4.500 personas llaman en Barcelona a la lucha feminista
El 8-M en la capital catalana reclama el fin del patriarcado y del capitalismo
La pandemia de la covid-19 no ha impedido que Barcelona celebrara este lunes una nueva jornada de reivindicación por la igualdad de género. 4.500 personas, según la Guardia Urbana, han participado en la concentración convocada en el paseo de Gracia bajo el lema “Juntas, diversas y rebeldes somos imparables. Siempre feministas”. La manifestación fue una reivindicación “para construir una sociedad digna fuera del sistema capitalista, heteropatriarcal y colonial”, según rezaba el manifiesto de las entidades convocantes.
El manifiesto enumeraba una larga lista de injusticias que sufren las mujeres a manos de lo que denuncian como una economía de mercado dominada por hombres, poniendo el acento en la discriminación que sufren las mujeres migrantes.
La manifestación se ha distribuido en ocho tramos en los que se ha marcado, con señales en el asfalto, la ubicación de las 3.600 personas que podían participar en la jornada. La organización ha tenido presente la distancia de seguridad sanitaria, y solo en algunos puntos del paseo de Gracia se ha producido una mayor concentración de personas.
“Un ejemplo de discriminación es que se nos diga que no podemos celebrar el 8-M cuando ha habido en las últimas semanas las protestas por el encarcelamiento de Pablo Hasél o concentraciones en partidos de fútbol de este fin de semana”, dicen Marina Farguell y su amiga Laia. Las dos amigas, de 26 y 23 años, valoran que una razón importante para protestar era la violencia latente contra las mujeres. “El principal cambio de nuestra generación es la concienciación de que hay que luchar por nuestros derechos”, afirma Farguell.
Pilar Botaya, de 60 años, es miembro de la Asociación Violeta de Sant Joan Despí (Barcelona), una entidad dedicada a asistir a víctimas de violencia de género. Botaya critica en los prolegómenos de la manifestación que la violencia machista no disminuya pese al paso de los años.
Botaya tuvo dudas de si participar en las convocatorias del 8-M por temor al coronavirus, pero finalmente optó por secundar las protestas tras comprobar que en Madrid y en otros lugares las mujeres no podrían salir a la calle. En la última década se ha producido una aceleración en el feminismo que hace más visible la problemática, opinaba Botaya. A pocos metros de ella, Olga Ruiz y su hija Ingrid levantan una pancarta que la niña había escrito en casa: “De camino a casa quiero ser libre, no valiente”. “Mi hija de 17 años pasa el mismo miedo que pasábamos nosotras”, explicaba Eli Manzano: “El miedo persiste, y solo desaparecerá cuando se nos vea como a iguales”.
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