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Lazos contra la intolerancia en los colegios

La directora de un centro de Logroño recibió una querella por negarse a recoger una solicitud de veto parental

La valla principal del Colegio Vicente Ochoa, de Logroño, con los lazos que simbolizan el apoyo de los padres al centro.
La valla principal del Colegio Vicente Ochoa, de Logroño, con los lazos que simbolizan el apoyo de los padres al centro.Pablo Lasaosa

Las asociaciones ultraconservadoras presionan para implantar en todo el país el veto parental, la propuesta impulsada por Vox para obligar a los colegios a pedir consentimiento explícito a los padres para que sus hijos asistan a charlas curriculares dentro del horario escolar. Lo sabe bien Luisa Bárcenas, directora del colegio Escultor Vicente Ochoa, en Logroño. En su comunidad, La Rioja, Vox no tiene ningún diputado y gobierna un Ejecutivo de coalición de PSOE y Podemos. Sin embargo, Bárcenas guarda en su móvil muchas de las noticias que salieron contra su centro porque se negó a recoger una solicitud de veto parental que le quisieron entregar dos madres y a Salvador Martí, presidente de Los niños son intocables —un colectivo premiado por el ultraconservador Hazte Oír—.

En octubre se enteró, por la llamada de un medio local, de que Martí había interpuesto contra ella una querella a través de la presidenta de la asociación de Abogados Cristianos, Polonia Castellanos. Estos mismos colectivos denunciaron un taller de sexualidad que se dio en otro colegio de Logroño. Muchas de las noticias que la directora muestra en su teléfono asocian su centro con unas supuestas charlas sexuales a menores, a pesar de que el propio Martí reconoce que fueron en otra escuela, en horario de tarde y dirigidas a padres.

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Para combatir los bulos, los padres del Vicente Ochoa comenzaron a llenar las vallas verdes que rodean el centro de lazos de colores, que han aguantado la lluvia de estos meses. Sara Mazo, presidenta del AMPA de la escuela, comparte con Bárcenas la sensación de que su colegio ha sido atacado, y aclara que la asociación de madres y padres nunca se ha posicionado sobre el veto parental: “A nosotros lo que nos dolió fue que se empezaron a meter con nuestro centro. Al principio nos callamos. Por no dar guerra no decíamos nada y solo se les oía a ellos”. Llenar la entrada con cintas fue la mejor forma que encontraron para expresar su rechazo a “las informaciones manipuladas y malintencionadas”, según reza un cartel del AMPA que está ya algo desgastado por el tiempo que lleva a la intemperie. La asociación Los niños son intocables respondió con sus propios lazos: blancos y con el lema “el pin parental es un derecho”.

Martí defiende que con sus acciones no pretende atacar al colegio, sino “defender a los niños”. Comenta que al día siguiente de hablar con este periódico irá con otros tres padres a entregar el veto parental a un centro de Fuenmayor, un pueblo a 15 kilómetros de Logroño, que tiene programada una charla con las sexólogas que su organización demandó.

Tanto la querella contra Bárcenas como la denuncia contra la charla de sexualidad han sido archivadas, pero la presidenta de Abogados Cristianos no da por finalizada la causa contra la directora: “Al presentar la querella nos pidieron una fianza de 3.000 euros y la recurrimos. Y si por algún caso nos dijeran que no, volveríamos a ponerla”. Luisa Bárcenas ni se plantea que estas acciones pueden condicionar la programación de su colegio: “En absoluto. Somos escuela pública, sabemos lo que hacemos. Sabemos de qué va cualquier actividad que viene aquí. Jamás hemos tenido ninguna queja”.

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