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Sanidad y las comunidades abordan reducir los días de aislamiento de más de 500.000 contagiados

Madrid y Castilla-La Mancha apuestan por una medida que los expertos apoyan y que ya han adoptado Estados Unidos y Reino Unido

La presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso, en una rueda de prensa en la Puerta del Sol en Madrid.Foto: Andrea Comas
Oriol Güell

La explosión de contagios provocada por la nueva variante ómicron y las evidencias de que la gran mayoría de contagiados con la pauta vacunal completa cursan la infección con cuadros clínicos leves y de corta duración o de forma asintomática están obligando a los gobiernos a cambiar sobre la marcha la gestión de la pandemia. Si hace una semana la Comisión de Salud Pública decidió que ya no era necesario que los contactos estrechos de los casos positivos hicieran cuarentena, ahora el foco se pone sobre el aislamiento que deben guardar los contagiados. Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, más de 500.000 personas se encuentran en esta situación en España después de que los nuevos positivos marcaran este martes un nuevo máximo con casi 100.000 nuevos contagios.

Sanidad y las comunidades debatirán este miércoles en el seno del Consejo Interterritorial la reducción de los días que deben permanecer en casa los casos positivos de covid, según han confirmado a EL PAÍS tres fuentes sanitarias. La decisión final, que deberá definir puntos clave como la nueva duración de la medida (lo más probable es que se reduzca a siete días) o si esta estará indicada para todos los ciudadanos o solo para aquellos con la pauta vacunal completa, deberá ser adoptada por la Comisión de Salud Pública tras la propuesta de los expertos de la Ponencia de Alertas. Según Sanidad, no está previsto que la Comisión se reúna esta semana, aunque la Ponencia sí lo hará este miércoles.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez en el Palacio de la Moncloa.Foto: KIKE PARA

“Tenemos que ir adaptándonos a la nueva situación creada por la variante ómicron. La circulación del virus es muy elevada y los casos están creciendo exponencialmente, pero también es verdad que la gran mayoría de ellos son muy leves o asintomáticos en las personas vacunadas. Esto hace que empiece a perder sentido mantener un aislamiento tan largo que fue acordado para las variantes anteriores y que tiene un enorme coste económico”, explica un responsable sanitario de una comunidad.

La nueva realidad supone adoptar una gestión que apuesta por la convivencia con un virus en la mayoría de los casos más leve pero que sigue presionando de forma muy fuerte al sistema sanitario. El crecimiento exponencial de casos ha desbordado a la atención primaria en buena parte de España. Los hospitales, aunque en menor medida que en anteriores olas, siguen viendo aumentar el número de ingresos de modo importante. En la última semana, las hospitalizaciones han crecido en 2.218 pacientes (un 29% más) y los ingresos en la UCI en 264 (un 18%). La tercera dosis de la vacuna, según han demostrado varios estudios, se perfila como la mejor manera de prevenir los cuadros graves de la enfermedad y hacer frente a la pandemia.

Las pocas comunidades que han hecho pública su posición muestran que la decisión genera cierta división. Castilla-La Mancha y Madrid se mostraron este martes partidarias de acortar el aislamiento, mientras Extremadura afirmó que por el momento no se ha planteado la medida. El resto de las que han contestado optan por aguardar a la celebración del Consejo Interterritorial para posicionarse o esperan indicaciones del Ministerio de Sanidad. “Tiene que ser una decisión exclusivamente técnica basada en informes que debe aportar el Ministerio junto a una propuesta”, explicó un portavoz de la Región de Murcia.

El aislamiento ordenado a los pacientes diagnosticados con covid en España es actualmente de 10 días, aunque otros países ya han acordado acortar este plazo o están estudiando hacerlo. El Reino Unido decidió reducirlo a siete días siempre que el paciente dé negativo en dos test de autodiagnóstico en los dos últimos días. Estados Unidos ha ido más allá este lunes al fijar en cinco días la medida de prevención si la persona no tiene síntomas, aunque en su vuelta a la normalidad deberá utilizar mascarilla en todos los entornos durante al menos cinco días más. Si tiene síntomas, debe quedarse en casa hasta sentirse bien. Sudáfrica, el primer país en sufrir el azote de la variante ómicron, ha adoptado también medidas en el mismo sentido, liberando incluso a los positivos asintomáticos de cumplir el aislamiento.

La reducción del aislamiento es una adaptación a la realidad en dos frentes. Por un lado, la enorme capacidad de transmisión demostrada por la variante ómicron ha puesto en jaque algunos servicios esenciales debido a la gran cantidad de empleados contagiados. Por otro, las evidencias que van surgiendo corroboran que la nueva forma del virus es capaz de infectar a personas vacunadas, pero lo hace casi siempre con cuadros clínicos muy leves y de corta duración, cuando no asintomáticos. Además, apuntan los expertos, la evidencia existente apoya la medida.

“Los estudios más consistentes muestran que los positivos dejan de ser contagiosos en las formas leves o asintomáticas de infección a partir del séptimo día”, afirma el jefe de enfermedades infecciosas del Hospital Virgen del Rocío (Sevilla), José Miguel Cisneros. Este especialista sostiene que también sería necesario “eliminar la PCR de comprobación” a la que se deben someter los profesionales sanitarios antes de reincorporarse a su puesto de trabajo. “Esta es la mayor razón de prolongación de los confinamientos entre estos trabajadores y no tiene sentido que sea así. Entre el 20% y el 30% sigue dando positivo a los 10 días e incluso semanas más tarde y deben prolongar el aislamiento cuando el positivo se debe a restos de ARN del virus que no son viables ni pueden contagiar”, defiende Cisneros.

José Luis Alfonso, jefe de medicina preventiva del Hospital General de Valencia, considera que “está habiendo un cambio del panorama epidemiológico debido a la nueva variante, más adaptada al ser humano y más leve”. “Esto y la mayor protección que tiene la población gracias a vacunas e infecciones ya pasadas requiere de una adaptación de las medidas adoptadas frente a la pandemia. Acortar el aislamiento es un paso en la buena dirección que irán tomando todos los países”, añade Alfonso.

Para Antoni Trilla, jefe de medicina preventiva del Hospital Clínic (Barcelona), la medida también estaría justificada por los periodos de incubación y enfermedad más cortos que la variante ómicron tiene si se compara con anteriores formas del virus. “Así lo indican los datos disponibles. Si se confirman y se tiene en cuenta el efecto de la vacunación, puede contemplarse reducir el tiempo de aislamiento siempre que nos aseguremos de que esto no supone un riesgo de que aumenten los contagios”, explica.

“No tiene sentido que sigamos diagnosticando resfriados con pruebas PCR”, resume Jesús Rodríguez Baño, jefe de enfermedades infecciosas del Hospital Virgen de la Macarena (Sevilla), que también ve bien la medida y aboga por adaptar a la nueva realidad la estrategia seguida por Sanidad y las comunidades. “Es necesario cambiar el planteamiento actual de diagnóstico masivo porque estamos colapsando centros de salud, urgencias y servicios de microbiología cuando es inasumible e innecesario. Con los actuales niveles de transmisión y la levedad de la mayoría de los casos en personas vacunadas, sería mejor hacer unas recomendaciones generales a la población, seguir con centros centinela la evolución epidemiológica y centrar los esfuerzos en la población de mayor riesgo de sufrir casos graves”, concluye.

Con información de Lucía Bohórquez, Pedro Gorospe, Margot Molina, Juan Navarro, Amaia Otazu, Isabel Valdés, Cristina Vázquez, Guillermo Vega y Sonia Vizoso.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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