España lidera la vacunación completa frente al coronavirus entre los grandes países
Casi 26 millones de personas han recibido la pauta completa. Esto supone un 54,7% de la población, más que Reino Unido, Estados Unidos, Alemania o Francia
España es el país de los 50 más poblados del mundo con mayor porcentaje de población vacunada con pauta completa frente al coronavirus. Según los últimos datos comparables de la web Ourworldindata, impulsada por la Universidad de Oxford, superó el pasado jueves a Reino Unido en segundas dosis, una tendencia que se mantenía con las cifras del domingo, las últimas homologables entre los países y publicadas este martes por el repositorio.
Según el último informe de vacunación del Ministerio de Sanidad, 25,9 millones de habitantes ya han recibido la pauta completa, lo que supone un 54,7% de la población, un porcentaje que varía levemente con respecto al que publica Oxford (55,5%), que toma la cifra poblacional de Naciones Unidas para hacer una comparación homologable entre países. Con ese denominador, el pasado domingo Canadá se situaba en un 55,2% (aunque el país ha publicado ya datos del lunes, algo que España no hará hasta la tarde del martes) y Reino Unido en un 54,9%, los más cercanos perseguidores entre los países más poblados.
Este último era el único gran país que estaba por delante de España en cuanto a porcentaje de población completamente vacunada, una vez que superó a Estados Unidos el pasado 13 de julio. Otros de menor población siguen por delante, caso de Malta, que encabeza la clasificación (83,6%), o Islandia (74,3%), que es segunda. Estados como, Hungría, Uruguay, Emiratos Árabes Unidos o Israel también superan a España, pero tienen todos ellos menos de 10 millones de habitantes. El país más poblado que está por delante es Chile, que con casi 20 millones de habitantes ha completado la pauta de un 63% de sus ciudadanos.
El secretario general de Salud Digital, Alfredo González, ha hecho hincapié este lunes en estos “buenos datos” que hacen que España esté “mejor preparada” para afrontar el repunte de casos, con una incidencia acumulada de 700 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días. “El plan de vacunación nos permite proteger a las personas más vulnerables y minimizar los ingresos hospitalarios”, ha señalado.
Para llegar a estas cifras en España se han conjugado varios factores. Para empezar, gracias a los acuerdos de la Unión Europea con las farmacéuticas, es del grupo de países que antes han podido acceder a los fármacos y en mayor cantidad. Han sido pocos fuera de la UE (Estados Unidos, Reino Unido, Israel y otros países menores) los que han recibido más viales hasta ahora.
Pero este dato por sí solo no explica el buen ritmo español, que supera holgadamente el de sus socios comunitarios —en la UE solo un 46,2% de los ciudadanos tiene la pauta completa— y a vecinos como Alemania (49%), Italia (48%) o Francia (44%). Estos países, que arrancaron el plan de vacunación con una fuerza similar a la española, se fueron desinflando en los últimos compases, a medida que avanzaba el proceso.
Desde que comenzaron a llegar dosis de forma masiva, en el segundo trimestre, las comunidades autónomas —con algunas diferencias entre ellas— consiguieron inyectar la gran mayoría de las que llegaban a medida que las recibían. A pesar de algunos contratiempos, como los efectos adversos de AstraZeneca y la separación entre dosis de este fármaco, el ritmo siempre se ha mantenido y el rechazo de la población está siendo mínimo.
A diferencia de otros países europeos, España no está necesitando especiales incentivos para que la población, de cualquier franja de edad, acuda a su cita o la pida. José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (Anevac), asegura que incluso entre los más jóvenes, que tienen menos riesgo de enfermar gravemente, el ritmo está siendo “muy bueno”. “Quizás porque algunas personas piensan que con la vacuna ya pueden hacer lo que quieran, algo que es un error”, matiza. También achaca la buena marcha de las inyecciones a una “cultura vacunal” de España, que en las infantiles tiene una de las mejores tasas del mundo, y a una organización óptima de los recursos. “Se ha echado mano de enfermeras de hospitales, de centros de salud, voluntarias que están doblando turno y están respondiendo de maravilla, dejándose la piel”, sentencia.
Sí está necesitando animar a su población para pincharse, por ejemplo, Francia, que está tomando medidas como obligar a vacunarse al personal sanitario y de residencias, y dificultar la vida social en interiores y la movilidad a los que no estén inmunizados, ya que les exigirá un certificado covid para entrar en bares y restaurantes y algunos transportes públicos.
En España se pincharon la semana pasada tres millones de dosis. La semana que terminó el 4 de julio se alcanzó el récord, con más de cuatro millones. Desde entonces la cifra ha ido bajando paulatinamente a los 3,8 millones la segunda semana del mes; 3,4 la siguiente, hasta los 3,02 la última. Pero la razón de este descenso hay que buscarla en las dosis que llegan. Durante junio, Pfizer hizo un adelanto y llegó a enviar 2,4 millones semanales, una cifra que se ha reducido a 1,7 millones este mes. En agosto, parte de esta bajada se podrá paliar con Moderna, que enviará 900.000 dosis semanales, prácticamente el doble que ahora.
Con el ritmo actual, si siguen pinchándose las dosis que llegan, se podrá alcanzar al 70% de la población con la pauta completa a final de agosto, tal y como prometió el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Si no se logra el hito, es muy probable que se alcance en las primeras semanas de septiembre, como planeó el Ministerio de Sanidad desde el comienzo del proceso, cuando auguró alcanzar esta cifra durante el verano.
La meta de la inmunidad de grupo
La cuestión ahora es qué quiere decir esa cifra. En un principio se había calculado que sería la necesaria para alcanzar la inmunidad de grupo: la porción de ciudadanos vacunados que hace tan difícil la expansión del virus que acaba, prácticamente, por desaparecer de un territorio. Pero las nuevas variantes, más contagiosas que la primera, con la que se hicieron estas cuentas, ponen el listón más alto. Aunque no hay un cálculo exacto, los especialistas sitúan ahora este porcentaje entre el 80% y el 90%.
Para llegar a esas cotas hará falta vacunar a prácticamente todos los susceptibles, ya que de momento no hay vacuna aprobada para los menores de 12 años, que suponen alrededor de un 11% de la población española. Este es uno de los motivos por los que en la estrategia de vacunación se contempla pinchar también a los adolescentes, que en otros países, como el Reino Unido, han quedado fuera del plan. Los técnicos de este país consideran que los riesgos de la vacuna no compensan los beneficios que aporta a una población que en la inmensa mayoría de los casos cursa la enfermedad de forma muy leve o asintomática. Pero pueden infectarse y contagiar a otras personas.
A medida que el plan de vacunación avance será, previsiblemente, más difícil llegar a las últimas capas de la población, ya sea porque son las más reacias al pinchazo, porque haya menos percepción del riesgo o porque, por motivos diversos, sean más complicadas de alcanzar. Es lo que en logística se conoce como la última milla, la entrega a la puerta de la casa, pese a que pueden ser unos cientos de metros, requieren casi tanto esfuerzo como acercar el paquete desde cientos de kilómetros. Forcada cree que si el ritmo de llegada de dosis continúa, el proceso seguirá fluyendo, pero considera “muy complicado” llegar a la inmunidad de rebaño antes de que termine 2021.
Y eso en España. En el mundo habrá que esperar mucho más, si es que llega. Según Silvia de Sanjosé, presidenta del Grupo Colaborativo Multidisciplinar de Seguimiento Científico de la covid-19 impulsada por el instituto de salud ISGlobal y el Colegio de Médicos de Barcelona, “vamos fatal”. “Como no hagamos un esfuerzo entre todos los países a nivel internacional para intentar llevar vacunas a población vulnerable, al personal sanitario, estaremos aquí cambiando de variante en variante y no vamos a terminar esta pandemia en mucho tiempo”, señala.
Para ella, el esfuerzo europeo en conseguir vacunas, con los baches que ha tenido el proceso, es un ejemplo de que si los países se unen pueden conseguir un buen suministro de fármacos. “Si los países son capaces de ponerse de acuerdo, si hay un diálogo y presión para que se haga desde la ONU, la Organización Mundial de la Salud, para crear un pacto y que se distribuyan las vacunas de manera más equitativa ayudaría mucho. Hay que hacer ver a los Gobiernos que no estaremos a salvo hasta que todo el mundo esté a salvo”, zanja.
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