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¿Es hora de pensar en la vuelta a la normalidad?

Con la vacunación de los mayores de 60 años se abre un horizonte próximo en el que se podrán recuperar algunas actividades, como ya sucede en otros países

Varios operarios desmantelan un puesto de control tras la reapertura de la frontera entre Portugal y España.
Varios operarios desmantelan un puesto de control tras la reapertura de la frontera entre Portugal y España.MIGUEL RIOPA (AFP)
Pablo Linde

Las fronteras con Portugal han abierto este sábado después de cuatro meses cerradas. Francia comenzará el lunes una desescalada gradual que culminará a finales de mayo. Alemania ha decidido esta semana relajar las estrictas normas que limitan los contactos en el país para las personas ya vacunadas. Por no hablar de los países que llevan la inmunización más avanzada: Israel, Reino Unido y Estados Unidos están abandonando la mascarilla en ciertos contextos y retomando actividades insólitas durante la pandemia. A medida que la vacunación crece, los países van ganando cada vez más parcelas de una normalidad que terminó en la primavera del año pasado. En España, el fin del estado de alarma el próximo día 9 de mayo marcará obligatoriamente un primer paso, ya que medidas como el toque de queda serán difícilmente prorrogables sin ese marco. Algunas comunidades tratarán de aguantar con limitaciones similares a las actuales unas semanas más si los jueces las amparan, mientras que los expertos en epidemiología y salud pública consultados por EL PAÍS no se ponen de acuerdo en cómo debería ser exactamente la desescalada. En lo que coincide la mayoría es que ya se ve un horizonte y que no está muy lejano.

Los especialistas miran sobre todo dos estadísticas: la de personas vacunadas, un número que crece cada vez más rápido, y la de la incidencia acumulada, que lleva más de una semana plana, pero que previsiblemente irá cayendo a medida que se incrementen las inyecciones. Si España recibe las dosis comprometidas, este mes prácticamente todos los mayores de 60 años habrán recibido una y la gran mayoría tendrán la pauta completa. Faltarán, sobre todo, los sexagenarios a los que vacunaron con AstraZeneca, cuyo intervalo entre pinchazos es de tres meses.

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Pero conforme avanza la campaña en todo el mundo, se va comprobando que incluso una dosis ya otorga una alta protección frente a las hospitalizaciones por covid: un 91% en Pfizer y un 88% para AstraZeneca, según los datos preliminares de Escocia tras 1,3 millones de vacunados. En prácticamente un mes, el colectivo más vulnerable, el de mayores de 60, que acumula el 95% de las muertes causadas por el coronavirus en España, contará con un alto nivel de protección. Y esto abre nuevas perspectivas.

Àlex Arenas, doctor en Física y experto en análisis de datos, es el más optimista de los consultados. “Podemos afirmar que con el ritmo actual de vacunación, la letalidad se va a ir reduciendo en un 30% como mínimo en las próximas dos semanas. Y en junio, si no nos entran variantes que escapen a la inmunidad, podríamos tocar la mortalidad cero”, asegura.

En este contexto, según Arenas, las mascarillas en exteriores “podrían desaparecer” el mes que viene. De hecho, muchos expertos reconocen que cuando no hay masificaciones y al aire libre es probable que nunca hayan sido muy útiles. El Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) ya apuntó la semana pasada la posibilidad de que en reuniones con personas que ya hayan recibido la pauta completa puedan relajarse medidas como los cubrebocas o la distancia personal. A pesar de todo, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, ya advirtió en una entrevista a este periódico que probablemente se continuará un tiempo con mascarillas: “Hasta que no tengamos a toda la población vacunada, tendremos que seguir con la cultura del cuidado”.

En otro informe del 23 de abril, el ECDC insta a los países a que vayan planificando y marcando hitos para la desescalada a medida que avanza la inmunización. “Es de suma importancia definir objetivos claros y medibles para la vacunación contra covid-19 y adaptar las estrategias en consecuencia. En tiempos de extrema incertidumbre y altas expectativas, es fundamental aclarar los pasos necesarios para alcanzar el objetivo final [de la vuelta a la normalidad], sin perjuicio de la necesidad de adaptarse a cambios inesperados”, se lee en el documento.

Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública, cree que las autoridades ya deben estar revisando estos documentos y poniendo sobre la mesa qué medidas pueden relajarse, cuáles son aplicables solamente a los vacunados, cuáles en espacios públicos y en domicilios. “Deberíamos dejar pasar unos 15 días después de que decaiga el estado de alarma para ver cómo se comporta la epidemia. Entonces quizá se puedan aplicar algunas de las medidas que ha esbozado el ECDC”, sostiene.

Lo primero: actividades al aire libre

La mayoría de los consultados coinciden en que lo primero que se podrá ir relajando son las actividades al aire libre. Y, lo último, todo lo que tenga que ver con interiores masificados. El ocio nocturno, bares y discotecas, probablemente tenga que esperar hasta que casi toda la población esté inmunizada. No solo por ser un foco posible de transmisión, como ya se demostró el verano pasado en la segunda ola, sino porque las personas que más frecuentan estos ambientes, los jóvenes, serán los últimos en recibir sus dosis, tal y como está planteado el plan de vacunación.

En cualquier caso, los expertos apuntan que para pensar en relajar medidas es necesario que, además de la protección de los mayores, bajen los contagios. Los 229 por 100.000 habitantes en 14 días que se registraron el viernes es todavía una incidencia que roza el nivel de riesgo extremo del semáforo de Sanidad. El epidemiólogo Javier del Águila cree que es una “barbaridad” acostumbrarse a estas tasas. “Deberían estar por debajo de 50, y a partir de ahí, podemos hablar de relajaciones. Pero no solo, también habrá que observar las tendencias, si va en subida o bajada”, añade.

Es difícil plantear un escenario homogéneo en toda España porque el avance del virus y la afección de los sistemas asistenciales son muy dispares. A la hora de desescalar no tendrá mucho sentido tomar las mismas medidas en la Comunidad Valenciana o Baleares (con 44 y 59 casos por 100.000 habitantes, respectivamente) que en el País Vasco o Madrid (con 517 y 384). O en Galicia, con un 5,8% de camas de UCI ocupadas por pacientes de covid, que la propia Madrid, con un 44,6%.

Con estas cifras, Daniel López Acuña, que fue director de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es pesimista: “Me preocupa que malinterpretemos el fin del estado de alarma y se relaje todo. Tenemos todavía incidencias altas y no podemos entrar en la permisividad. Sé que mi opinión no es popular, pero creo que deberíamos tener un verano de restricciones; el pasado las levantamos prematuramente y se formó la segunda ola”.

Mucho más abierto a la desescalada se muestra Fernando Rodríguez-Artalejo, catedrático de Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid. “Los espectáculos deportivos y conciertos al aire libre se deberían poder hacer ya en ciertas condiciones, siempre con reducción de aforo, mascarillas y mucha renovación del aire, o al aire libre”, explica. Otra opción que pone sobre la mesa es realizar test de antígenos a todos los que acudan a un evento que no permita mucha separación entre las personas, algo que complica logísticamente y encarece los espectáculos, pero que al menos los posibilita. “Ya lo vimos en Barcelona con el concierto de Love of Lesbian, que parece que salió bien”, señala. Javier del Águila también alude a esa experiencia como un posible ejemplo a seguir.

Rafael M. Ortí Lucas, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene, piensa que no conviene relajar medidas antes de los 50 casos por 100.000, ya que, según dice, es la cifra en la que se pueden controlar los focos de transmisión. “Si en junio ha bajado la incidencia en las zonas que ahora están peor, que no es descartable, y las nuevas variantes no nos dan problemas inesperados, podrá ser buen momento para volver a algunas actividades que por el momento están muy restringidas”, señala.

El futuro está lleno de condicionantes, pero no parece descabellado que antes de que comience el verano ya se estén recuperando actividades, a tenor de lo que sucede en otros países. El Reino Unido comenzó una lenta desescalada en febrero, cuando una cuarta parte de su población había recibido al menos una dosis de la vacuna. Partían de unas limitaciones mayores de las que España vive hoy, pero poco a poco ha ido recuperando terrazas, comercios y gimnasios sin que suban los contagios y tiene fecha para acabar con todas las restricciones: el 21 de junio, siempre que la incidencia y las hospitalizaciones continúen a la baja.

Sobre esta fecha se espera que esté en funcionamiento el certificado verde digital, que permitiría que quienes se hayan vacunado o hayan pasado la enfermedad se desplacen entre países sin necesidad de hacer cuarentenas ni someterse a PCR. Es previsible que el turismo británico y de otros países ya pueda llegar a España en esas fechas. Está por ver qué se podrá hacer aquí.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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