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Alemania recurre al Ejército para trasladar a enfermos críticos mientras la incidencia de covid marca un nuevo récord

El jefe de los virólogos recuerda que han fallecido más de 100.000 personas y alerta: “¿Cuántas más tienen que morir para que cambiemos nuestro comportamiento?”

Sanitarios trasladan a un paciente con coronavirus a otra unidad de cuidados intensivos de Alemania, en un avión militar, este viernes en Memmingen (Baviera).
Sanitarios trasladan a un paciente con coronavirus a otra unidad de cuidados intensivos de Alemania, en un avión militar, este viernes en Memmingen (Baviera).CHRISTOF STACHE (AFP)
Elena G. Sevillano

Alemania se encamina a mayores restricciones para tratar de contener la cuarta ola de coronavirus, que crece cada vez a mayor velocidad. “La situación es dramática; es mucho más grave que en cualquier otro momento de la pandemia”, ha asegurado este viernes el ministro de Sanidad en funciones, Jens Spahn. Las autoridades sanitarias alemanas han endurecido su discurso en los últimos días, alarmadas por las cifras récord de contagios que se registran cada día. La incidencia es de casi 440 casos por 100.000 habitantes (en 7 días, si se calcula en 14, como en España, sería de casi 900), con casi 76.500 contagios en solo 24 horas. El jueves se superó la barrera psicológica de los 100.000 muertos desde el inicio de la pandemia.

La sobrecarga de los hospitales en algunas zonas del país, sobre todo en el sur y el este, obligará a pedir ayuda al Ejército para llevar a cabo un traslado masivo de pacientes desde los centros saturados de Baviera, Sajonia y Turingia a otros que aún tienen camas de cuidados intensivos disponibles. Es la primera vez que se recurre a la Bundeswehr [el Ejército alemán] para llevar a cabo esta operación a gran escala, ha anunciado el ministro, desde que empezó la pandemia. A lo largo del viernes se trasladará a 54 pacientes desde Baviera, 14 desde Sajonia y 10 desde Turingia con distintos medios de transporte, entre ellos un avión militar medicalizado. Spahn ha recordado que las camas empiezan a escasear también en el resto del país.

“¿Cuántas personas más tienen que morir para que cambiemos nuestro comportamiento?”, se ha preguntado Lothar Wieler, el jefe del Instituto Robert Koch (RKI) de control de enfermedades, durante una rueda de prensa esta mañana en Berlín. “¿Qué número de muertes nos convencería de que la covid-19 no es una enfermedad menor?”, ha insistido, dirigiéndose a los millones de alemanes que siguen sin vacunarse: el 68,3% de la población ha recibido el pinchazo, frente al 80% de España.

Ocho millones tienen la vacuna de refuerzo en Alemania, recomendada para todos los mayores de 18 años tras pasar seis meses de la segunda dosis. Hay 14,6 millones de mayores de 18 años que se niegan a inmunizarse o que aún se lo están pensando. Wieler, consciente de que su intervención se estaba retransmitiendo en directo en varias cadenas de televisión y en la mayoría de webs de los periódicos digitales, ha guardado un minuto de silencio por los fallecidos de la pandemia.

Spahn, sentado a su lado, ha asegurado que la única forma de parar la creciente propagación del coronavirus es “la reducción de contactos masiva”. El ministro se ha resistido a emplear la palabra confinamiento, pero sus silencios indicaban que la posibilidad está sobre la mesa. La situación en los hospitales empeora cada día que pasa; muchos centros han cancelado ya operaciones programadas. “Por primera vez, reubicaremos hasta 100 pacientes de cuidados intensivos dentro de Alemania con la participación de la Bundeswehr”, ha anunciado el ministro. “Tenemos que parar esta ola ya”, ha asegurado. “Cuanto más esperemos, más drásticas acabarán siendo las medidas necesarias”.

Soldados asisten a la inyección de la vacuna en Alemania.
Soldados asisten a la inyección de la vacuna en Alemania.THOMAS KIENZLE (AFP)

El responsable de Sanidad ha criticado que “se hace demasiado poco y con frecuencia demasiado tarde”, en una andanada dirigida a los presidentes de los Estados federados. En los últimos días ha sido su Gobierno, en funciones desde las elecciones de septiembre, el que ha sido acusado de asistir al inicio de la cuarta ola sin tomar ninguna medida. Para la mayoría de expertos y analistas, el cambio de Gobierno se ha traducido en un vacío de poder prácticamente desde la campaña electoral y hasta bien entrado noviembre.

Ambos responsables han subrayado que los ciudadanos no parecen ser conscientes de la gravedad de la situación, porque no han cambiado su comportamiento pese a las advertencias. “Quien crea que esta ola solo afecta a Baviera y Sajonia [las regiones con mayor número de casos], está muy equivocado”, ha dicho Spahn. El jueves, la canciller en funciones, Angela Merkel, afirmó que “cada hora cuenta” y dijo que en su opinión es necesario imponer más restricciones. En la mayor parte del país se exige estar vacunado (o haber pasado la enfermedad en los últimos seis meses) para acceder al interior de locales de restauración, ocio, cultura y deporte. Algunas regiones exigen, además, un test negativo en bares y restaurantes.

El ministro ha anunciado también que Alemania se disponía a declarar a Sudáfrica zona de riesgo por la nueva variante detectada allí y a partir de esta noche únicamente permitirá el ingreso al país desde esa región a ciudadanos alemanes. Todos los países de la Unión Europea han acordado prohibir temporalmente los viajes con salida y destino al sur de África, como había propuesto a primera hora de la mañana la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

“Es una medida de protección necesaria, preventiva y proactiva para evitar la entrada al país de la nueva variante”, señaló el ministro alemán. A preguntas de los periodistas sobre los vuelos que están llegando durante el día, como uno a Fráncfort desde Ciudad del Cabo, Spanh aseguró que lo único que se puede hacer es pedir a los pasajeros que sean responsables, se aíslen en sus casas y se hagan una prueba, preferiblemente una PCR.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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