 14″, ha incidido en la ceremonia en un discurso directo y emocionante.

“En la Ciudad [de México] te puedes exponer a muchas cosas, y más siendo fotógrafa y mujer, pero no vives con esa persecución todo el día de los Estados. Es una realidad, es uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo. En los estados matan a los compañeros a diestra y siniestra. Yo, en la ciudad, en las manifestaciones o en coberturas de riesgo, tengo mi protocolo de seguridad, subo a Uber y comparto mis traslados con un enlace”.

No se plantea cambiar de oficio, a pesar de esos riesgos. Al menos, de momento. “Sigue siendo una profesión mal pagada, pero me apasiona mucho lo que hago. Y eso que se suele decir de los periodistas que son unos vendidos, que solo entienden de un solo costal. Cuando hay asesinatos de compañeros, cuando pasa algo, surge ese sentimiento de que estamos solos, como que a la gente no le interesa lo que nos pasa”, afirma. En la ceremonia ha insistido en que, en cualquier caso, “las mujeres periodistas y fotógrafas queremos vivir para seguir defendiendo la libertad de expresión para impedir y denunciar las miles de injusticias que suceden por la corrupción y violaciones a los derechos humanos”.


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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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