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Merkel alerta de que la crisis de la covid es “dramática” y las medidas actuales “no serán suficientes”

Las autoridades alemanas endurecen el discurso: “Al final del invierno habrá vacunados, recuperados o muertos”, dice el ministro de Sanidad

Una profesional sanitaria atiende a varios enfermos en la UCI del Hospital Universitario de Leipzig (Alemania), el 16 de noviembre.
Una profesional sanitaria atiende a varios enfermos en la UCI del Hospital Universitario de Leipzig (Alemania), el 16 de noviembre.picture alliance (dpa/picture alliance via Getty I)
Elena G. Sevillano

Alemania mira con preocupación a países vecinos como Austria, que es desde este lunes el primer país europeo que vuelve a confinar a su población ante el avance imparable de los contagios de coronavirus, o Países Bajos, que ha tenido que ampliar la capacidad de sus unidades de cuidados intensivos. La canciller alemana en funciones, Angela Merkel, ha alertado este lunes de que la situación es “dramática” y cree que va a ser necesario imponer restricciones más drásticas que las actuales. Las autoridades acordaron la semana pasada prohibir la entrada a la restauración y al ocio a los no vacunados en las zonas donde la presión hospitalaria es más elevada.

“Las medidas en marcha no serán suficientes”, aseguró la canciller en una reunión interna de la directiva de su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU), según han publicado varios medios alemanes. La evolución de la pandemia “puede superar todo lo que hemos vivido hasta ahora”, advirtió.

Alemania tiene una de las peores tasas de vacunación de la Europa occidental, con el 68% de su población completamente inmunizada, frente al 80% de España. Es uno de los motivos del crecimiento explosivo de los contagios que se produce desde mediados de octubre. El sistema sanitario alemán, con fama de eficiente y bien dotado, ya sufre las consecuencias de una incidencia desbocada. La falta de personal en las UCI ha obligado incluso a trasladar pacientes a otros países. Los datos de ocupación hospitalaria todavía no igualan a los del invierno pasado, pero hay más camas cerradas por la escasez de enfermeras.

Las autoridades alemanas tratan de convencer a quienes todavía no se han vacunado de que deben hacerlo, por su seguridad y la de toda la sociedad, mientras el país sigue registrando cifras récord de nuevos contagios —este lunes la incidencia semanal alcanza 386,5 casos por 100.000 habitantes— y la saturación hospitalaria se nota en Estados del sur como Baviera (con varios distritos sin una sola cama libre en cuidados intensivos) y del este como Sajonia. Estos dos länder han adoptado ya medidas más estrictas que el resto, como el cierre del ocio nocturno y la cancelación de los típicos mercadillos navideños que normalmente abren en estas fechas.

“Vacunado, recuperado o muerto”

“Probablemente, todo el mundo en Alemania estará al final del invierno vacunado, recuperado o muerto”, alertó también este lunes el ministro de Sanidad en funciones, Jens Spahn, en un discurso mucho más dramático que en ocasiones anteriores. “Existe un deber de solidaridad con la vacunación”, subrayó en una rueda de prensa muy sombría en Berlín, después de calificar la situación de “muy grave”.

Spahn, acompañado del inmunólogo del hospital berlinés Charité Leif Erik Sander y del presidente del Instituto Paul Ehrlich, Klaus Cichutek, hizo un llamamiento a toda la población para que se pongan la tercera dosis de la vacuna. La campaña para inocular el pinchazo de recuerdo va todavía muy lenta porque en muchas zonas los centros de vacunación se cerraron después del verano y ahora son los médicos de familia quienes deben vacunar en sus consultas.

El debate sobre la obligatoriedad general de la vacuna se está caldeando en un país que hasta hace un par de semanas se mostraba casi unánimemente en contra pese a la baja tasa de vacunación. El presidente de Baviera, el conservador Markus Söder, está a favor de imponer los pinchazos a toda la población. Spahn, por su parte, asegura que la discusión se puede posponer, puesto que lo que se necesita ahora es romper las cadenas de transmisión lo antes posible, y eso no lo conseguirá una vacuna obligatoria. La solución es reducir contactos, aseguró.

La frase sobre los “vacunados, recuperados o muertos” es una versión que ha circulado estos días por las redes sociales de la llamada “regla 3G” que se aplica en el interior de bares y restaurantes. Solo quienes demuestren estar vacunados (geimpft, en alemán), curados (genesen) o con prueba negativa (getestet) pueden participar sin restricciones en la vida social. Estos días se ha usado una versión modificada —”geimpft, genesen, gestorben [muerto]”— para alertar sobre las consecuencias de no vacunarse. La regla 3G se aplicará en breve también al transporte público y ya hay Estados, como Berlín y Sajonia, donde ya solo funciona la regla 2G, es decir, solo vacunados y curados en el interior de locales públicos.

Confinamiento en Austria y más camas de UCI en Países Bajos

En Austria ha entrado en vigor el confinamiento este lunes entre la sorpresa de muchos y el descontento de unos cuantos, que durante el fin de semana se lanzaron a las calles a protestar por la decisión de su Gobierno. Las escuelas están abiertas, pero casi todo lo demás ha cerrado: comercios no esenciales, restaurantes y bares, mercadillos navideños, peluquerías y centros de estética. El confinamiento en el centro de Europa no significa lo mismo que en España. Los austriacos, como el invierno pasado los alemanes, pueden salir para ir a trabajar, al médico, practicar deporte o para pasear, pero las autoridades insisten en que hay que quedarse en casa y teletrabajar en la medida de lo posible.

Ningún país europeo había tenido que recurrir al confinamiento —aunque sí al cierre de comercios y restauración, como ocurrió ya hace unos días en Eslovaquia— desde las campañas masivas de vacunación. Para Austria, que este lunes ha contabilizado 13.806 nuevos contagios —la cifra más alta registrada en un lunes desde el inicio de la pandemia— es el cuarto encierro. Durará previsiblemente 20 días, aunque a los 10 se hará una primera evaluación.

En las regiones de Alta Austria y Salzburgo los profesionales sanitarios llevaban varias semanas alertando de la saturación de las unidades de cuidados intensivos, que se han quedado sin camas libres. El Gobierno austriaco culpa de la situación a la baja tasa de vacunación del país. Hay unos dos millones de personas (de 8,9) que no se vacunan pudiendo hacerlo. La incidencia semanal en Austria ha escalado hasta los 1.107 casos por 100.000 habitantes, el triple que la media alemana. El Gobierno ha anunciado una ley que hará obligatoria la vacunación el próximo febrero.

En Países Bajos, la capacidad de las UCI está siendo ampliada hasta 1.150 camas, con la vista puesta en 1.350 si fuese necesario, informa Isabel Ferrer. Según Ernst Kuipers, director del Centro Nacional de Distribución de Pacientes, la sanidad holandesa “no ha entrado en una fase de código negro, en la que no hay sitio para los enfermos de coronavirus”, pero necesitan “algo de ayuda para repartirlos”. De hecho, está previsto que un paciente con coronavirus sea trasladado este martes a Alemania. Este lunes se han registrado 23.066 nuevos positivos, son 2.372 más que el domingo, y constituye la segunda cifra más alta desde el comienzo de la pandemia.

El Gobierno ha pedido a la población que respete las medidas de protección contra la covid-19. “Es necesario un cambio en el comportamiento ciudadano”, ha dicho Mark Rutte, primer ministro en funciones. Si bien ha declarado que manifestarse es un derecho, “es inaceptable que unos idiotas usen la violencia contra los que tratan de mantener este país seguro, con la excusa de que no están satisfechos”, ha dicho. Durante este fin de semana ha habido protestas por todo el país, como la del viernes, en Róterdam, que desembocó en un tumulto.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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